"Befriend pt.1" one-shot

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ADVERTENCIAS: esta historia contiene escenas sexualmente explícitas y constantes, además de ser un cliché andante. En realidad es la más "sexosa" que he escrito, en serio, es MUY "sexosa".

Mención de fetiches y lenguaje malsonante. Sin son sensibles a alguno de estos asuntos, omitan esta mini-historia.

Sin más, disfruten.

Elsa siempre tuvo un complejo con todo lo que respectaba al sexo. Los chasquidos de besos provenientes de su hermana que medio fornicaba con su novio, ambos casi recargados en ella en ese amplio sofá, se lo confirmaron. Nunca supo exactamente qué era; ¿algún tipo de fobia? ¿Asco?. Sin duda era capaz de sentir excitación, lo comprueba cada que, como presidenta estudiantil y voluntaria deportiva, recoge las toallas del equipo de soccer y hay un par de cuerpos desnudos cerca de ella mientras mantiene la mirada gacha en su canasta. No obstante, es una sensación aturdidora entre sus piernas que le hacía entrar en pánico y pensar en las cosas más asquerosas posibles para entrar en razón.

¿Ha intentado el auto-placer? Sí, pero lo pensó demasiado y la calentura se apagó. Además, lo consideraba algo tan predecible al ser ella misma la que lo hacía, que simplemente no se veía a sí misma encontrando placer de esa forma. Su madre, una sexóloga, de las más imprudentes en su campo, le dijo alguna vez que era saludable conocerse a sí mismo a través de la masturbación y saber lo que le gustaba. Sin embargo, Elsa simplemente no sentía nada, absolutamente nada en cada intento. Así que sólo se encogió de hombros y se decidió por evadir el tema en cada conversación que tenía, o simplemente apretaba las piernas y pensaba en cosas horribles para no tener que lidiar con la incómoda humedad en su ropa interior. Sobrevivió 18 años en eso, no cambiaría nada.

Entonces, decidiendo que ha tenido suficiente, se levanta del sofá y al instante Kristoff y Anna caen de espaldas sobre la mullida superficie, ni se inmutan. Con un escalofrío, Elsa sale de la fiesta improvisada en casa de los hermanos genio, Hamada, y llega al pórtico en busca de aire fresco. Y lo consigue por un par de minutos. Pero luego, el crujir de una llama pequeña y el petulante aroma a cigarro que la rodea después, le hace girar la cabeza a la morena de ojos morados recargada en la pared.

—¿Te molestaría?— pregunta con irritación. La cabello de colores, se encoge de hombros y le extiende una cajetilla de cigarros más un encendedor.—No, no quiero. No me refería a eso.

—Ya veo...— murmura como si una hipótesis hubiese sido comprobada. —entonces ¿quieres que lo apague?

—Por favor. Si no es mucho pedir— casi suplica, Elsa.

Las pestañas contrarias se baten mientras la recorren con curiosidad. Da una última calada al cigarro y deja que la colilla muera bajo su suela.

—Gracias— dice Elsa.

—No hay de qué— suspira. —... sólo buscaba algo con qué entretenerme en esta porquería. Pero ya estás aquí— una sonrisa, preciosa y genuina se asoma en los labios de la chica desconocida.

—Pero ya estoy aquí— repite Elsa en un murmullo. —pues sí, esto es terrible.— se burla.

—¿Todo es así de aburrido aquí?

Elsa abre sus ojos, no lo suficiente como para que la chica lo note. Era muy raro tener gente nueva por ahí.

—Supongo que sí— se encoge de hombros— ¿No eres de aquí?

—Nope— dice y se sube a la baranda de madera blanca que parece destellar aquella noche. —Burgess.

—Vaya...— alza sus cejas —la epítome de la decadencia.

Stolen kisses [Drabbles and One Shots Jelsa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora