La Esclava - Cómodo (parte 3)

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Estando al lado del río, observaron la corriente de agua. Era tenue, pero con el sol reflejando se veía hermosa.

- Deberíamos entrar, ¿No crees?
- ¿Estás segura?
- Claro, Cómodo. ¿Cuando fue la última vez que hiciste el amor en un río?

No era broma lo que decías. No tardaron en desnudarse e ingresar al río.

El nivel de agua les llegaba a la cintura. Estaba tibia. Perfecta. Se besaron con pasión. E hicieron el amor a la orilla.

Su miembro entraba y salía de tí con fuerza, mientras se sostenía de tu cabeza. Sentías la arena húmeda y caliente en tu espalda. Sus pieles se erizaron al pasarles la brisa fresca en sus cuerpos desnudos. Te tomaste de su trasero, y hundiste tus uñas en él, jadeando en su oído.

Aún asi, sentías que los observaban. Era imposible, pensaste, pues nadie vivía allí.

Rato después, te pusiste el vestido, y Cómodo el pantalón y las botas, cuando oyeron un zumbido.

Una flecha había pasado a tu lado. Se dirigía desde atrás. Alguien los estaba siguiendo.

- ¡Corre! - gritó Cómodo. - ¡No te detengas!

Otra flecha. Ésta vez al lado de tu cabeza. Te agachaste en instinto, llorisqueando.

Sentiste el zumbido de la tercer flecha. Pero no la viste pasar.

Solo viste a Cómodo cayendo a tu lado. Le habían dado en el hombro izquierdo. Y al llevar el cuerpo sin armadura, tenía una gran herida. Te detuviste en seco para ayudarlo a levantarse.

- ¡Cómodo!
- Estoy bien. No te detengas.

Rompió la flecha, quedando una parte en su cuerpo, y siguió corriendo. Estaba perdiendo sangre. Pero aún así, debían llegar a la cabaña. No quedaba lejos.

Vieron unos troncos, y él te tomó de la mano, ocultándote ahí.

- No te muevas.

Sacó su espada y se escondió tras un árbol.

Pronto llegaron tres tipos. Uno de ellos con el arco en la mano. Los demás con espadas.

Cómodo atacó al arquero, atravesándolo. Esquivó la estocada del otro, y chocaron espadas un tiempo.

En un rápido movimiento, lo mató. Pero el tercero se abalanzó sobre él y lo lanzó al suelo.

Ambos perdieron sus espadas en la caída. Corriste a tomar una, mientras Cómodo se defendía de los golpes del sujeto. Tomó la flecha y la enterró más en su cuerpo, haciendo que gritara.

Atravesaste la nuca del tipo con la espada. La punta salió por su garganta, manchando a Cómodo de sangre. Se puso de pie, y extendió su mano.

- T/N. Suelta eso. Ya.

Estabas en shock. No podías creer lo que pasaba. Volviste a la realidad cuando Cómodo perdió el equilibrio.

- Debo quitarme ésto. - dijo, torciendo su cuerpo de forma que se veía la flecha.

Pasaste su brazo derecho sobre tu hombro y lo ayudaste a caminar hacia la cabaña. No podían preocuparse sobre quiénes eran los atacantes.

Se recostó en la cama, y trabaste la puerta como pudiste. La sangre goteaba hasta el suelo.

Como no tenía nada arriba, no perdiste tiempo en ver la herida: la flecha estaba incrustada entre el omóplato. Sería difícil quitarla sin abrir un poco la herida.

- Cómodo. Cómodo. Escucha, debo cortar un poco. ¿Me oyes?

Lo veías con la vista algo perdida. Estaba mareado. Pero seguía con vida. No era una herida muy grave, si no se infectaba. Sólo debía resistir un poco el dolor.

Joaquin Phoenix - Imaginas & One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora