Capitulo 21

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Al otro día, durante el almuerzo, los chicos me preguntaron por qué me fui tan temprano. Tuve que fingir un poco de tristeza para que no sospecharan nada.

—Terminamos... Draco y yo...— dije metiéndome un trozo de fruta a la boca.

—¡¿Qué?!— gritaron Theodore y Blaise.

—¿Es en serio?— preguntó Pansy sorprendida.

—Si— dije fría para que pensaran que estaba ocultando mis sentimientos, lo cual hacía seguido.

—Lo siento mucho— dijo Theodore y puso su mano en mi espalda.

—Si, todos lo sentimos— añadió Blaise.

—Está bien... De cualquier manera era algo que ya veía venir...

—Y... ¿no estás... triste?— preguntó Pansy confundida.

—No... Tal vez...— respondí tratando de sonar lo más seca posible.

—Atenea, no tienes que fingir que todo está bien. Sabes que puedes confiar en nosotros y contarnos todo— se compadeció Theodore. Se lo había creído por completo, pero aún sentía que Blaise y Pansy aún tenían sus dudas, así que continué.

—Si lo extraño, claro que lo hago... Es solo que... Lo he extrañado desde hace ya mucho tiempo, y es como si hubiéramos cortado desde hace tiempo— me quedé mirando el plato.

—¿Y... ya sabes quién?— preguntó Pansy discretamente refiriéndose a Theodore.

—No lo sé... Ahora no estoy preparada para una relación...— dije triste.

—Aún me cuesta creer que Draco y tú cortaron... aunque como dices, era de esperarse... No era novedad que Draco y tú no estaban del todo bien— dijo Blaise—Lo siento mucho, Atenea—

—Es verdad... Pero A, tú eres una chica increíble... Cualquiera se enamoraría de ti, de tu forma de ser, de tu sentido del humor... ¡Tienes tantas cualidades! ... Y si él no sabe valorar eso, entonces es su pérdida, no tuya... Ya habrá alguien que sepa valorarte— dijo Pansy esperando la reacción de Theodore.

—Bueno, pero él también es nuestro amigo... ¿No es muy raro? Primero se aleja de nosotros y ahora corta con Atenea... Tal vez está pasando por algo— dijo Blaise.

—Aún así, somos sus amigos, y no nos dijo nada. Y ahora lo de Atenea... Lo que ha hecho es imperdonable— dijo Pansy exagerando.

—Bueno, tampoco fue algo tan grave... Sólo cortaron...— añadió Theodore —Pero si me preocupa él... Algo extraño le está sucediendo—

—Tal vez solo quiere estar con la chica de ayer... La de nariz perfecta y cabello perfecto...— dije tratando de sonar dolida.

—Ya, no pienses más en ello... Hoy vamos a hacer algo, no sé qué, pero estaremos todo el día contigo y haremos algo divertido, ¿si?— dijo Theodore

—Gracias, Theo, eres un tierno, pero preferiría estar sola.

—Oh, bueno... Eso también está bien... Lo que tú quieras, nosotros de cualquier manera estaremos siempre aquí.

Los chicos ya no dudaban de lo que había sucedido. Se cuestionaban acerca de Draco de vez en cuando, pero yo los distraía hablando de otra cosa para ayudar a Draco en eso. Él no quería que los demás se preocuparan ni que fueran afectados por sus problemas. Ese era todo el punto de fingir nuestra ruptura y vernos a escondidas.

En la clase de pociones, cuando el profesor Snape estaba dándonos una demostración de lo que teníamos que hacer, Draco estaba al otro lado de la mesa, justo frente a mi, aunque a unos metros.
Trataba de no mirarlo pero me era imposible.

Él estaba en una esquina del salón con Crabbe y Goyle y yo estaba en otra con los chicos preparando los ingredientes para nuestra poción. Sentí que alguien me miraba, y sabía que era él. Levanté mi mirada lenta y discretamente hasta que se cruzó con la de él.
Tan sólo con su mirada me ponía de rodillas, y yo optaba por mirar hacia otro lado oprimiendo cualquier sonrisa o reacción que pudiera salir de mi.

Así era en la mayoría de las clases, pero éramos lo suficientemente discretos como para que nadie lo notara. Además, todos estaban bastante ocupados con sus trabajos y tareas como para notarlo.

A veces creía que era un poco sospechoso que casualmente Draco se apareciera en los lugares en los que estábamos. Por ejemplo, si estábamos en la biblioteca, él entraba minutos después y se sentaba en un lugar en donde pudiera vernos discretamente. Fingía que no le importábamos pero nos miraba de reojo.

Me era difícil aguantarme las ganas de ir con él porque se veía tan bien sentado en el sillón leyendo un libro o hablando con Crabbe y Goyle. Por suerte, tanto él como yo éramos grandes actores. Reprimimos nuestros sentimientos por tanto tiempo y fingíamos que todo estaba bien, que ahora era pan comido.

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