Capitulo 12

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Pasaron unos cuantos días y muchas cosas habían cambiado en esos días.

En las clases de pociones me había ido espantoso, lo cual era demasiado extraño y frustrante para mi, pues siempre había sido la materia en la que mejor me iba, y ahora era todo lo contrario.

Laurie y yo nos habíamos vuelto tan cercanos que ahora lo consideraba mi mejor amigo. Theodore y yo también nos habíamos vuelto muy cercanos, pero de diferente manera. Cuando no tenía entrenamiento, nos reuníamos él y yo en diferentes lugares a hacer tareas, a veces estábamos en la biblioteca, otras veces en la sala común.

Tampoco me alegraba decir esto, pero Blaise se había alejado un poco de nosotros y ahora se reunía mucho con Draco. Y Draco, bueno, él pasó de evitarme en los pasillos, a toparse conmigo todo el tiempo. Laurie decía que era a propósito, y aunque no lo quería creer, siempre cachaba a Draco viéndome, y luego desviaba la mirada.

Y por último, pero no menos importante, había visto a mi hermano caminar por los pasillos con Katherine Kuznetsov, quien era una de los líderes de Gryffindor junto a Sascha, y no solo eso, también era la novia de Sascha, lo cual me preocupaba un poco.

Un jueves por la tarde Theodore y yo nos reunimos como de costumbre en la biblioteca para hacer las tareas de pociones. Él era muy bueno en pociones, tal vez no era el mejor, pero definitivamente era de los mejores. Por esa razón, había prometido que me ayudaría con esa materia, y había cumplido su promesa. Estábamos sentados en uno de los sillones a lado de los enormes libreros.

—...Entonces, esto es lo que debes mezclar para lograr una solución efervescente— me explicó mientras apuntaba a una página del libro de pociones.

—El problema es que... sé la teoría, pero en la práctica me va muy mal— lo miré.

—¿Te pones nerviosa?—

—No. O bueno, no lo sé, es probable— confesé y Theodore rió.

—Claro que te pones nerviosa, todo se te resbala. ¿Pero por qué? Solo es una poción. Además tú eres buenísima para eso—

—Era— corregí.

—No, eres. Que los nervios te bloqueen no significa que seas mala en ello— dijo y yo suspiré.

—Es frustrante—

—Lo sé. Pero imagina que estás haciendo uno de esos batidos que me preparaste en tu casa— dijo riendo y logrando contagiarme la risa —Imagina que es un batido de crema de cacahuate con plátano y... no lo sé... ¿espinacas?— ambos reímos.

—Estaba delicioso— dije riendo —El único problema es que, ahora no solo tendré nervios pero también hambre—

—No, yo confío en ti— sonreí —Atenea, ¿puedo preguntarte algo?—

—Si, claro—

—¿Aún sientes algo por Draco?—

—Es una pregunta difícil de contestar...— suspiré —Nunca dejas de sentir algo por una persona que te hizo sentir tantas cosas. Él y yo fuimos grandes. Nos sentíamos invencibles cuando estábamos juntos. Es muy difícil hacer desaparecer ese sentimiento de la noche a la mañana, ¿sabes?— lo miré —Así que claro que sigo sintiendo algo por él. Aún lo quiero, y lo amo por haberme hecho sentir como lo hizo. Pero eso no significa que lo que siento por él siga siendo algo romántico. Tal vez pasó de ser algo romántico a algo más como el amor que le tienes a un familiar—

Theodore me miró a los ojos y me sonrió
—Wow, que profundo— reí.

—Tú preguntaste. Tú sacaste este lado de mi— sonreí.

—Me gusta este lado de ti. No lo conocía—

—Muy pocos lo conocen, Nott—

—Entonces me siento especial por ser parte de ese pequeño porcentaje de personas que lo conocen— dijo y yo sonreí.

—Eres especial, no lo olvides—

Nos miramos a los ojos por unos segundos. Después de tanto tiempo, había vuelto a sentir aquella conexión que únicamente sentía cuando miraba los ojos de ese alguien más.
Me quedé mirando sus grises y expresivos ojos.

Por un momento, pensé que sucedería algo, pero él mismo interrumpió el momento cuando miró su reloj.

—Mierda... Olvidé que hoy tenía entrenamiento  en la tarde— se levantó rápido del sillón y comenzó a guardar los libros que yo le pasaba —Perdón, de verdad lo siento, lo había olvidado. ¿Está bien si continuamos con las tareas después del entrenamiento?—

—No te preocupes, veré qué hago, y si no, tendré que molestarte de nuevo más tarde— dije y él sonrió.

Metió el último libro a su mochila, y me miró con una sonrisa genuina.

—Bueno, tengo que irme—

—Si, está bien. No queremos que llegues tarde—

—¿Te veo después?—

—Si— reí al ver cuanto trabajo le costaba despedirse. Él también rió y se dio la vuelta para irse —¡Suerte en tu entrenamiento!— grité desde el sillón, por lo que Madam Pince, la bibliotecaria, me regañó. Theodore se rió y nuevamente se dio la vuelta para regresar hacia mi. Se paró frente a mi con la mochila colgando de uno de sus hombros.

—Atenea... ¿Quieres... Bueno... Quería saber si...— suspiró y yo reí haciendo que él también riera —Te veo en el embarcadero, a las 8, ¿si?— sonreí.

—Te veo ahí— dije y el sonrió. Después retomó su camino hacia el campo de Quidditch.

Sonreí mientras lo veía marcharse y luego dirigí mi mirada y mi atención a mis libros.

Estuve una hora más en la biblioteca. Las personas entraban y salían. Muchos se quedaban a hacer sus tareas, como yo, y otros solo se quedaban a platicar con sus amigos.

Me apresuré para terminar rápido mis tareas y así poder reunirme con Theodore en el embarcadero.

Estaba escribiendo en mi libreta cuando sentí como alguien se sentaba a mi lado. Al inicio pensé que era Laurie, pero cuando volteé, vi su rubia cabellera sentada a mi lado. Giré los ojos y retomé mi escritura.

—¿Perdiste algo?— pregunté sin verlo.

—Vengo a ayudarte con tu tarea de Pociones— dijo tranquilo.

—No necesito tu ayuda—

—Créeme, eso lo sé. Tampoco tienes que presumirme tus habilidades— dijo intentando hacerse el gracioso.

—Ya en serio, Draco. ¿Qué quieres?— esta vez volteé a verlo molesta.

—Vine a...— suspiró —Lo siento ¿si? No fue mi intención lastimarte—

—¿A qué te refieres?— pregunté desesperada porque no entendía nada de lo que estaba sucediendo.

—A Astoria. Sé que te dolió cuando...—

—Es muy egocéntrico y narcisista de tu parte creer que lo que tú hagas tiene un impacto en mi vida, Draco— lo interrumpí y él me miró extraño.

—Atenea, no puedes negar lo que sentiste. Yo mismo lo vi, y...—

—Ya te lo dije, haz lo que quieras, es tu vida, no la mía. Y ahora, si me disculpas, tengo cosas más importantes que hacer— comencé a guardar mis libros en mi mochila.
Draco únicamente me miraba, no decía ni hacía nada.

Cuando terminé de guardar mis cosas, me levanté del sillón, y comencé a caminar dejando a Draco atrás.

Por primera vez, después de mucho tiempo, sentí que ahora yo tenía el control.
Me sentía empoderada.

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