Day 3: "The prince and the princess" One-Shot

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3. Primer encuentro

—Vaya... esas son muchas cajas.— comentó Anna sosteniendo una taza de café mientras observaba la mudanza a través de la ventana.

Elsa no se molestó el responderle y prefirió enterrarse en las mantas, gruñendo perezosamente.

—¿Debería ir a saludar?

No.

No y mil veces no. Esos vecinos ya habían demostrado tener de todo menos respeto por el sueño ajeno. ¿Quién carajos hacia semejante ruido mudándose un sábado a las 8 de la mañana?, sólo un imbécil que no era digno de ningún tipo de acto de gentileza por su parte o de su hermana.

—Si eso hace que me dejes dormir... encantada te abro la puerta.— descubrió por unos segundos su sonrisa sarcástica y de nuevo se arropó. Pero en definitiva no lo decía en serio.

Pasaron unos segundos, luego de sentir sobre ella la mirada despectiva de su hermana, hasta que escuchó la taza de cerámica ser apoyada con decisión en lo que, supuso pues no veía nada, parecía ser al oído alguna superficie de madera cercana.

—Iré a saludar.— escuchó movimientos a lo largo y ancho de la habitación e imaginó que Anna debía estar arreglándose. —Les diré que también dijiste hola.

—¡No te atrevas!

Tarde. Ya Anna había desaparecido por la puerta y ahora los irrespetuosos vecinos creerían que le agradaban.

Estupendo.

Ya para el medio día, Elsa estaba fuera de la cama aún procesando que era un ser humano y debía ser útil en su sociedad.

Bajó las escaleras y en el momento justo que su pie tocó el último peldaño de madera, su hermana venía entrando risueña a la casa. Gruñó sin comprender aún cómo su hermana podía verse tan campante un Sábado a medio día.

—¡Cuídate, Jack, y ya me contarás lo que ocurrió con ese chico, Emma!— la escuchó gritar al exterior mientras llegaba a la cocina, rodó los ojos abriendo la nevera, buscó algo que embutirse a la boca antes de que su hermana la alcanzara y obligara a mantener una charla sobre los nuevos vecinos.

Sus ojos brillaron al ver el paquete de galletas oreo que compraron la semana pasada junto con una caja de leche sin abrir.

—Si esperas a que te pregunte cómo te fue, te quedarás ahí todo el día hermana. No pierdas tu tiempo.— Mencionó apoyando las galletas y la leche sobre la isla de la cocina. Hace un par de segundos que Anna estaba ahí, observándola expectante.

—Son agradables, Els, realmente lo son.

—¿Fengo fara fe que me impofte?— le contesto con la boca llena de dos galletas, empinándose su primer sorbo de leche.

Anna la miró con asco. —No hables mientras comes,— pero recuperó la compostura para seguir parloteando. —también son hermanos, como nosotras. Él estudia ingeniería y ella enfermería, ¿no es genial?

—Me imforta um fulu.

—Traga y luego hablas, Elsa.

La mencionada se pasó la cuarta galleta con otro trago de leche.

—Dije que me importa un culo.— Anna rodó los ojos al escucharla.

—Ellos no pretendían hacer tanto ruido, Els. Eran los chicos de la mudanza que no tenían cuidado con lo que hacían, y no bebas directamente del cartón.— se lo arrebató de las manos. A veces en serio parecía ser ella la mayor y no al revés, Elsa por momentos era bastante... obstinada. —Se llaman Emmilia y Jackson, pero odian que les digan así, prefieren Emma y Jack.

Stolen kisses [Drabbles and One Shots Jelsa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora