Capitulo 18

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El baile ya había comenzado. Dumbledore y McGonagall lo habían abierto como de costumbre, después de unieron los demás profesores y alumnos.
Era un baile muy elegante, con pasos que si dominabas se veían exquisitos, y si no, era un cancer para los ojos. Yo agradecía al cielo porque por suerte, mis padres me enseñaron este baile desde muy pequeña, pues siempre había sido una tradición bailarlo en todas las fiestas familiares.

Adrian también conocía los pasos al derecho y al revés, y estaba asombrada por lo bien que lo hacía; pero su talento para bailar no era suficiente para que dejara de admirar a Draco siguiendo los pasos a lo lejos. No podía evitar desear estar en el lugar de Tracey. Quería oler su perfume de cerca, quería escuchar su voz susurrando en mi oído, quería que volviera a poner sus manos sobre mi una vez más.

La pasaba muy bien con Adrian. Me hacía reír todo el tiempo con su gran sentido del humor, y me hacía sentir cómoda con sus cumplidos, su respeto y su educación. Tenía todo lo que toda chica desea, y tenía todo lo que yo buscaba, pero no era Draco.

Al cabo de unas horas, cuando las canciones ya no eran de vals y eran más para bailar brincando y agitados Theodore se unió a nosotros. Todos habían alcanzado un nivel de ebriedad gracias a Fred y a George, algunos más, otros menos, pero todos se estaban divirtiendo.

Un rato después, Adrián había desaparecido. Theodore y yo estábamos bailando en la pista cuando una de mis canciones favoritas comenzó a sonar, miré a Theodore con tanta felicidad que él no pudo contener la risa y nos pusimos a bailar como locos. Bailábamos tan divertidos que no podíamos parar de reír. Me tomaba de las manos y dábamos vueltas rápidas y sin parar. Nos habíamos olvidado por completo de lo resbalosa que había quedado la pista después de que Neville tirara su bebida, y en una vuelta, perdí el control de mis pies. Estuve a punto de caer pero Theodore logró agarrarme. Me sostuvo en sus brazos. Nuestras caras quedaron a pocos centímetros de distancia. Él se acercó a mi, y besó mis labios delicadamente. Cuando nos separamos nos miramos a los ojos. Él tenía una sonrisa, y yo igual, aunque había una gran confusión por una gran mezcla de sentimientos dentro de mi. No estaba del todo feliz por lo que acababa de pasar, pero tampoco me sentía mal. Si lo volvía a hacer yo no tendría problema, pero tampoco quería volverlo a hacer. Tal vez si esto hubiera pasado meses atrás, yo hubiera sido la más feliz. Ahora, mis pensamientos estaban en conflicto.

—Lo siento— dije reincorporándome.

—No, yo lo siento— respondió con una sonrisa y una expresión nerviosa.

—No tienes nada de qué disculparte...— reí nerviosa —Eh... tengo sed, ¿quieres algo?—

—Si, pero no te preocupes, yo voy ¿Qué quieres?

—No, no... no te preocupes, yo iré, es que me mareé un poco y creo que quiero sentarme un rato afuera.

—Te acompaño

—No, está bien, no te preocupes. No quiero que te pierdas de la fiesta solo por un mareo mío.

—No es un sacrificio, lo hago porque verdaderamente quiero estar contigo— dijo y sonreí —Pero igual, entiendo si prefieres estar sola, no hay problema—

—Gracias por comprender— deposité un beso en su mejilla, le sonreí y él me sonrió de regreso.

-

Cuando salí al patio para respirar aire fresco, vi a muchas personas fumando o bebiendo, y unas cuantas se besaban apasionadamente en las bancas o recargados en las paredes de los pasillos sin pena alguna.

A lo lejos, vi a Draco solo, recargado de una pared y con un cigarrillo en la mano. Caminé hacia él y me recargué de la pared a su lado sin decir nada. Sin vernos el uno al otro. Ambos veíamos al frente, al suelo o al techo. Me ofreció de su cigarrillo, pero negué, aborrecía fumar más que otra cosa, y sabía que Draco también lo hacía, así que no entendía. Pero continuamos mirando a la nada. No hablábamos, ni nos veíamos, pero estar ahí, juntos, se sentía especial.

—No sé por qué hago esto, es asqueroso— dijo Draco dejando caer su cigarrillo al suelo para luego apagarlo con el zapato.

—Lo sé— dije refiriéndome a que sabía que no lo gustaba fumar. Nuevamente nos quedamos en silencio por unos segundos hasta que él volvió a iniciar la conversación.

—¿Qué haces aquí?— preguntó sin emoción.

—Me mareé y quise tomar aire fresco... ¿y tú?

—Igual.

Volvimos a guardar silencio pero en cuestión de segundos ese silencio se rompió de nuevo, pero esta vez fue gracias a mi.

—Lo siento. Por lo que te dije y cómo te llamé hace rato. Estaba molesta.

—Está bien...— guardó silencio —Yo también estaba molesto. Y yo también lo siento. Te mentí. Te he mentido tantas veces.

—¿A qué te refieres?

—Te he estado mintiendo todo este tiempo. Pero la mentira más reciente fue hace unos segundos. No me salí porque me mareé. Me salí porque...— volteó a verme —... porque no soportaba verte tan contenta con él, y no conmigo. Porque no soporto que tú te la estés pasando tan bien sin mi, y yo sin ti esté hecho una mierda. No soporto ver lo rápido que me cambiaste mientras mi vida está hecha una mierda—

—Draco, yo no... yo no te cambié. No lo he hecho— dije tranquila y también arrepentida por lo que había pasado con Theodore hace unos minutos.

—¡Mierda, Atenea! ¿Por qué tiene que salirte todo bien siempre? ¡¿Cómo lograste hacer esto en mi?!

—¿De qué hablas?

—Sé que no me cambiaste, pero déjame creerlo por un rato hasta que se me pase el sentimiento. Atenea, yo... te he estado observando... Todos estos días, te he estado cuidando... Por eso te he observado... Pero yo veo lo feliz que te ves con él, lo bien que la pasas con él... Pero no hablo de Pucey, yo sé que él no te importa en lo absoluto, al menos no de esa manera... Hablo de Theodore... Yo no puedo darte eso... Esa felicidad que él te da... No puedo dártela...

—¿Por eso te alejaste?

—Si, esa es una de las razones— guardó silencio de nuevo —Atenea, tú eres amable, divertida, carismática, le caes bien a todos, todos siempre quieren estar contigo, eres tan segura, tan fuerte, tan inteligente, eres tan... genial, tan perfecta... Y yo, yo soy frío y cerrado, odio los bailes y me es difícil demostrar mis sentimientos... no puedo decir un simple "te amo", soy arrogante y soberbio, pero al mismo tiempo me siento tan débil... soy todo lo contrario a ti...

—Draco, eso no es cierto.

—Claro que lo es, y lo sabes... Y Theodore, él es como tú... Odio decirlo, pero son el uno para el otro, y eso me mata...

—Draco, Theodore no...— traté de hablar pero él me interrumpió.

—... Y si no es Theodore, es Adrian; y si no es Adrian, es...

—Escúchame, Draco— lo tomé de la cara interrumpiéndolo por completo. Miré directamente a sus ojos húmedos y vacíos. Estaba intranquilo. —No me importa cuantas veces tenga que repetírtelo, lo seguiré haciendo hasta que te quede claro. No me interesa lo que los demás opinen de ti, mucho menos lo que tú opines de ti; así como tampoco me interesa nadie más. Yo te amo a ti, tal y como eres. ¿Y sabes por qué? Porque tú y yo somos iguales en todos los aspectos. Sé que no soy la única que esconde su inseguridad en una falsa seguridad, sé que tú haces lo mismo. Sé también que prefieres alejar a los demás tratándolos mal, porque tienes miedo a que ellos te traten mal primero. Y yo hago lo mismo. Te conozco tan bien porque me conozco a mi. Y si crees que por tu oscuridad no quiero estar contigo, entonces te equivocas, porque es tu oscuridad la razón por la que te amo de esta manera; porque al amarte a ti, aprendí a amarme a mi. Y puedo tener cosas en común con todo el mundo, puedo besar a mil personas, puedo hacer lo que sea con ellas, pero yo solo te quiero a ti. Y yo no puedo ser feliz con nadie más que no seas tú, porque tú eres la única persona que me hace sentir viva. Te amo, y alejándome no lo vas a cambiar, lo único que consigues es que me aferre más a ti.

Draco me miró con una expresión imposible de descifrar. Se veía tan triste, tan vacío, con miedo, mucho miedo, pero al mismo tiempo ablandado por mis palabras. Lleno de impotencia, pero amor al mismo tiempo.
No pensé dos veces y lo besé. Tenía un antojo inmenso de sus labios, de su tacto y una sed de aquellos desesperados besos que sólo él sabía dar.

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