El Regalo - Arthur Fleck

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De Joker (2019)

Te despertaste tarde. Era sábado, y ni tu ni Arthur debían ir a trabajar.

Aún así, cuando volteaste, Arthur no estaba a tu lado. No estaba en la habitación. No estaba en el departamento que compartían. Estaba desaparecido.

Tal vez había ido a comprar algo de almorzar, te dijiste. Pero era extraño.

A él le gustaba quedarse contigo en la cama los fines de semana, acurrucado a tí, entre las sábanas. Amaba que pusieras tu espalda contra su pecho desnudo, sintiendo su suave piel en tu columna. Amaba entrelazar sus piernas con las tuyas, y descansar su rostro en tu cuello.

La sola respiración suya en tu piel te relajaba de forma tal que te dormías mientras él te abrazaba y te susurraba cosas románticas al oído.

Pero por alguna razón, Arthur no estaba ahora. Y te estabas preocupando. Las calles de Gótica eran peligrosas los fines de semana, pues había poca gente.

Te pusiste el pantalón del pijama, y te sentaste en el sofá. Te quedaste allí, pensando, mientras el agua en la tetera se calentaba para prepararte un té.

De pronto sonó el timbre de entrada. Te sobresaltaste. Arthur podría haberse olvidado las llaves.

Fuiste hacia la puerta, y observaste hacia el pasillo por la mirilla. No había nadie afuera.

Abriste la puerta. Había una caja allí. Blanca, con un moño rojo y una nota. La caja se movía.

Abriste el regalo. Un cachorro. Un pequeño cachorrito marrón, de la calle, que te observó asustado.

Llevaste tus manos a tu boca, ahogando un grito de emoción. Era hermoso. Lo tomaste, y lo miraste directamente. Él te besó la naríz. Sentías que ya lo amabas.

Cuando la emoción se pasó en unos minutos, sentiste un ruido a lo lejos, en el pasillo. Como unas pisadas. Había alguien escondido en las escaleras.

- ¿Arthur? ¿Eres tú?

Arthur salió de su escondite, con un fino suéter gris, una pequeña sonrisa y las manos en los bolsillos del pantalón de pijama. Mientras caminaba hacia tí, se peinó el cabello hacia atrás de la forma que tanto te enloquecía.

- T/N... Yo... No quería que me vieras. Pero pisé mal el escalón. El ruido...
- Arthur, por Dios, es hermoso. ¿Dónde lo...?
- En la calle. Iba caminando anoche, luego del trabajo, y lo encontré en el hueco de una pared. Me dió mucha pena. Así que compré una caja de regalo, y decidí traerlo, y darte hoy la sorpresa ¿Recuerdas la película que vimos el otro día en la tele? El chico le daba un perrito a la chica, y ella se volvía loca. Pensé que te gustaría... - sonrió. - ¿Leíste la nota?

Te encantaba cuando Arthur te explicaba las cosas como un niño emocionado. Lo habías notado extraño en la noche. Pero no le diste importancia. Había estado escondiendo al cachorro, cuidando que no lo fueras a encontrar.

Le diste el cachorro, al cual sostuvo entre sus manos con sumo cuidado.
Tomaste la nota del suelo, y la leíste.

"A mi ermosa T/N. Espero que te guste mi regalo. Se que por aora no podemos tener ijos, por la falta de dinero. Pero aun haci, quiero que cuides de este perrito, que nesesita tu amor. Y el mio. Te amo."

No te importaban los errores de ortografía. Ni nada. Cuando Arthur te escribía, sentías que te derretías, pues él podía plasmar mejor lo que pensaba y sentía en papel. Si bien tenía confianza contigo, aún era algo tímido a veces.

- Arthur, gracias. Hacía mucho que quería un perrito.
- Lo sé, amor. Lamento que a veces no pueda regalarte otras cosas. - miró al suelo, avergonzado. - Pero creo que cuidaremos bien de éste pequeñín.

Le acarició la cabeza. Te abalazaste sobre Arthur. Lo abrazaste y besaste, cuidando de no aplastar al cachorro.

Lo tomaste de nuevo entre tus manos, y le besaste la cabeza. El cachorro bostezó, haciendo que tú y Arthur exhalaran por la dulzura de la situación.

Luego llevaste tus labios a los de Arthur. Cerró sus ojos. Y se dejó llevar.

Te hiciste hacia atrás para recobrar el aire, y le sonreíste.

- Te prometo que seremos padres en algún momento, Arthur. Te lo juro. Y tú serás un buen padre.
- Aunque será lindo y listo como tú.
- Ah, si crees que no eres lindo y listo, no se que crees. Pero para mí, eres perfecto, Artie.

El cachorro los interrumpió antes de que pudieran darse otro beso, estornudando. Eso los hizo reir. Fue allí que se dieron cuenta que seguían en el pasillo del edificio.

- Ven, Art. Entremos a la casa. El pequeño debe tener hambre.

Arthur asintió, y cerró la puerta tras de sí. Traer un cachorro indefenso s la casa había sido un gesto muy lindo. Y gestos así, Arthur solía tenerlos contigo. No tenía dinero, pero no te importaba. Lo amabas despues de todo. Y él tenía un gran corazón, cosa que te gustaba aún más de él.

En esos momentos, Arthur y tú parecían flotar en un universo diferente. El mundo parecía detenerse. Y eso es lo que tú más disfrutabas. Compartir tu vida con él, a pesar de que te criticaran, hacía que te dieras cuenta que nunca tendrían a un hombre así a su lado.

Recordatorio: acuérdense de ver los Oscars. Estoy rezando a todos los santos (y también tendría que rezarle a algunos demonios, ahre) para que Joaquin gane después de tantos años. Lo tiene muy merecido. Así que... ¡mantengamos las esperanzas!

Joaquin Phoenix - Imaginas & One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora