Capitulo 8

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Draco y yo nos habíamos quedado a dormir en su habitación. Debo aclarar que no hicimos nada más que platicar y dormir.
Al llegar la mañana, me fui a mi habitación a arreglarme para bajar a desayunar, y cuando ya estaba lista, Draco estaba esperándome afuera para irnos juntos.

Bajamos al gran comedor y vimos a nuestros amigos ahí. Por primera vez desde que comenzamos a salir, Draco me tomó de la mano y me besó sin importar quienes nos vieran.
Caminamos hacia donde estaban todos y Draco exclamó felizmente:

—¡Amigos, al fin funcionó la Amortentia!— bromeó y todos reímos —Es oficial, Atenea y yo estamos juntos... formalmente—

Los chicos nos miraron sorprendidos.

—Lo que hace el amor— dijo Theodore y se rió un poco —¡Felicidades!—

—Extrañaré tus días de loco, pero vale la pena, felicidades— dijo Blaise.

—Eso si, ella vale toda la maldita pena— me miró con una sonrisa y me sonrojé —Atenea, si algún día nos casamos, créeme que le contaré a nuestros hijos lo mucho que su madre me hizo sufrir— bromeó y le di un golpe en el brazo.

—Créeme que tendremos mucho tiempo para pensar en bodas e hijos— Reí para luego abrazarlo, y él besó mi cachete.

—Bueno, pero uno se va a llamar Scorpius.

Todos miraron a Draco extraño. Nadie estaba acostumbrado a ver a Draco de esta manera, ni siquiera yo.

—¿Qué le hiciste a Draco?— bromeó Blaise.

-

Estaba en el salón de música. Habían muchos discos de vinilo que podías pedir prestados para escucharlos en tu habitación, era como una biblioteca musical.
Mientras admiraba los equipos accidentalmente le puse play a un disco que ya estaba en el reproductor. No sabía cómo apagarlo, así que me resigné y me detuve a escuchar la canción. Terminé enamorada de la canción y la escuché nuevamente. Después de haberla escuchado unas 3 veces más, tomé el disco, lo metí a su estuche, registré mi nombre y me lo llevé.

Busqué a Draco por todos lados con la mirada. Lo vi caminando con Theodore, Blaise y Adrian, así que me dirigí hacia ellos. Cuando llegué Draco me vio con una sonrisa.

—Hola, Gaunt... ¿Vienes por Malfoy?— preguntó Blaise.

—No, solo vengo a darle esto— le entregué el disco a Draco y él lo miró confundido.

—¿Qué es esto?

—Escúchalo.

—¿Es un disco?

—Si, escúchalo y me dices qué opinas— dije y me di la vuelta para ir a buscar a Pansy.

-

En la noche, estaba en mi habitación haciendo la tarea sentada en mi cama, cuando alguien entró sin llamar a la puerta. Era Draco y tenía el disco en las manos.

—¿De donde sacaste esto?— preguntó mirándome fijamente.

—Del salón de música... ¿Por qué? ¿Qué te pareció?

—Me gusta... pero, no entiendo... ¿Para qué me lo diste?

—Pues...— sonreí —... cuando lo escuché pensé en ti... así que quería que lo escucharas.

Draco me miró unos segundos, luego sonrió y se lanzó sobre mi, y comenzó a dejar besos por toda mi cara mientras me aplastaba, y yo no podía parar de reír.

—Gracias— dijo abrazándome encima de mi. Me reí.

—¿Por qué?

—Por la canción... Mi madre solía ponérmela cuando era pequeño— dijo al fin quitándose de encima mío, y acostándose en la cama.

—¿De verdad?— pregunté y él asintió. Me acosté en su brazo para abrazarlo.

—Sé que no te lo digo mucho, pero... te amo— dijo y sonreí. Había sentido tan bonito escuchar esa frase salir de su boca.

—Yo te amo mucho más.

Draco inclinó su cabeza buscando mi boca con sus labios y comenzó a besarme y poco a poco fue subiendo la intensidad hasta que tiró mis libros de la cama, haciendo un ruido fuerte. Me detuve rápidamente, pero a él no le importó y siguió besando mi cuello.

—Draco, espera... ¿Y si viene alguien?

—No tiene por qué venir alguien.

—¿Y si entra Daphne, o Pansy?

—Entonces que sepan de una vez.

Draco continuó besando mi cuello y luego regresó a mi boca. Volvió a bajar pero esta vez hasta mi pecho. Incliné mi cabeza hacia atrás y tanto mi respiración como mi pulso comenzaron a acelerarse. Mis piernas estaban a los costados de Draco y mis manos estaban sobre sus hombros.
De repente, la puerta se abrió y dejó ver a Pansy. Ella nos miró sorprendida y avergonzada. No estábamos desvestidos, pero pude imaginarme lo incómodo que fue para ella entrar y vernos así.

—Um... Lo siento... Es que... Escuché un ruido y... Lo siento— dijo y cerró la puerta para luego irse.

—¡Draco, te dije que alguien vendría!

—Bueno... ¿Pero viste la cara de Pansy?

—No, ¿qué tenía?

—No lo sé, se veía extraña.

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