"The love of my lives" One-shot

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Oslo, Noruega. Siglo XV

Aquel día estaba particularmente nublado, como si las nubes resintieran los estragos de una desgracia anticipadamente; en el palacio majestuoso, el rey, correteaba a su hija mayor por los pasillos bifurcados en extrañas direcciones, ella se rehusaba a hablar con él. Tal vez porque era brutalmente consciente de lo que hablarían.

—Elsa Asdis de Arendelle primera—. Gruñe el rey y su hija quedó petrificada a mitad de su segundo recorrido. Era rara la ocasión en la que su padre la llamaba por su nombre completo. —Detén este comportamiento estúpido y escúchame de una vez.

La princesa jadea. ¿Estúpido?

La falda del vaporoso vestido rodó sobre sus piernas, raspando su piel con el tul, cuando bruscamente se dio la vuelta. El cabello, que solía estar en una trenza, ahora se derrama libre por su espalda tersa, nacarada, con mermas de rocío resbalándose porque estaba en el jardín, temprano, cuando le dieron la noticia.

—Esto no es estúpido, padre—. Con los puños, aprieta sus antebrazos y la sangre comienza a concentrarse ahí, bajo su piel, circunferencias arreboladas bajo sus dedos, señal de la furia y miedo que experimentaba. —Se trata de mi felicidad, ¿a caso eso es estúpido? ¿No quieres que seas feliz?

El semblante del rey parece constipado de emociones que oscilan entre rabia y pesadumbre, ya estaba mayor, no le quedaba tanto tiempo en vida como quisiera y Elsa debía sucederle el trono. Con el dolor del padre, debe superponer el deber del rey sobre ella.

—Claro que quiero que seas feliz, y es por eso que quiero que veas lo que un buen noble puede darte—. Insiste—. Un Duque, quizás un Barón... serás inmensamente feliz, yo mismo me encargaré de escoger al mejor partido para ti.

—¡Sabes que no es eso lo que quiero!

—¡Te prohibo que me levantes la voz! ¡Soy el Rey y tu padre, merezco respeto!—. Agnarr frunció la nariz y la boca, un gesto típico de la familia cuando la rabia intenta ser domada a sus adentros. —La felicidad que tú quieres, no será la que esperas. ¿Qué puede darte un plebeyo como él? ¿Hambre, trabajo?

—Bueno, si pasan hambre y trabajo es responsabilidad de su Rey...

—¡Me rehuso a ser irrespetado de esta forma!—. El Rey ataja la muñeca de su hija con una mano y la tuerce con severidad. —¡Tu insolencia a sobrepasado mis límites, Elsa! ¡Puedes patalear lo que quieras pero no volverás a ver a ese canalla plebeyo!

—¡Me niego a permitir que hables de Jackson de esa forma!—. Iracunda, Elsa tira de su brazo, buscando liberarlo de los dedos firmes de su padre. La trifulca entre ambos ha llegado ya a oídos de todo el palacio —¡Es un excelente hombre y yo lo amo!

—No continúes con esas sandeces propias de tu terquedad—. Ahora la voz del Rey es murmurada, gélida como sus ojos escrutadores. —O él sufrirá las consecuencias.

La princesa abre grandemente sus ojos azules, como si recibiera una puñalada a traición y estuviera observando al culpable. Palidece y las lágrimas abrillantan sus ojos.

—No te atrevas....

—Eso no será necesario si te alejas de él, y esa es mi última palabra, Elsa.

...

Elsa se abraza a sí misma mientras escucha pasos sobre la hierba tras ella. Sabe quién es y eso le escuece en el alma.

—Hola, Snowflake—. Su voz la arrulla y mengua un poco el dolor en su pecho por lo que iba a hacer. Descansa un rato en los dulces labios de besan su mejilla, lo disfruta un momento como si fuera eterno, porque sabe que es la última vez que lo sentirá. —¿Está todo bien?

Stolen kisses [Drabbles and One Shots Jelsa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora