Daddy - Joaquin

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Estabas sentada en su regazo, en el sofá, sintiendo su erecto miembro entre tus nalgas.

Ni siquiera sabías cómo habían acabado así. Joaquin estaba de traje, acababan de llegar de una premiere.

Y luego ésto de repente.

Te sostenía, pasando sus manos en tus pechos. No podías verle el rostro. Sólo sentir sus húmedos labios y lengua en tu cuello.

Tu mente estaba completamente irradiada de placer. Exhalabas el poco aire que podías tomar ante la situación.

- Pero... Papi... No puedes...

No había forma, ninguna posibilidad de que pudieras tomar sus dedos por completo. Él quería hacerlo. Insistió en ello.

No tenías experiencia, y tenías miedo. Aunque una gran parte de tí quería sentirse penetrada por esos dedos.

Aún así, intentaste convencerlo.

- Soy muy pequeña... No cabrán... - dijiste, casi patéticamente.
- Lo harán.

Sus palabras salieron bruscamente de sus labios sobre tu oído de forma excitante. Sentiste escalofríos, y su determinada mano metiéndose por tu falda.

- Haré que los tomes, nena. - dijo con su lujuriosa y rasposa voz.

Un suave gemido fue emitido por tus labios mientras sus talentosos dedos acaricaban la tela de tus húmedas bragas.

Utilizó sus rodillas para separar tus piernas bruscamente en una posición que te hacía doler los músculos.

- Ya te estás mojando, muñeca. - se rió despacio.

Su voz era mucho más grave, sin perder tiempo de pasar su índice en tu clítoris.

- No actúes cómo si no lo quisieras...
- ¡Oh, Dios! - exclamaste, arqueándote por el placer mientras dirigía sus dedos a tu entrada.

Dejaste reposar tu cabeza en su hombro, con los ojos cerrados. Comenzaste a mover tus caderas frente a su suave toque en la caliente piel de tu vagina.

No podías evitarlo, se sentía demasiado bien.

- Eres una muñeca muy desesperada, ¿no? - dijo, riendo de nuevo, pasando de nuevo sus labios por tu cuello. - ¿Quieres que pare?

Sin aviso previo, llevó una mano a tu estómago, presionándote, dejándote sin la habilidad de moverte por sus dedos.

El placer era demasiado. Seguiste intentando moverte, sentías sus dedos humedeciéndose aún más.

- No, papi, no. ¡Por favor! ¡Quiero sentirlo...!

Y de nuevo, sin previo aviso, bajó tus bragas hasta las rodillas sólo con una mano, dejándote vulnerable ante él.

- Papi... Por favor... Se gentil... - susurraste, tus mejillas enrojecidas.

Gemiste cuando introdujo su dedo índice, tus paredes se apretaban a su alrededor, falange por falange hasta el final. Se sentía enorme dentro de tí.

- ¡Dime! Dime que tan bien se siente, princesa. - gimió en tu oído.

Besó el lóbulo de tu oreja mientras movía su dedo dentro de tí lentamente.

- Dile a papi que tan bien se siente, nena, ¡y te forzaré a venirte en mis dedos! - susurró jadeando en tu otro oído.
- Mmm, señor, por favor... M... Más... - le rogaste, sorprendida por tus propias palabras.

Parecías avergonzarte de decirlas.

- ¿Oh? ¿Así que un dedo no es suficiente para satisfacer a la pequeña muñeca? - se burló alegremente.

Joaquin Phoenix - Imaginas & One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora