Joaquin Phoenix - Imaginas & One Shots

Circus - Cómodo

Chic@s: estoy ocupada con la universidad, pero trato de publicar cuando puedo. Así que si los dejó uno o dos días ésta semana, es por eso. Aún así, escribo rápido, así que mañana o pasado les dejo otro.

De Gladiador (2000)

El gladiador rebanó a su oponente, lanzando su sangre hacia el aire como si fuera una fuente.

Tu esposo se movió en su trono, y sacó su lengua en un grotesco gesto que acabó al apretar los dientes con fuerza. Sin voltear, te habló.

- Siento que me arden los ojos, amor mío. - dijo con una sonrisa.

Tu corazón dió un vuelco. Sabía exactamente lo que te estaba haciendo, y estaba amándolo.

Sabías cómo al observar las masacres en la arena comenzaba a excitarse; y por lo tanto, eso hacía que tu pulso se acelerara.

Verlo excitarse siempre adhería emoción a tu cuerpo, incrementando tu deseo, haciéndolo crecer durante las horas que estaban allí, en sus tronos, esperando a poder irse para satisfacer sus deseos carnales.

- Muevan nuestros tronos más cerca.

Cómodo dió la órden sin quitar su vista de la arena debajo del palco en el que ambos se encontraban.

- ¿Mi señora? - dijeron los cuatro criados, que rodearon tu trono.

Asentiste, dejando que tomaran el trono y lo llevaran a escasos centímetros al lado de tu esposo. Les agradeciste con una sonrisa, y se retiraron con una reverencia.

Te acercaste a Cómodo, y le susurraste al oído.

- ¿Disfrutando los juegos, amor?

Tus ojos bajaron hacia su escroto, escondido bajo el faldín de la túnica, cubierta con las tiras de cuero de su armadura.

Sólo tú sabías lo que le ocurría en esos momentos. Y el hecho de que fuera algo secreto te encendió aún más.

Posaste tu mano en su muslo. Dejó de observar a los gladiadores y te dedicó una mirada pícara y lujuriosa.

Su boca permanecía en silencio, pero sus ojos lo decían todo: "Por favor, mi amor. No aquí. Nadie debe saberlo".

Dejaste tu mano otra vez en tu regazo, y pusiste tu atención otra vez en los juegos, sentándote en tu trono dócilmente.

Después de lo que pareció un año, la lucha fue ganada por un gladiador que francamente no te importaba, y que no creías que ganaría.

La fricción entre tus piernas era todo por lo que te preocupabas ahora. Mientras tu carruaje se dirigía hacia el palacio, Cómodo volteó hacia tí y susurró.

- Vamos directamente a nuestras habitaciones.

Entrelazaste tus dedos con los suyos y apretaste su mano con fuerza. Se quejó apenas por el dolor en un gemido mínimo. Soltar tu agarre denotó su urgencia, por lo que comandó a sus hombres que se apuraran.

No querías demostrar la prisa que tenían por su situación. Aún así, era imposible intentar no correr por los escalones del palacio una vez que llegaron.

Cómodo te guió escaleras arriba con su mano apretando la tuya. Ésta era su parte favorita del día. Y si bien le dolía aceptarlo, amaba ésto más que la arena misma.

- ¡Emperador! ¡Excelente! ¡Estábamos esperando su llegada!

Miraste hacia arriba. El senador Graco estaba al pie de la escalera, sonriendo, rodeado de senadores. Sentiste la decepción crecer en tu estómago.