"Coffee & Tea pt.2" drabble

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(5/5)

De nuevo, a ti, mi Yoshi. Este fue el último de mis escritos que leíste y aprobaste, te amo por siempre.

Hace frío, mucho frío. Ninguno de los dos lo había percibido hasta ahora, pero del sexo al reposo hubo un drástico cambio de temperatura y ahora ambos, demasiado flojos y cómodos como para cazar sus prendas olvidadas a lo largo y ancho del apenas amoblado apartamento, se mecen en los brazos del otro mendigando por el calor corporal que las mantas alrededor suyo apenas podían replicar.

Jack, con el rostro felizmente arrullado entre los pechos de ella, consiente su piel con la acompasada respiración de su boca y nariz. Inhala y exhala. Desde que descubrió que dormir en el pecho de su novia era una opción, no se conformó más con contar ovejas y, a la vez, llevar un detallado conteo de los latidos de su corazón se convirtió en su actividad favorita. Elsa sonríe cuando lo escucha reírse solo: alguna cosa habría pensado, razona ella.

Desde que conoce a Jackson Overland, tardó lo mismo que toma mirarle a los ojos para saber que su cabeza era otro universo totalmente aparte del que acostumbraba. Aprendió, mientras lo amaba, que tenía planetas para cada emoción y nunca terminabas de explorar sus reacciones si alcanzabas los lugares específicos, también galaxias de sueños reflejadas en sus ojos y estrellas brillantes en la boca como dientes. Su Jack era de otro mundo, una estrella fugaz que por suerte atrapó con una red y ahora atesoraba con un apremio que para varios resultaba exquisito.

Con los dedos, finos y cortos, ella deshizo los nudos de su cabello y notó algo en particular. Al extender las manos a la superficie, fuera del océano que, en algún tiempo fue de un marrón oscuro y ahora se decoloró a blanco, sus falanges tardaban un poco más en liberarse de las hebras desordenadas de su amante. Eso la llevó a una obvia conclusión:

—Veo que alguien necesita un corte— dijo, como si lidiara con el más cauto de los ciervos.

Y es que, como lo premeditaba, Jack se quejó, buscando enderezarse de su abrazo. Elsa lo mantuvo quiero en su pecho. El metal del piercing en su ceja se sentía helado contra la clavícula caliente de Elsa.

—Odio que toquen mi cabello.

Elsa no respondió, solo lo miró, enarcando una ceja.

—Tú eres diferente, no me molesta que tú lo hagas. Pero me rehuso a ir a una peluquería— lanza al aire con tono decidido. A Elsa, ese tono le recordaba a un niño que afirmaba ser un pirata. Por poco y olvida que la razón por la que están ahí, es porque Jack, siendo todo un joven adulto, se acababa de mudar a su primer apartamento y simplemente se les dio por estrenar la cama.

—De acuerdo, niño, no me dejas más opción—. Se levanta de la cama y arrepiente de inmediato pues realmente hace un frío que te cagas y ella sólo está utilizando sus panties.

Pero, sin intención de perder el respeto que Jack tiene hacia ella como la mayor de ambos, se mantiene firme y roba su camiseta del suelo, mientras que alcanza también los pantalones deportivos de él y se los arroja al rostro.

—Más te vale decirme dónde están las tijeras— sentencia, como si Jack la escuchase y no estuviera viéndole las piernas y el culo.

Minutos más tarde, luego de esculcar en las cajas marcadas que hacen incómodas torres barraba-paso en la sala, Elsa lo tiene manso en una silla de la cocina, sorbiendo entusiasta de una pajita. Nada que un Caprisun no resuelva.

—Ninja me está juzgando— comenta Jack, regresándole la intensa mirada al border collie negro que lo mira, inclinando la cabeza.

—Claro, si tienes el cabello tan largo como él, posiblemente te está resintiendo— responde la mayor, concentrada en su tarea.

Jack abre la boca, indignado. Gira la cabeza para acotar algo, pero la mano de Elsa es más ágil y lo toma de la mandíbula para regresar su cabeza al frente.

—No te muevas, tonto—. Elsa, a punto de liberar la mandíbula de Jack de su agarre, nota una rasposa y familiar textura. Acaricia con los pulgares para corroborar y niega con la cabeza —, también podrías afeitarte. Comienzo a creer que lo haces a propósito.

Jack no responde, solo bebe su Caprisun en silencio y acaricia la cabeza de Ninja en lo que Elsa acaba. ¿Realmente se había dejado crecer un poco el cabello y la barba para que Elsa lo arreglara?, claro, y nadie puede juzgarlo por ello.

Lo haría solo, de hecho, eso es lo que pasa la mayoría del tiempo. Pero de vez en vez tiene el capricho de querer que su novia sea su estilista personal y alguna que otra vez no se lo niega. Cualquier regaño de ella vale totalmente la pena si puede tenerla así de cerca suyo, regalándole besos porque ha cooperado bien. Que Jack hiciera esas cosas a propósito eran una verdad que ninguno admitiría en voz alta, un secreto compartido.

Luego, ella pasa a sentarse en su regazo, manipulando con los dedos en su mentón, la posición de su cabeza para facilitar el paso del rastrillo por la línea de su mandíbula. Jack, como siempre, adora lo preciosa que se ve concentrada, con el ceño muy sutilmente fruncido y briznas de crema para afeitar en los labios y sus alrededores, pues le dio un beso apenas se la aplicó.

—¿Puedo cambiarte los piercings cuando termine?—sonríe. La luz iridiscente que se cuela tras el vidrio de las ventanas desnudas, le cruza el rostro y Jack está seguro de no haber visto una mujer más perfecta en toda su jodida vida.

—¿Qué tienen de malo estos?— pregunta, lejos de ofenderse. Repentinamente, el rubor escala al rostro de Elsa y deja el rastrillo a un lado para alcanzar su bolso.

—Nada, de verdad, es que con Tadashi y Honeymaren fuimos a una feria...—. Revuelve el contenido de su cartera hasta hallar lo que quiere —y vi estos que me recordaron a ti.

En esencia, los piercings que Elsa le enseñaba guardados delicadamente en una bolsa transparente, eran casi lo mismo que los que llevaba puestos pero en dorado.

—Y sé que prefieres la plata pero...

—Me encantan— la interrumpe con una sonrisa —,termina pronto para que puedas ponérmelos.

De inmediato, los ojos de su Elsa brillaron y asintió, regresando a su labor segundos después.

Si bien era cierto que Jack nunca fue muy fan del oro, que Elsa hubiese pensado en él y eso le bastara para comprarlo, literalmente solo porque le recordó a él, convertía el dorado en su color favorito.

Lamento tardar en publicar esto, pero tengo el alma hecha pedazos en este momento.

Sin embargo, debía hacer un último esfuerzo por Yoshi antes de retirarme un tiempo (espero no sea mucho) de Wattpad.

Espero me comprendan.

Gracias por leer.

Con amor, Nani.

Stolen kisses [Drabbles and One Shots Jelsa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora