"Call me" Drabble

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—¡No lo puedo creer! ¡Eres increíble!... ¡Simplemente increíble!

La voz de Elsa sonaba fúrica desde el segundo piso de la casa de los Frost. A su voz se le sumó otra más grave, rogándole que se calmara y pidiendo disculpas, dando vagas explicaciones de aquello que molestó tanto a la platinada, que había llegado hace tan solo unos minutos hecha una bola de fuego por la puerta principal. Los dos niños en la sala, solo atinaron a apuntar escaleras arriba cuando la mayor, con todo el esfuerzo que la indignación y la ira le permitían, les preguntó con voz dulce dónde estaba su hermano mayor. Ella no haría un escándalo frente a esos pequeños, claro está, no tenían la culpa de nada y los adoraba.

Luego de aquello, agradeciendo a los pequeños soplones, subió las escaleras a enfrentar a su supuesto novio, llevándonos nuevamente a la situación actual. Pronto, el niño y la niña, de 10 y 7 años respectivamente, escucharon con pesar como la voz de la platinada parecía quebrarse gracias al llanto.

Estaba armando un escándalo algo infantil, sí. Pero nadie podía juzgarla, era solo una adolescente de 16 años que acababa de enterarse de la infidelidad de su novio con una de sus mejores amigas, todo aquello por un humillante video de una fiesta a la que no asistió por un terrible resfriado que la ató a la cama todo el fin de semana. Video en el que se veía a su novio junto a una morocha de mechones de colores... bastante... entretenidos.

Unos minutos más tarde, un "¡Hasta aquí llegamos!" Seguido de un fuerte portazo, hizo a los hermanos menores de Aster, correr nuevamente a sus lugares y fingir que no habían oído nada.

Para cuando retomaron sus actividades, ya la rubia venía bajando las escaleras, ahogando sollozos en cada peldaño. El pequeño de 10 años, vió con pesar como su ex-cuñada tenía la nariz roja y los ojos hinchados de tanto llorar. Siempre le había parecido muy bonita, alegre y dulce, por eso odiaba verla llorar, porque ya no se veía tanto como ninguna de las tres. Y repudió a su hermano por provocar que se viera así, porque él lo sabía. Tenía 10 años, pero no era tonto, sabía que su hermano peligris no hacía precisamente tarea con aquella peliteñida que venía a casa cada vez que Elsa no tenía oportunidad de ir. Nunca dijo nada porque siempre se le inculcó no meterse en los asuntos de los demás, también porque sabía que Elsa era inteligente y que tarde o temprano lo notaría.

Lo que no se esperó es que le doliera verla tanto así.

—Adiós, chicos.— Se dirigió a los niños, acariciando las mejillas de cada uno. —Los quiero, cuídense mucho, no le causen muchos problemas a su madre.— sorbió su nariz y los vió con cariño.

Emma, pareció no soportar mucho la situación porque corrió fuera, en dirección al patio trasero en cuando la de ojos azules se apartó.

—¿Por qué me dejas?— La vocecita del pequeño Jack a sus espaldas, justo cuando tomó el pomo de la puerta, le arrugó en corazón.

Amaba a los hermanitos de su ex-pareja, pero siempre tuvo un vínculo especial con Jack, que siempre fue un encanto con ella, un caballero en miniatura.

Lo que nunca llegará a ser su hermano mayor, pensó con rencor.

Le daba dibujos adorables y flores que tomaba del jardín de su madre, era increíblemente inteligente y maduro para sus cortos 10 años. Sin duda, le dolería más que a nada apartarse de ese tierno niño.

—Porque tu hermano es un tonto.— Se giró y le hizo una seña al menor para que se acercara. Una vez de cuclillas y encarando al pequeño, acarició nuevamente su mejilla. —¿Sabes? Creo que él debería aprender de ti.— Dijo, pensando en lo afortunada que será aquella que él tomaría por pareja.

—Pero soy menor que él.

—Que seamos los mayores no nos hace siempre un buen ejemplo a seguir.— Refutó con pesar, incorporándose y abriendo la puerta.

Stolen kisses [Drabbles and One Shots Jelsa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora