"Cheerleader" One-Shot

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El silbato achacó una vez más los tímpanos de los que estaban más cerca al entrenador. Las niñas en el campo corrían, intercalándose el balón entre sus pies.

—Recuérdame una vez más por qué estamos aquí.— Jadeó Elsa, cargando un bolso que asemejaba una pañalera más pesada que todos sus pensamientos juntos.

—No lo sé... ¿Tal vez porque es nuestro trabajo?— Respondió su hermana, haciendo malabares con la bebé en sus brazos, las llaves del auto y una botella de agua mineral.

Elsa rodó los ojos, detestando a su "yo" del pasado por creer que ser niñera para costear su viaje de fin de curso era una buena idea. No es que no le gustaran los niños... que tampoco era muy fan de ellos, en especial de los bebés, he ahí la razón por la que Anna era quien cargaba a la más pequeña de las hermanas que cuidaban. Su problema principal eran esta clase de eventos, ya sean ferias escolares, partidos y obras de teatro, se le hacía insufrible tener que asistir a estos, con las multitudes de padres viejos y algunos divorciados, y niños gritones sin algún tipo de gracia.

Como sea, ya se encontraban ahí y no había marcha atrás. La niña mayor de los Andersen, Riley, era jugadora del equipo femenino de fútbol en su escuela, no era precisamente la mejor, pero tampoco era mala... se esforzaba. Por eso, aquella mañana, tuvo que sacrificar su sueño de belleza junto con su hermana, para llegar a casa de la familia Andersen, cuyos padres no podían llevarlas al partido por cuestiones laborales y vigilar a ambas criaturas en el encuentro deportivo. Aunque las hermanas Arendelle supieran que no eran más que patrañas, ellos detestaban esos eventos tanto como ellas, pero no necesitaban el dinero con la misma urgencia.

—Bien, creo que veo un lugar por allá.— Mencionó Elsa señalando un hueco vacío en las gradas. —Yo voy a reservarnos puesto y tú ve a ver si Riley necesita algo.

Anna asintió y se dirigió a la banca, donde Riley esperaba su turno, mientras Elsa subía con dificultad las graderías.

—Disculpe, lo siento, perdone.— Finalmente se abrió paso entre el gentío y se sentó ahí, acomodando el bolso junto a ella para evitar que cualquiera tomase ese lugar.

El partido iba 2 a 1, el rival mostraba ventaja. Pronto, se aburrió del escenario y terminó con la nariz hundida en su celular, jugando lo que fuera en él. Total Riley estaba en la banca, no tenía mucho que presenciar. Pasaron los minutos y Anna ya estaba a su lado, jugando con el bebé en lo que esperaba a que le diera sueño. Tarea compleja, considerando el ambiente ruidoso a su alrededor.

Elsa, estuvo varias veces a punto de dormirse, y justo en ese instante era una de ellas, sus ojos comenzaban a pesarle y apoyó la cabeza en el respaldo de su hermana, hasta que un grito la alertó.

—¡Eso es, Emma!

Era una voz joven, que llamó su atención haciéndole levantar la vista y encontrarse con el chico más hermoso que sus ojos habían visto.

Le calculaba más o menos su edad, entre 18 y 19, de cabello blanco y ojos de un precioso color azul, con una sonrisa brillante y encantadora. Era perfecto. Observaba a una niña castaña con el número 18 en la espalda, se veía que era de las mejores, porque había hecho la única anotación que llevaba y la mayoría clamaban su nombre.

Pudo haberse quedado otro rato babeando por el chico, pero una voz le hizo reaccionar.

—Lo lamento, ¿te asusté?— De repente, aquellos ojos preciosos la estaban mirando con cierto deje de angustia y vergüenza.

Stolen kisses [Drabbles and One Shots Jelsa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora