Estoy Cansado - Joaquin

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- No encuentro nada, cariño.
- ¿Algún documental?
- No otra vez. - dijiste riendo.

Joaquin amaba ver los documentales de asesinos en serie que solían aparecer de vez en cuando en Netflix.

Tenías un muy buen gusto por las películas, pero muchas de las que estaban disponibles en la plataforma no eran buenas. Las habías visto en algún momento, y eran aburridas o malas.

Aún así, ver a Joaquin quitándose los zapatos mientras se sentaba en el sofá te dió un vuelco en el corazón. Era tan adorable que realmente en ese momento no te importó qué ver.

Si sólo hubiera sido estática, la hubieras visto complacida estando a su lado.

Traía un balde de pochoclos y dos vasos de gaseosa en una bandeja, que dejó en la mesita frente a ustedes.

Apenas se acomodó a tu lado, lo abrazaste, ambas manos alrededor de su cintura y tu cabeza en su pecho.

- No se que tienes en contra de los documentales.
- No me gusta ver tantas muertes actuadas.
- Bueno, eso si te lo puedo permitir. Son malos actores.
- Ah, claro. Lo dices tú, Joaquin Phoenix, ganador de Oscar.

Se rieron juntos, mientras te daba un beso en la frente tiernamente y utilizaba una manta para taparlos a ambos.

Dejaste que pusiera uno de los tantos documentales que quería ver. Al fin y al cabo, te quejabas al principio, y acababas prestándole más atención que él.

Pasado un rato, sentías los ojos cansados. Eran cerca de las nueve y media de la noche, y solías dormirte muy tarde. O no dormías siquiera, por obvias razones.

- Joaquin.
- Dime, linda.
- ¿No estás cansado de mí?

Te miró, alzando una ceja exageradamente.

- ¿Qué dices?
- No lo sé. Estamos metidos en ésta casa hace como diez días, por la maldita cuarentena, el Coronavirus y eso. ¿No te estás volviendo loco estando sólo conmigo?
- ¿Cómo podría hacerlo?

Te dió un beso en los labios, y volvió a enfocarse en la televisión mientras daba un sorbo de Coca-Cola.

- Te surgen esas preguntas a veces, T/N. Y no se qué decirte realmente. Te amo. Te amo demasiado. Jamás me cansaría de tí. Es más. Me encanta estar en cuarentena contigo, solos los dos. Somos libres de hacer lo que queramos.
- Tampoco hacemos tanto, guapo.
- ¿Tú crees?

Su rostro de pícaro te absorbió por completo. Todas las noches pasaban horas gozando uno del otro, dándose placer mutuamente.

Según tú, era lo mejor para matar el tiempo. Joaquin sólo reía y aceptaba que le gustaba sentir tu cuerpo, sentirte a tí.

Pero durante el día - que también solían hacer el amor algunas veces si sus besos aumentaban la temperatura del lugar - solían matar el tiempo de cualquier forma.

Despertabas junto a él, y a veces no querías levantarte de la cama. Pero lo hacías. Te gustaba dejarlo dormir un rato más. Amabas su rostro, las muecas que hacía mientras dormía, intentando no despertar.

Te levantabas en sumo silencio, trayendo una bandeja con el desayuno, que dejabas en el suelo.

Lo despertabas con varios besos en el rostro, haciendo que abriera los ojos confundido.

Hasta que por fin te identificaba, te abrazaba, recostándote sobre él, trayéndote contra su torso desnudo, y te besaba. Sabías que sus ojos seguían estando algo pegados, adaptándose a la luz.

Pero cuando el verde pálido resplandecia de repente, bajo esas largas y bellas pestañas oscuras, era una visual hermosa.

Era esos días que pasaban horas en la cama, abrazados. A veces no decían nada. Sólo se miraban, sonriendo, entre besos y caricias.

Para cerca del mediodía, se levantaban de la cama. Y se quedaban en pijama todo el día. Prendías la televisión, observando las noticias sobre el avance de la pandemia.

Joaquin cocinaba. Era excelente. Y cada tanto, solías oirlo hablar sobre el medioambiente y cómo habíamos llegado a la pandemia. Sabías cuánto le gustaba demostrar que sabía mucho sobre nuestro mundo.

Luego de almorzar, se sentaban a jugar algún juego de mesa en el jardín. La vista desde Hollywood Hills era siempre bellísima. Toda la ciudad se extendía frente a ustedes.

Cuando acababan el juego, se recostaban en el césped, observando el cielo, abrazados, observando las formas de las nubes.

Solían jugar con sus perros, Soda y Oscar, a quienes habías aprendido a amar una vez que te mudaste con él. Eran animales criados con mucho cariño, como sólo Joaquin podía brindar.

Eran muy afortunados de tener un jardín en momentos así. Eras muy afortunada de tener a un hombre así a tu lado, tan maravilloso.

Para cuando estaban en la casa de nuevo, solías poner música y bailar con él. Joaquin amaba bailar a tu lado. A veces hip-hop, a veces baladas.

Sinó, agarraba su guitarra y comenzaba a cantar mientras te quedabas observándolo, totalmente enamorada, como si estuvieras admirándolo por primera vez.

Solías tomar una ducha a las siete en punto. Era bueno ser esquemática, y llevar una rutina para no estresarse.

Joaquin se quitaba la ropa, y rápidamente se metía a la bañera contigo.

Solía enjabonar tu espalda, dándote escalofríos al hacerlo. Y eso acababa en besos en tu cuello por su parte. Pero no querías hacerlo allí. Sólo salías rápidamente de la ducha, aguantando hasta la noche. Y así había pasado varias veces durante esos días.

Te gustaba observarlo al salir de la ducha, semidesnudo, con una toalla alrededor de la cintura. Estaba en su peso perfecto.

Te gustaba cortarle un poco el cabello cuando le crecía, y luego entrelazar tus dedos en sus ya grisáceos mechones. Y te gustaba que estuviera afeitado esos días. Se veía muy apuesto.

Ahora, que era de noche, no cenaban. Sólo comían algunos bocadillos. Estaban racionando la comida. No querías que Joaquin engordara durante la cuarentena, pues sabes bien lo mucho que le gusta comer comida chatarra.

Se sentaban frente a la tele, como ahora, y disfrutaban de algún documental o pelicula.

- Bueno, si. Eso si. - te reíste. - Pero hablo de hacer tanto aquí dentro. Estamos repitiendo una rutina todos los días, una rutina involuntaria que creamos con ésto de la pandemia.
- ¿Y no te divierte?

Joaquin bajó la cabeza, y te miró, con algo de preocupación.

- Me divierte estar contigo. Es sólo que, ya sabes, pasamos de toda ésta temporada de premios, de viajar por tantos lugares, de estar en todos los periódicos, a estar aquí sentados.
- Extrañas eso.
- Un poco, si.

Te sonrojaste. Al parecer la fama te gustaba más a que a él.

- Te diré algo, T/N. Estoy un poco cansado, justamente por eso de la temporada de premios. Y creo que ésto de la cuarentena auto impuesta me sirve para descansar un poco. Además, ya te lo dije, jamás podré cansarme de estar contigo. ¿Y qué mejor que ésto para pasar todo mi tiempo a tu lado?

Te quedaste muda, viéndolo boquiabierta. Esos momentos en los que decía lo que sentía eran los mejores. Era tímido, aún contigo. Lo besaste.

Disfutaste de su boca. Sabías cómo seguía la rutina: todas las noches habían acabado en la cama luego de ver la televisión.

- ¿Ésto no te cansa, eh?
- Jamás.

Se recostó sobre tí, dándote besos en el cuello mientras abría la camisa de tu pijama.

- La rutina acaba en la cama, Joaquin.
- Al carajo la rutina. - sonrió, de esa forma tan encantadora. - Lo haremos aquí ésta noche.

Joaquin Phoenix - Imaginas & One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora