Capitulo 20

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Miré a Hérmes y a Amira con una gran sonrisa. Ambos estaban hablando y sonriendo. Hérmes se veía muy feliz, y Amira también. No pude evitar pensar en la hermosa pareja que hacían.

Mientras ponía toda mi atención en ellos, sentí la presencia de alguien a mi lado. Alguien se había parado a mi lado. Al inicio no le di importancia, hasta que escuché su voz.

—Te queda bien el cabello castaño— dijo Draco viendo al frente.

—Gracias— dije fría.

—¿Por qué lo pintaste?—

—Quería algo nuevo—

—Pero, ¿por qué quieres cambiar?—

—Porque todos lo hacemos. Todos cambiamos alguna vez, Draco—

—No, no todos—

Giré los ojos. Tan solo llevábamos unos segundos hablando y ya me había desesperado.

—Entonces no sé qué quieres que te diga—

Guardamos silencio por un segundo, un incómodo y casi eterno segundo, hasta que habló.

—Yo creo que lo haces por... Astoria— En ese momento, me giré hacia él y me reí lo más sarcástica posible.

—¿Crees que me pinté el pelo... por ti? ¿De verdad crees eso? Está bien... ¿Sabes qué creo yo? Que eres patético. Y solo para aclarar, jamás me pintaría el pelo para llamar tu atención. Y por si no lo sabías, estoy muy feliz con otra persona, así que deja de molestarme—

—¿Quién? ¿Theodore? ¿Ese hipócrita bueno para nada?—

—Que él no esté aquí no significa que puedas hablar mierda de él en mi presencia Malfoy, así que mide tus palabras— dije molesta.

—Es la verdad, Atenea. Siempre supe que él sentía cosas por ti, pero jamás lo creí capaz de hacer algo porque se supone que éramos mejores amigos. ¿Tú qué hubieras hecho?—

—En primer lugar, no le hubiera dejado de hablar a mis amigos y hubiera terminado las cosas bien con todos. Creo que quedó más que claro que fuiste tú quien cortó esa relación con todos nosotros desde el inicio— en cuanto me iba de ahí, Draco me tomó del brazo. Su cara estaba llena de arrepentimiento, pero ni su soberbia ni mi arrogancia iban a llegar a algo.

—Atenea...— suplicó, pero me solté de su agarre y fui a otro lado del salón.

El salón ya se estaba llenando y no veía a Theodore en ninguna parte.
Vi a Laurie llegar con Camille, ambos muy felices. Me acerqué a ellos y sólo hasta que hablé me reconocieron. Laurie estaba muy sorprendido y Camille me decía que me quedaba bien el cambio. Sonreí. Verdaderamente era un cambio, y no solo físico.
Les pregunté a ambos si habían visto a Theodore, y Laurie me dijo que lo había visto en la sala común y que estaba buscándome.

Continuamos hablando, y de repente, Camille sonrió a la mitad de la plática y ambos miraron detrás de mi. En cuanto me giré vi sus brillantes ojos grises que combinaban a la perfección con su elegante traje y los cristales de mi vestido. Combinábamos a la perfección sin haberlo planeado.

Lo miré con una gran sonrisa y viceversa.

—Te ves... te ves hermosa, te ves preciosa— me sonrojé y él me abrazó —Te estuve buscando porque te traje algo...— de su bolsa sacó una fina cadena plateada. La tomé. Tenía un corazón con la frase "sigue tu corazón" tallada, y un hoyo en forma de corazón en el centro. —Mira dentro de él— Tomé delicadamente el corazón y vi a través del pequeño corazón. Vi a mi familia riendo, Theodore y Laurie estaban ahí también —El collar te muestra tu más grande felicidad. Algo que te haya hecho muy feliz—

Me giré a verlo y lo abracé fuertemente.
En ese momento, la profesora McGonagall llegó y se llevó a cabo la ceremonia del baile, y para iniciarlo, comenzó bailando ella con el profesor Atticus, quien al verme a lo lejos me lanzo una sonrisa que yo ignoré. Después continuaron los otros profesores y al último, los estudiantes. Los primeros en unirse al baile fueron Laurie y Camille, después les seguimos Theodore y yo.

Estuvimos bailando callados por un rato. Nos mirábamos y sonreíamos y nos dejábamos llevar por la música sin perder el ritmo. Cuando el baile se hizo un poco más calmado, decidí confesarle lo del collar.

—Eres tú—

—¿Qué?— preguntó confundido.

—Tu eres lo que veo en mi collar... Bueno, mi familia también, pero ahí estás tú, con ellos— le dije aún abrazándolo —Es que verdaderamente no tienes idea de lo feliz que me haces. No tienes idea de lo feliz que soy cuando estoy contigo, Theo... Te amo demasiado— le di un suave beso en los labios, y el me lo regresó un poco más intenso.

—¿Puedo decirte algo?— mientras bailábamos y me sostenía de la cintura, me pegó hacía él, pasé mis brazos por sus hombros y asentí —Tenía mucho  tiempo que no era así de feliz, así que te aseguro que si yo viera a través de ese collar te vería a ti también—

—¿Y por qué no lo ves?— Theodore sonrió y se acercó a mi para llegar al collar, pero cuando estaba lo suficientemente cerca, acerqué rápido mis labios y le robé un beso. Theodore comenzó a reír.

—No sé de dónde aprendiste esa técnica para robar besos pero me encanta... mientras los besos sean para mi, claro— bromeó.

—Mm... Lo siento, la verdad es que pensaba robarle besos a Filch, y unos cuantos a Peeves—

Theodore y yo reímos. Él se quedó admirando mi rostro como si fuese a retratarlo, con una sonrisa enorme en los labios, y su mirada era un triángulo que pasaba de ojo a ojo, y luego a mi boca. Sonreí.

—No, por favor, no te pongas cursi. A los 17 años me prometí que nunca en mi vida haría o diría cursilerías. No me hagas romper mi promesa— Theodore soltó una risa.

—¿Sabes? Tal vez te haga romper tu promesa. Si yo me hubiera hecho esa misma promesa, ya la habría roto desde años atrás—

—No es cierto, nunca has sido tan cursi, o al menos nunca vi que lo fueras con otras chicas—

—Exacto— me miró detenidamente —Porque todas esas otras chicas no eran tú. Te lo dije en la carta cuando te fuiste, ¿lo olvidas?— asentí sonrojada —Odiaba con todo el corazón verte con Malfoy porque pensaba que solo estaba jugando contigo, pero también te veías tan feliz que... me era imposible no amar a Draco por hacerte sentir así, feliz—

—Lo sé, pero eso quedó en el pasado. Ahora somos tú y yo, y estamos juntos, y me haces tan feliz, y te amo muchísimo, y me haces reír, y me haces sentir especial...— dije divertida mientras él me miraba con una enorme sonrisa —Y lo más importante, soy toda tuya y tú eres todo mío. Y créeme que no me importa nada de lo que haya sucedido en el pasado, ni tampoco me preocupa el futuro, porque mi presente eres tú—

—¿Ves? Te dije que te haría romper tu promesa— ambos reímos.

—Bueno, solo esta noche tenemos permitido romper esa promesa—

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