Joaquin Phoenix - Imaginas & One Shots

Partners - Joe (parte 2)

Manejabas por la carretera, no muy rápido. La chica te estaba observando. La veías con el rabillo del ojo.

Para cuando volteaste apenas, ella miró al frente, con temor de que la hubieras visto.

- Si me quito ésto, ¿puedo confiar el tí?

Tenías una mano en el pasamontañas.  La chica asintió varias veces. Intentó no observarte una vez que tenías el rostro descubierto.

- ¿A dónde vamos?

La miraste apenas. Era la primera vez que hablaba. Su voz era casi un susurro.

- Te llevaré con tu padre.
- Pero mi casa queda para el otro lado.

Niña lista.

- Debo encargarme de algo primero.

Silencio. Silencio hasta que llegaste al destino. Cuando frenaste el auto, la chica te seguía observando.

- ¿Estás bien? - dijiste, casi entre dientes.

Negó.

- ¿Estás herida?

Negó otra vez. Sabías que el tipo la había violado varias veces desde que había desaparecido.

Y en realidad no tenías una mínima idea de cómo tratar con ella.

Volteaste para poder verla directamente a sus azules ojos.

- Debo hacer algo aquí. Quiero que apenas me vaya, cierres con seguro, ¿Sí? No demoraré.

La chica asintió. Bajaste del auto, y sacaste a Zinke del baúl. Sentiste las trabas de las puertas cerrarse una vez que te alejaste.

Cuando estuviste bajo el puente, sentías la típica adrenalina crecer en tí. Y el miedo crecer en Zinke.

- De rodillas.

Aún apuntándole con el arma, sacaste tu teléfono, uno de los tantos que tenías para éstas ocasiones, y abriste la cámara.

- Confiesa. Confiesa como mataste al hijo de Matthew Ramsons. Y como secuestraste a su hija. ¡Confiesa!

Cuando el video comenzó, Zinke se quedó mudo, sollozando. Hasta que al fin se dió cuenta de que no había escapatoria. Y habló.

La confesión solías entregarla a quien te había contratado, por medio de John. Es por eso que antes de actuar, comprabas un celular barato, con cámara.

Sacaste tu cuchillo. Zinke te observó, completamente helado de miedo.

- Maldita psicópata.
- Vamos, Zinke. Por favor. Tipos como tú me crearon a mí. Si soy una psicópata, ¿Tú que eres? ¿Un asesino amateur? Ví como dejaste al chico, maldito cerdo.
- Al menos mátame rápido, ¡carajo!
- Te concedo eso.

Volviste al auto luego de un rato, arrastrando el cuerpo. Annie seguía sentada allí, mirando al frente, en shock. Bien.

Sacaste las llaves y abriste el baúl, metiendo con fuerza el cadáver allí. Annie se asustó ante el ruido de las puertas destrabándose.

Entraste otra vez al auto. Y no dijiste nada. Tenías manchas de sangre en el rostro.

- ¿Estás bien? - dijo la chica, para tu sorpresa.
- Si. - sonreíste, para no asustarla. - Debo dejar el auto en un lugar. Luego te llevo con tu papá, ¿Okay?
- Okay.

Arrancaste, llevando el auto hacia el depósito. Se lo dejarías a Francis, un cincuentón que te había hecho el favor de destruir la evidencia luego de que mataras a un tipo que a su vez había asesinado a su esposa hacía unos años, apenas comenzaste los trabajos.