Capitulo 24

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Era un día lluvioso. Draco y yo estábamos en mi habitación. Yo estaba en mi escritorio haciendo tarea, mientras Draco estaba acostado en mi cama leyendo un libro como usualmente lo hacía.

—¿Atenea?

—¿Si?— dije sin quitar mi concentración de mi tarea.

—¿No has notado a Pansy un poco extraña?

—¿En qué sentido?

—No lo sé. ¿Has estado pasando tiempo con ella?

—Si, igual o incluso más que antes... ¿por qué?— dije al fin volteándolo a ver.

—Hay algo raro en ella.

—Es que no comprendo a qué te refieres.

—Yo tampoco. Lo averiguaré— dijo seguro.

Me quedé pensando, con un poco de confusión. ¿A qué se refería Draco?
Había estado pasando mucho tiempo con ella, en las clases, en las pausas, cuando íbamos a Hogsmeade, en las reuniones, pero no había notado nada fuera de lo común.

De un pensamiento me fui a otro hasta llegar a Draco.

—Draco, ¿cómo va tu padre con la averiguación?— en cuanto dije esto sus ojos se tornaron tristes.

—No lo sé.

Me paré, caminé hacia él y me acosté a su lado, mirándolo a los ojos tratando de llamar su atención y que sus ojos dejaran de fijarse en el libro y se fijaran en mí.

—¡Ey!— Lo tomé de la cara y lo giré hacia mi —Me prometiste que me ibas a contar todo—

—No lo sé, Atenea... No tengo idea de cómo estén las cosas ahora...

—Escucha, sé que las cosas no están muy bien en este momento para ti y tu familia, pero no tienes que pasar por esto solo... Yo estoy aquí para ayudarte, y quiero que estés bien.

Draco me miró con los ojos tristes y yo me acomodé en su pecho y lo abracé.

—Las cosas no están bien, para nada bien... Mi padre ha hecho declaraciones pero no parecen funcionar...

—En primer lugar, ¿por qué le están haciendo averiguaciones a tu padre y tu familia?

—Porque, de acuerdo al ministerio, mi padre ha estado teniendo actividad sospechosa, lo cual les hace pensar que es un Mortífago encubierto.

—Y... ¿Qué pasaría si las averiguaciones no salieran bien?

—Azkabán.

—¡¿Azkabán?!

—Si.

—Lo siento mucho... debe de haber una manera de ayudar a tu padre, ¿no?

—Por ahora solo podemos prestar atención a las declaraciones del ministerio.

—Tal vez mi padre pueda ayudar...

—No, Atenea. No vas a involucrarte en esto. Es mucho más grave de lo que crees— dijo imponente.

—Pero él tiene un puesto importante en el ministerio y es amigo de tu padre, no creo que...— me interrumpió.

—No... Si a tu padre lo descubren ayudando al mío podría perder el trabajo y enfrentar investigaciones también y pruebas muy fuertes... Prométeme que no harás nada al respecto.

—Quiero ayudarte...

—Promételo

—Está bien, lo prometo.

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