Day 11: "Drowning!" Drabble

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11. Nadando

El aire se sentía fresco, como renovado por las noches junto al rocío que aún le costaba despedirse de las pocas rosas entre tanta vegetación que veía en el camino. Podía sentir también las particulas de sal pululando a su alrededor, adhiriéndose a su piel, y si abría un poco la boca, sería capaz de sentir el sabor en su lengua.

Solarium era una isla pequeñita, con más muelles que casas y esas mareas que corroen los autos, obligándote a tapizarlos con pintura para botes. Contaba con sitios turísticos, pintorescos y una música folclórica que dejaría nostálgico al mas furibundo de todos. Para Elsa aún era un reto acostumbrarse al clima cálido en comparación a Overland, un paraíso helado cuyos días se distinguían a penas por una ligera claridad que lograba colarse por entre las inmensas nubes que rodeaban casi todo el tiempo el firmamento fragmentado.

Mientras Anna y Rapunzel coreaban una canción de la radio, y Mérida babeaba su hombro derecho. Elsa apoyó su brazo sobre el metal del coche, hirviente bajo su piel, sintiéndola enrojecer. Pensó, mientras veía el auto de los chicos siguiéndoles de cerca por el retrovisor, en como toda aquella idea loca de irse a vacacionar en la casa de los padres de Rapunzel había surgido.

Todo empezó cuando Anna terminó con su novio de aquel momento, Hans. Se le veía deprimida, agobiada y todo lo que la rodeaba le recordaba a él. Sus padres, lejos de querer rodar los ojos como ella, le aconsejaron un cambio de rutina, a lo que la menor de las hermanas se vió bastante atenta.

La mayor de ambas, que no creía que aquello fuera a materializarse, como generalmente ocurría con los consejos de sus padres, se sorprendió cuando en menos de tres días ya tenían una preciosa casa de verano disponible para ellas toda la temporada, cortesía de su prima Rapunzel. Anna, en su afán de hacer de todo una fiesta, se apresuró a invitar a los chicos, que encantados aceptaron y fueron los encargados de subir las pesadas hieleras cerveceras a los baúles de ambos autos.

—¡Escoge de una puta vez un carril, Anna, nos vamos a accidentar!— Hiccup sacó la cabeza desde el asiento conductor en el auto de atrás, con la brisa interponiéndose al sonido de su voz, pero fue perfectamente escuchado por la pelinaranja.

—¡Lo lamento! ¡Es que tengo sueño!

A Elsa se le heló la sangre junto con el resto de las chicas en al auto.

—¿¡Qué!?

—¡Que los ojos se me cierran!

El chirrido del frenazo que metió Hiccup atrás, las hizo detenerse igual.

—¡Anna, no puedes conducir estando somnolienta! ¡Nos puedes matar!— levantó la voz a su hermana menor que se encogió en sí misma, y sintió a Mérida espabilarse a su lado.

—Bueno... si me gritas así ya se me quita el sueño.

Toda bufaron.

—¡Hiccup, Anna no puede conducir así!— le grita Mérida a su pareja, que ya había salido del auto y caminaba en dirección a ellas.

—Por supuesto que no. Eso es estupido. Vamos a cambiar de conductores, ahora.

Todas las pasajeras se miraron confusas entre ellas, ninguna sabía conducir a excepción de Anna. Hiccup pareció notarlo y soltó aire, indignado.

—¿Ninguna conduce?

Negaron lentamente con la cabeza. El de ojos verdes apretó los labios y golpeó con delicadeza el techo del vehículo. —Bien... Anna, igual ve a la parte trasera, no vas a seguir así.

—¿Pero quién va a...?

—¡Jackson!— la sola mención de su nombre la hizo sonrojar. Pronto, el aludido apareció junto a su amigo, observándolas con diversión tras las gafas de sol que le quedaban ridículamente bien. —Tú conduces aquí. Anna tiene sueño y no es prudente que maneje.

Stolen kisses [Drabbles and One Shots Jelsa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora