FIX ME

Capítulo 36

El día siguiente no comenzó muy diferente a los anteriores.

Atenea y Regulus desayunaron juntos como de costumbre, mientras todos los demás estaban en lo suyo, preocupándose por el examen que cada vez estaba más cerca.

Durante el desayuno, ambos habían acordado que debían hacer aunque sea un pequeño repaso de las materias. Así que, al terminar, se dirigieron a la habitación de Regulus, pues la biblioteca estaría llena de personas sufriendo por no encontrar los libros que requieren y otras por sus estudios.

Ya en la habitación de Regulus, él sacó de la estantería todos los libros que ocuparían, mientras Atenea paseaba por el cuarto admirando absolutamente cada cosa que lo decoraba. Desde fotos y trofeos, hasta pinturas y esculturas.

Nadie entraba a la habitación de Regulus, Atenea era la única que lo hacía, y antes de ella nadie más. Así que Regulus tenía todo tipo de fotos en la pared. Fotos de sus viajes, de su familia, con su hermano, de sus amigos, los nuevos y los antiguos, e incluso de la antigua Atenea.

Atenea miró aquella foto y sintió como si de un autorretrato se tratara. Habían varías fotos de ella, pero la que más le llamó la atención fue un retrato. Se parecían demasiado. Tal vez la única diferencia era que la antigua Atenea tenía el cabello más oscuro, pero fuera de eso, tenían la misma nariz, mismos ojos y misma boca.

Regulus se percató de eso y se acercó a Atenea.

—Es ella, ¿no?— preguntó Atenea sin dejar de mirar la foto y Regulus asintió. Luego Atenea miró la foto de a lado. Era ella otra vez pero ahora montando un caballo.

—Esa se la tomé un día en una fiesta que organizaron sus padres. Entre una de sus muchas ideas de ese día se le ocurrió jugar polo con sus hermanos. Así que lo que estás viendo es el momento exacto en el que su madre salió como loca diciéndole que eso no era algo de "señoritas"... pero claro que a ella no le importó la rabieta de su madre y continuó jugando sin remordimiento— relató Regulus riendo al final.

—¿Y por qué no estabas jugando con ellos?— preguntó Atenea con una sonrisa después de escuchar aquella historia.

—Porque a mi, a diferencia de ella, si me importaba mucho la imagen que daba ante mis padres. Así que decidí quedarme a ver desde lejos. Hasta la fecha sigo creyendo que fue la mejor decisión que pude haber tomado—

Regulus se quedó mirando a la pared, y la sonrisa comenzó a desvanecer. La nostalgia que esas fotos le transmitían era enorme, pero tenía muchas otras fotos más que poner, que no ponía por no quitar esas fotos antiguas.

Regulus tomó las fotos de la pared mientras Atenea miraba confundida.

—¿Qué haces?— preguntó Atenea.

—Creo que hace falta actualizar este mural de fotos, ¿no crees?— preguntó Regulus mientras seguía despegando aquellas fotos cuidadosamente.

—Pero, significan mucho para ti— dijo Atenea más confundida que antes.

—Si, pero... Hace unos días alguien muy inteligente me dijo que no podía seguir sufriendo el pasado, pensando en lo que pudo haber sido, y creo que tiene razón— dijo Regulus y Atenea sonrió sabiendo bien que se refería a ella —¿Sabes? Es momento de crear nuevos recuerdos. Si bien algo he aprendido después de todo este tiempo es que la vida sigue, con o sin ti. Y cuando menos te das cuenta, estás encerrado en tu habitación mirando fotos de personas que ya ni siquiera existen, mientras a las personas que aún están aquí no les prestamos atención, hasta que también se van y entonces nos sentimos culpables, y el ciclo vuelve, y vuelve—

Atenea lo miró con una sonrisa y comenzó a ayudarle a quitar las fotos.
Cuando al fin terminaron, Regulus guardo esas fotos en una caja y de ahí sacó otras fotos. Fotos que habían tomado a lo largo del año, en la escuela, en navidad, año nuevo, con todos sus nuevos amigos. Atenea las miró con cariño y ambos comenzaron a pegarlas en la pared.