Shhh - Cómodo (parte 1)

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De Gladiator (2000)

Suspiró al ver la enorme cantidad de papeles frente a él, en el escritorio.

Frotó sus sienes con una mano, mientras comenzaba a pasar las páginas con la otra.

Las velas lanzaban chispazos, como avisándole que comenzaban a extinguirse. Llevaba dos horas sin parar de leer.

Debía terminar esa misma noche. Se lo había prometido al Senado. Se lo había prometido a ella.

A tí.

Cómodo había quedado fascinado contigo. Ese día había comenzado muy diferente a los demás días.

La llegada de los emisarios siempre eran todo un espectáculo. Al emperador le gustaban los espectáculos.

Pero el emisario de Grecia estaba enfermo hacía dos días. Y justo era su turno de intentar llegar a un par de acuerdos con el joven César durante la sesión de ese día del Senado.

Nadie se pensó que tú, su hija, podías hablar con tanta razón y sabiduría frente a todos.

En especial Cómodo.

Pero apenas comenzaste a explicar su propuesta, y a disentir ante lo que los senadores decían, Cómodo sonrío para sus adentros.

Ninguna mujer lo había hecho sentir así. Fue como si cayera en un pozo, como si por primera vez alguien pensara como él.

Sentía que los senadores te odiaban. Y eso le gustó de tí. Le encantó.

Lo excitó.

Cuando la última vela se apagó, Cómodo suspiró. No era un suspiro de cansancio. Era de placer.

Placer sólo de pensar en tí. Tu imagen, y en especial tu voz lo habían calmado en el Senado, y ahora mismo.

Se había relajado tanto, que se había quedado sin energías suficientes para leer las últimas páginas. Sólo eran dos o tres. Pero ya no tenía ganas de seguir.

Sólo quería pensar en otra cosa. Y sólo estabas tú para llenar su mente en esos momentos.

Los últimos minutos, no había podido dejar de imaginarte de pie ante todos. Y como te habías dirigido con total firmeza hacia él, el hombre más poderoso del mundo.

Su fuerte y dominante mano derecha bajó de las páginas hacia su regazo. La dejó justo sobre su muslo, apoyando su cabeza en la mano izquierda.

No había nadie cerca. Nadie podía verlo.

Llevó su mano a su entrepierna, justo sobre su escroto. Y comenzó a frotarse por sobre la fina seda muy lentamente, casi un cosquilleo.

Cerró los ojos para disfrutar más, para verte por completo frente a él. Sonrió apenas, suspirando por el leve placer, descansando su barbilla entre su otra mano.

Sus jadeos eran casi imperceptibles. Necesitaba más fricción.

Decidió levantar un poco su túnica, metiendo la mano entre sus pantalones hasta poder liberar su erección.

Comenzó a masturbarse mucho más rápido y fuerte. Su piel parecía quemarse ante su agarre. Sus jadeos comenzaron a ser cada vez más fuertes, aunque cuidaba que no fuera así.

Pasó cerca de tres minutos masturbándose, y estaba a punto de correrse. Sabía que no iba a durar mucho más por lo excitado que estaba.

Deseaba el clímax. Deseaba llegar ya mismo. Pero disminuyó la velocidad para durar un poco más, al menos un minuto más.

Joaquin Phoenix - Imaginas & One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora