FIX ME

Capitulo 40

Durante todo el día Atenea había estado tratando de evitar a Regulus a toda costa. No porque no quisiera verlo, sino porque todo lo que Hérmes le había dicho la tenía muy confundida. No sabía si lo que sentía en ese momento era real, o si sólo era un extraño apego al sentimiento de nostalgia que le causaba una situación que ni siquiera había vivido.

Pero tenía un plan. O al menos la idea del plan. Sólo hacía falta planear la ejecución. Así que, para tener su mente más clara se dirigió a la torre del reloj. Sabía que nadie estaría ahí, o al menos eso pensó, pues al llegar se encontró a otra de las personas que había estando evitando.

—Atenea— saludó Theodore volteando hacia ella, y regresando su mirada al paisaje. Le restaba importancia como mecanismo de defensa.

—Theodore, ¿qué haces aquí? ¿no deberías estarte preparando para los exámenes? Ya falta muy poco— dijo Atenea acercándose.

—Lo mismo digo— dijo Theodore sin mover la mirada. —¿Y Laurie?—

—Debe estar en la sala común o en la biblioteca. No lo sé, no lo he visto— respondió Atenea.

—Me refería a si él ya estaba preparado para los exámenes. Aunque creo que mi pregunta sale sobrando— habló Theodore sin emoción. Atenea sonrió inconscientemente y se recargó a su lado.

—Creo que él nació preparado. Es muy inteligente, lo sabe absolutamente todo— dijo Atenea tratando de ocultar una sonrisa que Theodore notó.

—No puede ser. Es cierto, ¿no? ¿Los rumores?— preguntó Theodore mirándola directamente por primera vez.

—¿De qué hablas?— preguntó Atenea borrando su sonrisa por completo. Una onda de confusión había invadido su rostro.

—Ya sabes de qué hablo— dijo Theodore calmado pero molesto —¿Ahora estás con él?—

—¿Qué? ¡No! Theodore, no sé qué rumores estén esparciendo pero nada de eso es cierto— dijo mirándolo a los ojos. Theodore trataba de leerla, y confiaba en ella, pero algo no le convencía. Sobre todo porque muchas cosas las había visto él mismo.

—Entonces, ¿no han dormido juntos?— preguntó Theodore desconfiado. En ese momento la mirada de Atenea cambió de seguridad a arrepentimiento. Al notar eso, Theodore desvió su mirada molesto.

—Si, pero no de esa manera— dijo Atenea tratando de hacer que la mirara.

—¿De qué manera entonces, Atenea? ¿Cómo es que de alguna manera consideras que dormir con tu mejor amigo cuando no está tu novio es algo normal?— dijo Theodore esta vez alzando más la voz, pero sin llegar a ser agresivo.

—Theodore, te prometo que las cosas no son como tú crees— dijo Atenea refiriéndose a lo que Hérmes acababa de decirle.

—¿No? ¿Crees que no veo cómo te ve? ¿Cómo te trata? Atenea, es obvio que al menos las intenciones de él son diferentes. Y estoy seguro de que tú sabes eso...—suspiró y se giró a ver a Atenea una vez más— Dime algo... tú y él... ¿se han besado?— preguntó Theodore temiendo a la respuesta.

Atenea lo miró y se quedó sin palabras. Lo había hecho justo la noche anterior. No había manera de negárselo o de justificarlo. Entonces ella supo que había arruinado su relación con Theodore, y no se refería a amorosa, sino cualquier tipo de relación amistosa que llegaron a tener en algún punto.

Había arruinado las cosas otra vez, y todo por un impulso que ni siquiera ella lograba entender.

Theodore cerró los ojos y comenzó a caminar sin decir nada.

—Theodore...— Atenea lo llamó con un gran nudo en la garganta y lágrimas en los ojos que trataba de ocultar —Te prometo que ni siquiera yo entiendo lo que está pasando. Te podría dar mil excusas, pero esa es la verdad...—