Capitulo 23

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Salimos de clase. Me quedé para preguntarle algo de la tarea al profesor Snape, por lo que fui la última en salir.
En cuanto crucé las puertas para salir del salón, alguien me tomó del brazo. Era Draco y me jaló hacia él. Me puso entre él y una columna, y a lado de mi, la pared. Miré alrededor, y por suerte no había nadie más que unos chicos de Hufflepuff y Gryffindor de primer año que estaban de espaldas y se alejaban lentamente.

—¿Y bien?— preguntó mirándome con deseo mezclado con arrogancia.

—¿Qué?

—¿No tienes algo que decirme?— se mordió el labio sutilmente.

—¿Acerca de qué?

—No finjas, Atenea— sonrió victorioso.

—Sabía que dirías algo de esto— le di una sonrisa amortiguada.

—¿Reconociste la fragancia, Atenea?

—Si, de un viaje familiar— bromeé para jugar con él.

—¿Si? ¿Y qué hay de las manzanas verdes?

—Eso es porque soy adicta a las manzanas.

—Ni siquiera te gustan. Siempre me las das a mí, y por eso siempre tengo una manzana en la mano— sonrió burlón —Y la madera... dime que sabes a qué se refiere eso.

—En realidad, ese fue el único que no logré descifrar— dije esta vez diciendo la verdad —En mi casa no hacemos fogatas ni...

Me pegó más a él tomándome de la cintura. —No se refiere a tu casa, Atenea. Ese olor al que tu te refieres como "madera quemada", es en realidad la chimenea de tu cuarto... y casualmente yo también percibí ese aroma— dijo para luego besarme.

Ahora lo entendía. Únicamente encendíamos la chimenea de mi cuarto cada vez Draco pasaba la noche conmigo... Así que si no podía quedar más claro, lo que yo percibí en la amortentia era todo acerca de Draco.

Continuamos besándonos en el pasillo, un poco escondidos por la columna que nos cubría. Draco se asomó rápido.

—No hay nadie en el pasillo— me miró con una sonrisa maliciosa.

—No, Draco, no en el pasillo— lo miré asustada pero sin poder evitar sonreír.

—¿Qué tiene de malo? No hay nadie.

—En cualquier momento puede pasar algún profesor, y si nos ven, nos van a expulsar.

—¿Que bien, no? Que me expulsen por estar contigo en el pasillo no sería un problema para mí— continuó besándome.

—¡Draco!— traté de "pararlo", aunque en realidad no quería parar.

—¿Quieres que me detenga?— preguntó.

—No— respondí y lo volví a besar rápidamente. Él sonrió en medio del beso. —Pero a diferencia de ti, yo no quiero que me expulsen—

—¿Qué aroma de aquí crees que se añada a tu amortentia? ¿El olor a pasillo?— dijo y reí —O tal vez a lluvia.

—O tal vez la oficina de Dumbledore antes de expulsarnos

—Entonces descifrémoslo...— bajó rápidamente y se hincó.

—¡No! ¡Draco!— me exalté, pero sin gritar. Él comenzó a reír y se levantó en seguida.

—Estoy jugando...— dijo riendo y yo me acerqué a él.

—Ahora te pregunto a ti, Malfoy...— dije poniendo mi mano en su pantalón haciéndolo estremecer —...¿Te gusta que te consientan?—

—Si— dijo apenas audible con la respiración agitada.

—¿Cómo? No te escuché.

—Si— dijo más fuerte.

—Eso creí— deposité un beso en sus labios —Pero no aquí—

—No, no puedes dejarme con las ganas— dijo tomándome de las muñecas y poniéndolas contra la pared.

—Ya lo hice— reí.

Draco me miró con una sonrisa y me besó —Amo este lado tuyo— sonrió y me soltó las manos, pero me tomó de una mano para que camináramos —Pero vamos por comida, que muero de hambre—

De repente, escuchamos la voz de alguien.

—¿Draco? ¿Atenea?— preguntó Cedric sorprendido —¿Qué estaban haciendo?— se rió.

—Nada, esperábamos a Snape para entregar unas tareas— dije tratando de verme seria y como si estuviera disgustada e impaciente.
Draco decidió voltearse completamente hacia otro lado. Se reía en secreto.

—¿Por qué tan despeinados?— bromeó un amigo de Cedric —Muy sospechoso, ¿no crees?— dijo riendo.

—Vamos, Hubert, déjalos en paz... Lo siento chicos— dijo apenado pero riéndose, y continuó con su camino.

Cuando se fueron, Draco y yo nos miramos el uno al otro, nerviosos, y comenzamos a reírnos.

—Que vergüenza— dije riéndome y él se rió más fuerte.

Nos reímos unos segundos más, hasta que nos detuvimos. Draco me miró a los ojos con una sonrisa. Pasó un mechón de pelo detrás de mis orejas y depositó un beso en mi boca. Me tomó de la mano y comenzamos a caminar.

—Nunca me cansaré de decirte lo mucho que te amo—

—¿Draco romántico? Que sorpresa.

—Y aprovéchalo porque no es común— reímos y luego lo abracé aún caminando.

—Yo te amo mucho más— le dije.

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