Capitulo 21

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El baile había transcurrido de maravilla. El baile principal había sido todo un éxito, al igual que el banquete. Ahora, la orquesta tocaba ciertas piezas de música clásica para bailar libremente y en un rato llegaría un grupo a tocar, que era lo que más emocionaba a todos, porque nadie sabía quiénes vendrían esta vez.

A veces volteaba a ver a Hérmes y se veía muy feliz con Amira. Otras veces veía a Laurie, quien también disfrutaba al máximo del baile junto a Camille. Muy pocas veces miraba a Atticus porque sentía su mirada sobre mi, y era bastante extraño e incómodo. De hecho, hubo una vez que, yo supongo, que Laurie se dio cuenta de esto, porque mientras hablaba con él de lejos, volteé a ver a Atticus, pues llevaba mucho tiempo buscando mi mirada, e inconscientemente de mi parte lo conseguía.

Traté de ignorar eso por completo y continué disfrutando de la noche, de mis amigos, y sobre todo, de Theodore, quien cada vez miraba sus ojos o me tomaba de la mano, me recordaba la gran elección que había tomado, porque nuestra relación no era posesiva o tóxica, era perfecta. Reíamos de las mismas tonterías, nuestro humor era igual, pero al mismo tiempo habían cosas que diferían entre él y yo que hacían nuestra relación más atractiva y divertida, y sobre todo, que aprendiéramos el uno del otro. Éramos un perfecto equilibrio.

—¿Y si vamos por algo de comer a la barra de postres?— preguntó Theodore.

—Si, por favor, muero de hambre—

—Igual yo, ven, vamos— me tomó de la mano y salimos de la pista de baile para dirigirnos a la mesa, pero en el camino, nos detuvimos.

—Theodore, espera, necesito ir al baño, ¿me esperas? O si vas, toma un crème brûlée por mi, ¿si?—

—Si, ¿de chocolate verdad?—

—Si, por favor— le di un beso en la mejilla y caminé hacia el baño.
Los baños del salón estaban llenísimos, y a mi me urgía ir al baño. Pensé en ir a otros baños y así lo hice. Los más cercanos eran los que estaban en las mazmorras, así que bajé unas cuantas escaleras y caminé por los casi oscuros pasillos.

De repente, antes de entrar al pasillo de la izquierda, en el que estaban los baños, escuché a dos personas discutiendo bastante fuerte.

—¡Mierda Astoria! ¡¿Por qué no solo puedes ser como ella y ya?!—

—¡Porque yo no soy ella, ni voy a serlo nunca, Draco! ¡¿Por qué no solo la superas de una maldita vez?!— gritó Astoria con la voz cortada.

—¡¿Acaso no lo entiendes?! ¡Se supone que tú me ayudarías a eso!—

—¡¿Entonces solo estás utilizándome como remplazo de Atenea?! Claro, como no lo pensé antes. ¿Pero sabes algo? Lamento mucho que no puedas superarla y te aferres tanto a ella mientras ella está viviendo su mejor vida con otra persona. Otra persona que si la merece porque tú, Draco, tú no te mereces ni a la persona más horrible de este planeta— explotó Astoria y comenzó a llorar.

—¡Tú no sabes nada, Astoria!—

En ese momento decidí irme de ahí. En definitiva no entraría a esos baños. Tenía muchas ganas de meterme en su discusión y ayudar a Astoria, quien se escuchaba más que rota, pero supongo que yo era la persona que ella menos quería ver en ese momento, y además, eran problemas de ellos, no míos.

Llegué a mi habitación y me dirigí al baño. Después, me arreglé rápido en el tocador. Mientras peinaba mi cabello, escuché que alguien abría la puerta de mi habitación. Salí del baño y me llevé una sorpresa enorme.

Pansy estaba parada en la puerta, tenía una sonrisa genuina en los labios. Sonreí y corrí hacia ella con los brazos abiertos.

—¡Pans...!— antes de que pudiera terminar de decir su nombre, ella puso su mano en mi boca.

—¡Sh! Nadie tiene que saber que estoy aquí—

—¿Por qué? ¿Ahora eres fugitiva?— bromeé. Pansy sonrió —Te extrañé tanto— ambas nos abrazamos por unos largos segundos y luego, cuando nos separamos, ella me miró con una expresión extraña en el rostro.

—Atenea, tengo que decirte algo—

—Si, dime... Por cierto, ¿Qué haces aquí?—

—Eso es lo que te voy a decir. Ayer, vine a visitar a mi padre de Francia. Fui al ministerio, y me encontré a Adrian... Pucey ¿lo recuerdas?— asentí —Bueno, él me puso al tanto de todo lo que había sucedido y además, me contó algo que me dejó inquieta. Me dijo que el ministerio había asignado a Atticus Abecassis como nuevo maestro y subdirector de Hogwarts—

—Oh no—

—¿Qué?—

—Nada, continúa. Te digo cuando termines—

—Bueno, el punto es que hablamos y me dijo cosas no muy buenas de Atticus; pero eso no fue todo. Cuando pregunté por la oficina de mi padre, me dieron el número equivocado, y te prometo que sin querer entré a la oficina de Atticus. Atenea, ese tipo tiene algo planeado, y no me parece que sea algo bueno—

—¿Por qué? ¿Cómo lo sabes?— pregunté preocupada.

—En su oficina, tiene un pizarrón lleno de fotos de Hérmes, artículos de El Profeta que también son acerca de Hérmes; y además, también hay fotos tuyas en ese pizarrón. De verdad no sé qué tenga planeado pero me asusta. Atenea, antes de que la guerra comenzara Atticus era un mortífago, uno de los más fieles seguidores de Voldemort, pero nadie lo sabía. Yo lo supe por leer un diario que dejó en su oficina. Pensé en traerlo pero él se hubiera enterado que estuve ahí.—

—¿Qué más sabes de él?—

—Tiene mucha influencia en el ministerio. De hecho, él no pasó por investigaciones como otras familias por su puesto ahí. Además, es muy poderoso, y de verdad me preocupa que pueda hacerles algún daño—

—Ahora lo entiendo todo—

—¿Qué?—

—Siempre se me hizo un tipo muy extraño. Además, siempre me está mirando a mi o a mi hermano y eso me incomoda bastante. Pero, ¿qué crees que quiera hacer conmigo o con Hérmes?—

—No lo sé, por eso he venido a decírtelo, para que ustedes también tengan cuidado con él y hagan algo lo más pronto posible—

—Gracias, Pansy—

Pansy me miró con una sonrisa triste. Tomé su mano y le sonreí.

—Nunca pude darte las gracias por lo que hiciste ese día— le dije —Sé lo que intentaste hacer, y de verdad lo aprecio demasiado—

—Quería ayudarlos. Quería ayudarte Ate, porque a pesar de todo, siempre has sido mi mejor amiga—

Nos abrazamos y luego de unos minutos de plática, nos detuvimos, pues ella tenía que irse sin que nadie más supiera acerca de su presencia en Hogwarts.

En cuanto la vi irse, después de habernos despedidos, me dirigí corriendo al salón.

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