Joaquin Phoenix - Imaginas & One Shots

Avión - Ray Elwood

De Buffalo Soldiers (2001)
Perdón, pero ayer volví a ver la peli y no me aguanté...

El trabajo como reportera en el lado Occidental de Berlín era algo que tenías que tomar.

Era un trabajo muy bien pagado, sin pensar en que vivirías, por fin, sola, en una linda casa con todo pago. Solo debías llevarte algunas cosas; cuadros, ropa, libros. Lo demás, te lo brindaba el regimiento.

Te iban a estacionar en la base norteamericana en las afueras de Berlín. Muchas familias de soldados vivían allí, por lo que los residentes no eran solamente militares.

Trabajarías mano a mano con el secretario de Batallón de Suministros. Él haría los informes diarios del regimiento, y tú los transmitirías en la radio junto a las noticias del mundo.

Pero por ahora estabas allí, en el avión que te llevaría al regimiento desde Berlín. Eran las diez de la noche, y las dos cajas con tus pertenencias estaban en el depósito del avión.

Iban muchos soldados, mayormente jovenes y con apariencia de asesinos y drogadictos. Algunos ya tenían el uniforme puesto, y otros no. Nuevos, como tú.

Y luego estaba ese joven que acababa de subir al avión, y que era mucho más guapo que los demás. Llevaba una chaqueta de cuero negra y el cabello echado hacia atrás.

Y se acercaba lentamente hacia donde estabas. No podías quitarle los ojos de encima, pero lo hiciste, mirando por la ventana.

— ¿Disculpa? — dijo, lo que te hizo mirarlo. — Ese es mi asiento.
— Oh, claro. — respondiste, visiblemente ruborizada. — Lo siento.

Te pusiste de pie, pero él te observó unos segundos, viendo tras la pequeña ventana. Y puso una mano en tu hombro.

— ¿Sabes qué? Mejor quédate allí. Será mejor para ambos.

Tenía una sonrisa encantadora. Se sentó a tu lado, en el asiento del pasillo. "¿Será mejor para ambos?" ¿Qué había querido decir?

El atractivo joven masticaba chicle, mirando hacia el resto del avión. Estaba muy nervioso, se notaba.

Dos veces desde que se había sentado había hecho el amague de prender un cigarrillo, pero no se podía fumar.

No habías notado la forma en que te miraba desde que localizó su asiento, hasta el momento en que desvió sus ojos de tí cuando volteaste para hablarle.

— Oye, discúlpame. — dijiste, por lo bajo. — ¿Te sientes bien?
— Si, claro. Bueno... No en realidad. Estoy bien, pero algo asustado.
— ¿Del avión?
— De las alturas.

Suspiraste, asintiendo con la cabeza. A tí solía sucederte, pero no en los aviones, sino en los edificios. Si no había reja o vidrio que te cubriera de una inminente caída, no tenías miedo a caer.

— ¿Entonces no te molesta para nada que me haya quedado aquí?
— ¡Para nada! — rió. — Mejor si no puedo mirar hacia abajo. Además, no es un viaje largo. Solamente dos horas.

El piloto encendió las turbinas del avión. La respiración del joven cambió. Se volvió más pesasa y rápida.

— ¿Cómo te llamas? — dijiste.
— Soy Ray Elwood. Pero todos me llaman Elwood.
— Elwood. ¿Y eres soldado?
— Si. Especialista nivel 4 en el Batallón de Suministros. Tenía una pasantía y volví a Estados Unidos un par de días.

Siguieron charlando unos minutos más en los que te presentaste, le explicaste sobre tu trabajo, y más. Elwood estaba encantado contigo, y sabía tan bien como tú que estabas hablándole para que no estuviera tan nervioso.