"Way out of my league" One-shot

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—Deberías hablarle—. La voz de Tooth la hace saltar y apartar rápidamente los ojos de Jack Frost, que charla tranquilamente con algún otro chico del equipo de Hockey.

—Ya hablo con él—. Replica, no hace caso negar que lo observaba, Tooth ya lo sabía todo.

—Me refería a otra forma de hablar y lo sabes—. Ella está recostada contra los casilleros del complejo deportivo. Cruza los brazos de un hermoso color moreno bajo su pecho y la inspecciona con esos ojos morados que destellan.—Invítalo a salir.

—No, ni hablar—. Embute su uniforme en el bolsillo más grande de su bolso. —Él está... muy fuera de mi liga.

—No creo, Elsa—. Dice.—Tú eres muy bonita, en serio.

—Gracias, pero no me refiero sólo al físico... son muchas cosas en las que yo simplemente no puedo seguirle el paso—. Resopla y mete la mano en su bolso, buscando a tientas el teléfono que, se supone, debería estar ahí. Pero es sólo tela lo que halla. Pronto, el recuerdo de los vestidores le ilumina la mente y tuerce los ojos con frustración. —Lo que faltaba, dejé mi teléfono en los vestidores. Iré a buscarlo, espérame aquí.

Tooth asiente y la ve partir por el pasillo que las sacó del coliseo.

Con los labios apretados mira a Jack que se ha quedado solo con ella en el lugar; está revisando algo en su teléfono, de pie junto a la entrada, gracias a esto, la luz recorta la silueta de su bonito perfil caucásico. Sabe que es estadounidense, pero también ha escuchado que tiene ascendencia rusa por parte de su tío Norte, y que su familia está muy involucrada con la cultura y el idioma. Eso le da un tierno, casi imperceptible acento al hablar.

De cabello inusualmente blanco, y ojos brutalmente azules. Jack siempre fue el tipo de belleza convencional que aún así atraía a todos. Incluyéndola a ella, pero claro, Elsa nunca  se enteró.

Ni siquiera puede recordar cuándo fue que él comenzó a gustarle. Tal vez cuando la acompañó a casa luego de que la entrenadora la obligara a quedarse dos horas más como castigo por su retraso y él convenientemente se había quedado también para practicar algo más por el partido que tenía al día siguiente. Fue un gesto tan dulce, que ella no pudo evitar pensar que tal vez él podría sentir lo mismo.

Es decir, nadie lleva en su auto a una chica que, en ese entonces, acaba de conocer ¿cierto?

Desde esa vez, su mente se dio la licencia creativa de imaginar lo que sería estar con él, que eso de llevarla a casa después de entrenar se les hiciera costumbre, o remplazarlo directamente con citas dulces e improvisadas, donde él la abrazaba y besaba  bajo promesas eternas.

Tal vez excesivo, pero no pueden culparla.

Incluso seis meses después, quiere estar con él, con tantas ganas, que su corazón late apresuradamente porque se siente a contrarreloj. Anna saldrá pronto del entrenamiento con su equipo de soccer, ella sólo acompañaba a Elsa hasta que Anna saliera para que ambas hermanas se fueran, y Elsa encontraría pronto su teléfono.

Ni siquiera nota cuando sus pasos la dirigen hasta Jack, ni tampoco cuando lo saluda.

—Hey, Tooth—. Guarda el teléfono en la parte trasera de sus jeans. Tiene esa sonrisa de dientes blancos y perfectos, su nariz es tan fina que apenas y se expande cuando curva los labios. —¿Qué pasa?

—Yo...—. Para empezar, no tiene ni idea de qué hace ahí.—Creo que... quiero decirte algo.

La expresión relajada de Jack se turba en preocupación y se encorva ligeramente para llegar más cerca de su rostro. Los arreboles en las mejillas de ella no pueden ser más obvios en ese ángulo, está bochornosamente segura.

Stolen kisses [Drabbles and One Shots Jelsa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora