Day 7: "Bye bye Hans" Drabble

836 62 48
                                    

7.Tercera rueda

¡Ding dong!

En cuanto el timbre suena, Anna corre en dirección a la entrada, derrapando en la intersección que conecta el pasillo de su cuarto con el de las escaleras. La suela de sus tenis emite un chirrido, producto de la fricción contra la baldosa de mármol.

Corre escaleras abajo y esquiva a su madre que estaba próxima a abrir la puerta y se adelantó, sonriendo en grande a la persona del otro lado de la puerta, Hans se había tardado ya en venir.

Pero para su sorpresa, no fueron unos ojos verdes los que la recibieron, sino unos azules destellantes, junto a una sonrisa blanca y enternecida, la suya se cerró a una más suave, un tanto decepcionada.

—Hola, Jack.— Saludó a su cuñado y amigo que la observaba con confusión por su repentino cambio de expresión.

—Anna, ¿qué tal?— tan amable como siempre, revolvió sus cabellos naranja con familiaridad. —¿por qué esa cara?, no te ves feliz de verme, ¿esperabas a alguien más?

Avergonzada, bajó sus ojos al suelo, regañándose internamente por haber sido tan evidente en su decepción al ver que Jack no era quien ella quería ver. Pero antes de excusarse con el mayor, las caderas de su madre la empujaron de la puerta principal.

—¡Jack, cariño. Me encanta verte!— Iduna extendió sus brazos hacia el muchacho, apresándolo en un abrazo maternal al tiempo que lo jalaba al interior de la casa, haciendo que Anna retrocediera unos pasos junto con ellos.

Para nadie era un secreto que Jackson Frost no era menos que un Arendelle más, solo que sin el apellido. Sería mentira si dijésemos que fue desde el minuto uno que todos lo amaron, tomó su tiempo, pero era claro que ningún Arendelle era capaz de resistirse a la ternura encantadora de Jack Frost. En especial la mayor de las hermanas.

Jack comenzó cohibido ante la imponente presencia de Agnarr Arendelle, que desconfiaba de sus intenciones con su pequeña hija, detestaba el solo pensamiento de la existencia del peli blanco, y por un tiempo prohibió su mención a menos de que fuese estrictamente necesario. Pero como era de esperarse, aquella actitud no era más que el temor de un padre a que su niñita saliera lastimada en manos de algún patan, que esperaba fuera Jackson, pero grata fue su sorpresa al encontrar en el chico aquel hijo que siempre quiso tener.

Ni hablar de Iduna, ella siempre vio en Jack un buen chico, y le agradó. Pero en cuanto supo que se dedicaba a la producción musical, terminó por adorarlo aún más. Cada jueves, que era el día que ellos acostumbraban a hacer su cena familiar, ella obligaba a Jack a traerle una pista nueva de cualquier proyecto en el que estuviera trabajando, a cambio le prometía el pastel de agras que tanto adoraba el de ojos azules.

En resumen, los Arendelle amaban a Jack y viceversa.

En aquella ocasión, Jack había tenido que viajar a la capital por varios días debido a una excentricidad del cantante con el que trabajaba en el momento. Viajar por trabajo no era precisamente su plan favorito, pero era un contrato millonario, una gran personalidad del mundo del espectáculo, no podía dejar aquella oportunidad ir. Y se suponía que llegaría en un par de días más, pero no pudo esperar a volver con su segunda familia en Disney.

—¿Qué tal todo por allá? ¿Qué sitios visitaste?, sé que Auradon tiene sitios espectaculares.— Iduna bombardeaba de cuestionamientos a los que Jack gustoso respondía.

—No pude ver mucho, Duna.— usó aquel apodo cariñoso que la mujer le había permitido el día que se conocieron, mientras se sacaba la chaqueta repleta de nieve y la dejaba en el perchero. Quedando en una simple camiseta holgada, que sin embargo marcaba su silueta con gracia. —Estuve encerrado todo el día en el estudio y para cuando salía estaba demasiado cansado, así que me iba directamente a dormir.

Stolen kisses [Drabbles and One Shots Jelsa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora