Day 6: "sh, be quiet" drabble

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3. Intercambio de ropa.

—Els...— el peliblanco batalló para despegarse de los labios de su amante. —nos van a ver.

—Tranquilo, no lo harán, me aseguré de tener la casa despejada para esta noche.— respondió de forma corta para volver al beso fogoso que había sido cortado a la mitad.

Era sábado por la noche, y generalmente las demás chicas de la residencia salían a beber con sus amigos por ahí o seguramente en busca de alguna otra opción más entretenida, para luego regresar a su hogar la mañana siguiente con marcas de su noche furtiva con algún posible extraño.

Elsa sin duda era más de ese tipo, libertina, sin mayor preocupación o atadura que la mantuviera estable en un solo lugar, incapaz de permanecer más de tres semanas con una misma persona, y lo sabía porque llevaba la cuenta.

Lo curioso es que de un par de meses para la fecha actual, aquellos comportamientos casi inconmovibles, adheridos con brea a la personalidad de la rubia, se habían visto evidentemente aplacados a raíz de la presencia del peliblanco que había conocido hace unas siete fiestas atrás.

Él era igual a ella, un jugador de los grandes. Su instinto de don Juan lo había despertado la iniciación que tuvo que hacer la noche que definiría su estadía en la fraternidad Kappa Kappa Beta.

Esa ocasión estaban seguro de haber tenido más orgasmos que cualquier otro día de su vida, y él no era tampoco un virginal. Todo cortesía de Toothiana Fairy.

Ambos tenían en común algo, su estrategia para jugar.

Como cualquier tipo de juego, cada persona tiene una estrategia, modus operandi, como quieran llamarle. Incluso si se trata de relaciones pasajeras con fecha de caducidad para la mañana siguiente. El de ellos era bastante simple, un tanto neanderthal si lo veían desde otra perspectiva. Pero tampoco podía esperarse menos si eran dos jóvenes poco ortodoxos.

Consistía en ingresar sin mayor complicación a una de esas salvajes fiestas, características de su universidad y sentarse en algún lugar estratégico con tal de observar a cada persona en el lugar. Si se encontraban con alguna que llamara su atención, se limitaban a acercárseles y plantarles un beso que procuraba robarles el aliento. Ya después sólo quedaba esperar por la reacción de la otra persona y ver a qué punto lo llevaba. Si de lo contrario, esto no ocurría, procedían a dejar la fiesta e ir a la siguiente o simplemente disfrutar de lo que quedaba de aquella.

Era un juego arriesgado, pero con las apariencias atractivas de ambos era significativamente más fácil y ventajosa esa forma de jugar.

Eran prácticamente idénticos, atractivos, jóvenes, sexualmente activos y con una ardiente personalidad.

Lo que no sabían era que Fuego más fuego daba como resultado un incendio aún mayor.

Por eso se encontraban ambos ahí, recostados en la cama de la mayor, comiéndose la boca como náufragos recibiendo alimento por primera vez, sedientos y con los labios del otro figurando como su oasis personal.

Ya Elsa se había desecho de la camiseta del ojiazul, pasándola por encima de su cabeza con sencillez, quedando en igualdad de situaciones, puesto que su blusa, igualmente blanca, había sido retirada con anterioridad y estaba en algún punto ciego bajo sus cuerpos. Sin despegarse del beso, sus pequeños dedos recorrieron la superficie musculada del más pequeño en edad, alcanzando con éxito y maestría la bragueta del pantalón contrario, sintiendo casi que con gloria el zumbido de la cremallera al bajar.

A punto de escabullir su mano a la entrepierna de Jackson, ansiosa por lo que sabía que iba a encontrar, unos pasos acelerados los hicieron frenar.

Stolen kisses [Drabbles and One Shots Jelsa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora