Joaquin Phoenix - Imaginas & One Shots

Hace frío - Arthur Fleck

De Joker (2019)

El crudo invierno de Ciudad Gótica había arrivado.

Y cuando era crudo, no era broma.

Había veces que llegabas a pensar que pasar una noche en el exterior durante el invierno podía matarte.

Pero, en el momento que estabas viviendo ahora, parecía que eso no te importaba.

Sólo caminabas tomándote los brazos,  intentando calmar el frío con tus heladas manos.

Tus pies se hundían apenas en la nieve, y todo alrededor se desvanecía por los copos cayendo.

La oscuridad daba miedo. Las luces de las farolas apenas iluminaban la acera.

El peligro asechaba a cada esquina. No podías pensar en cómo habías llegado a acabar en la calle a altas horas de la noche.

Decidiste resguardarte de la leve ventisca debajo de el arco de entrada de un edificio.

Te sentaste justo contra la fría y oscura pared de cemento, como si eso fuera a protegerte de la nieve.

Miraste a un lado y al otro. Y sentiste como las lágrimas comenzaban a aflorar en tus ojos.

Las saladas lágrimas se vieron seguidas de sollozos. Bajos, casi entre dientes.

El llanto fue cada vez más sonoro, aunque te acallabas a ti misma con una mano en la boca.

— ¿Estás bien? — se oyó una voz.

Levantaste la vista. Un delgado y apuesto hombre, de unos treinta y tantos, estaba de pie ante tí.

Tenía ambas manos entrelazadas hacia adelante. Y te miraba preocupado.

— Oye. ¿Estás bien? — repitió.
— Si. — te secaste las lágrimas con el dorso de la mano. — Si. Estoy bien.
—Pues no lo pareces... Lo siento...

Dió vuelta el rostro, avergonzado. Sintió que lo que dijo estaba mal.

De repente se acercó más a tí. Levantaste la cabeza para hallar sus hermosos ojos verde pálido viéndote de lleno.

— Ven conmigo.
— ¿Qué?
— No puedes estar afuera. No con éste frío. Ven conmigo.

Desconfiaste de él. Era obvio. Era un total extraño. Pero el frío te estaba obligando a ir con él.

Podías aparecer congelada al día siguiente, y no estaba en tus planes morir.

Extendió sus enguantadas manos hacia tí. Las tomaste. Y te ayudó a ponerte de pie.

El frío te había dormido un poco las piernas. Apenas estuviste a punto de caer al suelo al ponerte de pie, y él te sostuvo entre sus brazos.

— Cuidado. Está resbaloso.
— Gracias.

Lo miraste. Y entre tu tristeza, le sonreíste. Él devolvió la sonrisa, asustado y tímido.

Te llevó a su apartamento, dejándote sentar en el sofá.

— ¿Quieres chocolate caliente?

Asentiste. Él asintió de vuelta, yendo a la cocina a servir un par de tazas.

El ambiente allí era muy acogedor. La estufa estaba encendida, asi que fue un total contraste al exterior.

— Te lo agradezco...
— Arthur. Me... Mi nombre es Arthur.
— Arthur. Me gusta. Te queda bien.

Te entregó la taza con suma delicadeza, como si le preocupase más tus manos que la taza en sí.

— ¿Cómo te llamas?
— Soy T/N T/A.