Capitulo 33

227 14 0
                                    

La mañana siguiente llegó tan rapido como Atenea y Regulus se quedaron dormidos.

Regulus fue el primero en despertar por los apenas visibles rayos del sol que atravesaban el agua oscura del lago hasta llegar a la ventana. Miró el reloj, había despertado una hora antes de lo que tenía planeado, pero estaba bien. De esa manera podía aprovechar mejor el día.

Miró a su lado derecho, ahí estaba Atenea, aún dormida, recargada sobre sus manos con una expresión tranquila. Regulus sonrió.

Se levantó de la cama, se dirigió al escritorio. Tomó un pergamino, una pluma, tinta y comenzó a escribir.

"Buenos días, Atenea. Te preguntaría cómo dormiste, pero por cómo te vi en la mañana asumo que descansaste mejor que nunca.
Sabes que sólo te estoy molestando.
Te escribo esto porque aunque ya sabes que tengo juego hoy, no quiero que vayas a asustarte porque desaparecí. Muy probablemente cuando leas esto estaré en mi habitación tomando un baño, o en el gran comedor comiendo todo lo que pueda.
Te veo en el partido, si es que no te quedas dormida.
Te quiere,
R.A.B."

Dejó el pergamino sobre la cama, y soltó una pequeña risa imaginándose la cara que iba a poner Atenea en cuanto lo leyera.

Cualquiera que viera la manera en la que se molestaban ellos dos, diría que pelean peor que dos hermanos gemelos o dos perros golden retriever. Porque aunque se la pasaran molestándose el uno al otro, y discutieran de vez en cuando, los dos se procuraban y se preocupaban el uno por el otro de la misma manera. Pero sobre todo, se tenían una enorme confianza completamente ciega e indiscutible.

-

Pasaron las horas y el juego estaba por comenzar.

Atenea estaba sentada en las gradas esperando a alguno de sus amigos. O al menos así fue hasta que recordó que Theodore y Blaise también jugarían, al igual que Draco, quien acababa de regresar al equipo de Quidditch recientemente. Pansy no vendría, pues no era muy fan de los deportes, y Elisavet valoraba mucho sus horas de sueño como para despertarse tan temprano. Así que su única esperanza era Camille.

Así que se quedó ahí sentada esperando a que el juego comenzara.

Después de un par de minutos, los jugadores comenzaron a salir. Primero salió el capitán del equipo, Theodore, quien se había ganado el puesto por su gran constancia y dedicación al deporte. Todos aplaudieron mientras él volaba en su escoba al rededor del campo. Después salieron las golpeadoras, dos chicas de un grado más abajo que Atenea no conocía, pero aún así aplaudió.
Luego salieron los cazadores, uno de ellos era Malfoy, así que Atenea no dudó en aplaudir, igualmente cuando después de Malfoy, salió Zabini como el guardián.
Y por último, salió el buscador, Regulus.

Atenea comenzó a aplaudir y gritar frenéticamente, obviamente sin olvidar que todo el mundo lo conocía como Laurie o Alexandre, no como Regulus.

Después salieron los jugadores de Gryffindor, y al poco tiempo las pelotas fueron lanzadas al cielo indicando que el juego había comenzado.

Todos estaban jugando muy bien, pero el equipo de Slytherin superaba por mucho a cualquier otro equipo, incluyendo a Gryffindor. Evidentemente toda la casa de Slytherin estaba muy feliz de tener todo el poder y reconocimiento de regreso después de casi una década de perder contra Gryffindor, o mejor dicho, contra Harry Potter.

Atenea estaba muy entusiasmada mirando el partido, cuando de repente alguien se sentó a su lado. Miró rápidamente, era Hérmes.

Buenos días, hermanito. Que milagro tenerte tan temprano en un campo de Quidditch— dijo Atenea con una amplia sonrisa al ver a su hermano.

FIX MEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora