"Sleepover" drabble

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—¡Buenos días!— los mellizos Frost cruzan el umbral de la puerta. La cocina está abarrotada de comida y Elsa leía un libro en la tranquilidad de su silla, con la camiseta de su esposo y unos pantalones de pijama que probablemente también eran de él. Mira sobre sus gafas de lectura a sus hijos mayores; regala una dulce sonrisa a ambos.

—Se ven adorables— se muerde ella el labio inferior. No podía creer que sus retoños tuvieran trece años ya, el tiempo pasaba volando.

Adella, la chica idéntica a su padre, rueda los ojos y besa la mejilla de su mamá.

—Ya estamos a mitad de año escolar, mamá,— sentada en la silla, aparta la mano de Arren, que intenta robar el tocino de su plato —¿hasta cuándo seguirás diciendo lo mismo?

—Hasta que vuelvan a ser mis bebés— pucherea. ¿En qué momento habían dejado de ser las bolitas arrugadas y rojas con las que salió del hospital?, extrañaba profundamente esa sensación de dormir con un recién nacido en el pecho. Sus hijos estaban creciendo y ella daría lo que fuese por parar el tiempo justo ahí —, ¡Jack, tengamos otro bebé!

En ese preciso instante, entraba el amor de su vida con Selene, su pequeña de seis años, en brazos.

—Eso dices ahora, pero nueve meses después estás insultándome en el hospital porque fui yo quien te hizo eso— responde Jack, aún incrédulo de pensar que era Elsa quien desde el principio de su relación había dicho que no le interesaba tener hijos.

Y ahora tenían tres, ¿quién lo diría?

—¿Qué fue lo que te hizo papi, mamá?— Selene fruncía las cejas y apretaba su vaso entrenador lleno de jugo de naranja.

Los mellizos estallan a carcajadas y la pareja de casados se mira con pánico.

—Esto va a ser bueno— Arren deja de lado su preciado bowl de avena para observar lo que sus padres harían a continuación.

Mientras tanto, el matrimonio estaba en medio de una discusión utilizando sólo sus ojos. Finalmente, el peliblanco fue quien perdió.

—B-bueno, cielo, la verdad es que...

—Hacer bebés es un trabajo en equipo.

—¡Arren!

—¿Qué?, Ya les ahorré parte del trabajo.

–¿Por qué?— la pequeña Selene miraba a los mayores de su familia como bichos raros.

—P-pues por que...— Elsa no encontraba las palabras, y es que ninguno realmente sabría cómo explicarle el sexo a una niña de seis años. Su marido y ella eran los menos indicados, eran expertos en la práctica, pero la teoría.... No tanto —¿sabes?, le dejaré esa duda a tu maestra, para eso pagamos una escuela privada.

—Pero...

—¡Cielo, termina tu avena, se hace tarde!— Jack embute una buena cucharada en la boca de su niña y le acaricia el cabello, rogando porque no hiciera más preguntas. —Y es en serio, apresúrense o no llegaremos a tiempo, ustedes dos.

—No es mi culpa,— Adelle, con toda parsimonia, revolvía su desayuno con la cuchara —si Arren no se hubiese tardado tanto arreglándose, probablemente ya estaríamos saliendo.

Elsa frunce el ceño recordando que, efectivamente, su hijo tardó más tiempo del usual encerrado en el baño.

—Eso es cierto, Arren, ¿por qué tardaste tanto? ¿Te sientes bien?

Mientras Arren enrojecía, en la cara de su hermana gemela creció una sonrisa maliciosa, siempre encantada de avergonzar a su hermano.

—Claro que se siente bien, mamá. Sólo quiere impresionar a una chica de nuestra clase, ¿no ves como utiliza cantidades industriales de gel para cabello?

Stolen kisses [Drabbles and One Shots Jelsa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora