Lejos - Freddie Quell

484 26 2
                                    

De The Master (2012)

Sentiste que te dolía el corazón.

— Debo irme. Muy lejos. — dijo Freddie. — Pero volveré pronto. Y cuando vuelva, nos casaremos. ¿Si?

Asentiste tras la tela mosquitera de tu ventana. Freddie había reído al decirte que siempre atinaba. Había atinado a tú ventana sin saber cuál era. Y la golpeó hasta que la abriste.

Eran las 4:37 de la mañana del 20 de abril de 1943. La última vez que lo viste.

Y la primera vez que él permitió un beso de tu parte en otro lugar que no fuera su mejilla.

Rompió la tela, y tomó tu rostro, besándote en los labios. Por primera vez besaste a un hombre.

Lo habías soñado varias veces, enamorarte. Nunca creíste que sucedería con un hombre quince años mayor.

Habías conocido a Freddie en una fiesta de tu colegio. Él estaba trabajando, haciendo tragos para los profesores, pues no les permitían tomar alcohol a los alumnos menores de edad.

Desde un primer momento, te llamó la atención. Era guapo, sí, pero tenía algo más que te había cautivado.

No sabías si era su forma de sonreír a todos quienes pedían un trago. O si fue la forma en que te miró de repente, uniendo sus ojos esmeralda con los tuyos.

Fue algo que te llevó a acercarte a él de inmediato.

Freddie te llevó a un lugar más apartado, y preguntó tu nombre. Tu nombre, en sus labios. Te dió escalofríos.

Esa noche te llevó a tú casa. Según él, no era seguro ir sola si muchos chicos mayores estaban ebrios. Y lo aceptaste.

Desde ese día, iba a tu casa todos los días. Comenzó a compartir comidas contigo y tus padres. Te llevaba a pasear, y al cine.

Tus padres lo querían mucho. Y eso sí que era bueno, increíble a decir verdad. Pero no lo mostraban.

En cambio, él si. Le gustaba abrazarlos tanto como abrazarte a ti. Reía cuando molestaba a tu padre, o cuando te hacía girar en el aire a tí o a tu madre entre sus fuertes brazos.

Freddie era un sujeto excelente. Y todos comenzaron a quererlo mucho más mientras el tiempo pasaba.

Pero el día que Freddie llegó a tu casa, con el traje azul de la marina, tu madre abrió la puerta y lo abrazó.

Lo abrazó sabiendo que tal vez el hombre perfecto para su hija tal vez jamás regresaría de la guerra.

Lo tomó de la mano, llevándolo hacia tu habitación. Freddie se quitó el gorro al verte en la cama, leyendo.

— Hola, T/N. — dijo, sonriendo de lado.

Te lanzaste sobre él, abrazándolo, sin creer que se hubiera enlistado para servir al país.

Te llevó a una plaza cercana, y se sentaron juntos en un banco. Tomaste su mano, haciendo que él te viera.

— ¿Porque te enlistaste, Freddie?
— No lo sé. — rascó su mentón. — Creí que era lo correcto.

Lo correcto era que se quedara allí, contigo.

— Está bien. Si es lo que quieres, está bien.
— Pensé que querías que me quedara.
— Claro que quiero eso.
— Pues aún no ha saltado ningún trabajo en ningún buque de guerra, asi que estarás feliz de saber que por ahora ésto es sólo el uniforme.

Se rieron. Freddie hacía muchos chistes, sólo que debía entrar en confianza para hacerlo.

— ¿Y tú? ¿Irás a la universidad?
— Por Dios, no. Aún no salgo de la escuela.
— ¿De veras? — te miró con el ceño fruncido. — Creí que estabas en el último año, el año pasado. ¿En que curso estás? ¿Cuarto, quinto?
— Estoy en segundo.
— ¿Segundo? — parecía sorprendido, pero no se inmutó. — ¿Cuántos años se tiene en segundo?
— Dieciséis.

Joaquin Phoenix - Imaginas & One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora