Capitulo 18

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A finales del mes de octubre, todo el mundo se había vuelto loco porque estábamos a una semana del baile de otoño. No era tan grande ni importante como el de navidad, pero a todos les encantaba porque, a diferencia del baile de navidad, podían hacer lo que fuera sin que los profesores se dieran cuenta, pues los profesores se enfocaban en las futuras pruebas EXTASIS.

Cuando caminaba por los pasillos veía a mínimo 3 chicos pidiéndole a otras chicas ir al baile con ellos. Era muy divertido ver eso porque me recordaba a los viejos tiempos.

No sabía si debía asumir que iría con Theodore o si debía de preguntarle si iríamos juntos. A veces, cuando trataba de preguntarle acerca del baile, me decía que no le encantaban los bailes. Por un momento perdí la esperanza de ir juntos, y había considerado ir con Laurie, como amigos, claro. Pero para mi sorpresa. Laurie ya tenía pareja. Iría con Camille Langlois, el amor platónico de Laurie, que al parecer ya no era tan platónico.

Un martes 24 de octubre, a una semana del baile, me había resignado a no ir, o tal vez ir solo a la fiesta y no al baile como tal, me encontraba en mi habitación leyendo un libro de Pociones cuando Laurie entró corriendo a mi habitación y gritando cosas que no podía entender.

—¡Laurie! ¡No entiendo! ¡Habla claro, por favor!— lo tomé desesperada.

—¡Hérmes! ¡Sascha lo golpeó con no sé qué hechizo y ahora está desangrándose!—

—¡¿Qué?!— salí de mi habitación a toda velocidad y muy dispuesta a lanzarle un cruciatus a Sascha después de atender a mi hermano.

—¡Rápido! ¡Corre o va a morir!— gritó Laurie corriendo detrás de mi.

—¡¿En dónde están?!— pregunté acelerada.

—¡En el embarcadero!—

—¡Mierda! ¿Pero qué carajos hacía Hérmes en el embarcadero?— pensé en voz alta.

Cuando llegamos, me asusté al no ver a nadie. Pensé que se habían llevado a Hérmes a la enfermería, y por un momento pensé lo peor, pero no podía irme sin asegurarme de que ahí estuviera.

Cuando llegamos al muelle, comenzaron a flotar unas velas marcando un camino hasta el final de éste. Empezaron a caer pequeñas flores blancas, no podía estar más confundida, y cuando estaba por llegar al final del muelle, Laurie hizo un hechizo que reveló lo que había ahí, o mejor dicho, quien estaba ahí.

Detrás del hechizo estaba Theodore con un ramo de rosas blancas y margaritas, y en su otra mano tenía un disco de vinilo. Al verlo parado sosteniendo ambas cosas, caminé hacia él. Con una gran sonrisa me dio las flores.

—Rosas y margaritas, representan amor puro y eterno— dijo en cuanto las tomé. Estaban preciosas, y además, su olor era tan fuerte que inundaba el lugar de una manera tan agradable. Theodore extendió el disco y yo lo tomé— Un disco de vinilo, representa mis ansias de poder bailar contigo en el baile de otoño, pero sólo si tú aceptas—

Sonreí y me lancé sobre él. Lo abracé con mucha fuerza. Estaba muy feliz. Nunca en mi vida alguien había sido tan detallista conmigo de la manera en la que Theodore lo había sido (en realidad si, Draco, pero en ese momento para mi Draco dormía con los peces).
Pasé mis brazos por sus hombros y le di un pequeño beso en sus labios carnosos.

—No hay nada que desee más que ir al baile contigo— dije para luego unir nuestras bocas en un beso largo y apasionado.

En el fondo, escuché que Laurie carraspeó.

—Bueno, chicos, me retiro. Esto es tan bello como ustedes, pero me hacen sentir bastante solo— dijo Laurie.

—¡No tienes derecho a quejarte! ¡Por tu culpa casi me da un infarto!— reclamé jugando.

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