"Love myself" one-shot

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Acomódense que está bien largo.

El sol comienza a zambullirse en el punto de la calle Becker donde no se puede ver más allá. Jack arrastra los pies con la cara entumecida, el ojo le paltpita y se siente asqueado por la costra de sangre que comienza a endurecer sobre su labio inferior.

Su mochila, que cuelga de tres de sus dedos, sigue aún mojada y manchada con barro que gotea espeso, dejando un rastro del camino que emprende a su casa. Probablemente nunca logre quitar esas manchas de la tela que solía ser de un azul brillante, pero no importa, de todos modos no le gustaba tanto.

Cuando llega jadeante a la cima de las escaleras que se extienden por la colina sobre la que está la casa de su tío, nota que el escozor se sus costillas no es del todo normal, probablemente le fisuraron algunas, después de todo, Scar se había tomado la molestia de ponerse sus zapatos más pesados en honor a él, y la paliza semanal que él y sus amigos disfrutan de darle.

En su cabeza, hay un millón de posibles razones por las que ese grupo en particular se ha ensañado contra él, pero ninguna le resulta lo suficientemente convincente; siempre que lo golpean, le gritan cosas como "flacucho" o "deforme", así que prefiere suponer que es eso lo que los motiva. No obstante... sigue sin poder evitar preguntarse... ¿por qué?

¿Por qué le dicen cosas como esas todos los días? ¿Creen que no lo sabe? ¿Que no se ha visto al espejo en las mañanas odiando su delgada complexión? ¿Piensan que no sabe que es un escualido con piernas largas y flacas, con un rostro pecoso aniñado y sin gracia?

Se equivocan, claro que lo hacen.

Él ya había notado todo eso en él, mucho antes de que ellos lo hicieran; sabe que su cabello blanco es extraño, lo hace lucir como un anciano, y la palidez de su piel es aún menos favorecedora. Tal vez lo único que se salva son sus ojos, azules como los de su tío, y alargados como los de su padre; se verían mucho mejor si no estuvieran encajados en un rostro redondo sin rasgos que marcar.

Tiene 15 años ya, todos sus compañeros tienen voces graves, severas, mientras que la suya parece no cambiar desde los doce años; su cuerpo en general.

—¿Pasó de nuevo, hijo?— es el saludo que Norte, su tío, le da desde la entrada.

Ser hijo de un matrimonio divorciado, implica transformarse en una pelota de tenis, o algo similar, que sus padres se pasan mutuamente entre semana y los fines también. Implica tener poca vida social porque nunca sabes dónde acabarás al día siguiente, o si tu madre te dejará hacer lo mismo que tu padre. Es simplemente agotador.

Pero el lado positivo, es que tiene a su tío Norte.

A esas alturas, Jack se ha acostumbrado a que Norte sea el único familiar que vea estando en casa de su padre, muchas veces, ni el mismo Jordan aparece en todo el tiempo que se queda ahí; a veces por trabajo, y otras por su nueva novia, Aileen.

El punto es que sabe que su madre armará un escándalo si lo llega a ver así, entonces, lo mejor que se le ocurre, es enviarle un mensaje diciendo que se quedará en casa de su padre, mientras tiene tiempo de curar sus heridas y charlar por horas con Norte que no se cansa de reprenderlo y enfatizar en que debe contarle todo a Mary; él se limita a asentir con la cabeza, sin atreverse a prometer nada.

—Esta vez se superaron— toma su costado con una mano, adolorido. —y los insultos fueron más originales esta vez.

Norte arruga el rostro pero no dice nada más, rendido.

—Ve a cambiarte, te prepararé algo para el dolor— la ancha silueta, se contonea a pasos pesados que resuenan hasta la cocina. Jack lo ve desaparecer en el umbral y larga un suspiro frustrado.

Stolen kisses [Drabbles and One Shots Jelsa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora