Capitulo 36

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—Lo siento, Draco, no puedo mentirte— dije mirando hacia abajo.

Ambos guardamos silencio por un rato. Era un silencio un poco incómodo. De verdad quería hablar con él y aclarar tantas cosas. Este era el momento perfecto para ello, y ambos lo sabíamos.

—Lo siento... Perdón si te he presionado tanto, es solo que... No he estado en paz... No me siento en paz... Tengo muchas cosas que decirte y otras que necesito escuchar de ti— dijo calmado mirando al cielo.

—Está bien. Yo siento lo mismo. ¿Qué quieres que te diga?—

—¿Qué fue lo qué pasó?—

—¿Entre nosotros?—

—Si—

—El destino pasó. Nuestros caminos se cruzaron por un tiempo, pero después se separaron—

—¿Por qué se separaron?—

—Por muchas razones. Éramos más jóvenes e idiotas. Pensamos que éramos indomables, pero la distancia logró domarnos. Tú seguiste con tu vida y yo con la mía. Y cuando regresé, aún había una parte de mi que creía que me esperarías con los brazos abiertos, pero no fue así. No voy a mentirte, mi corazón se rompió en mil pedazos, pero llegó alguien que logró pegar cada pedazo. Y tú encontraste a alguien que está ahí para ti, y te quiere, aunque tú no lo creas.—

—¿Hablas de ti?— preguntó con una chispa de esperanza en sus ojos. Suspiré y negué con la cabeza —¿Astoria?—

—Si. He visto como te mira. Ella en verdad te ama. Te procura, te cuida, y se interesa por ti. Tienes que valorar eso—

—Es que todos dicen eso... Pero yo no siento lo mismo—

—No, porque tú sientes eso, pero hacia la persona equivocada. Y eso no te deja darte cuenta de lo afortunado que eres por tener a alguien como Astoria a tu lado—

—No lo entiendes, Atenea—

—Tal vez no estoy en tu lugar, pero trato de entenderte. Yo odiaría si mis papás influyeran en mi vida de esa manera; pero, Draco, no tienes que estar con ella si no lo quieres. Tus padres, ni nadie más, puede forzarte a hacer algo que no quieres. Así como tampoco puedes obligarme a odiarte o a amarte de esa manera. ¿Ahora lo entiendes?—

Draco se quedó mirando al cielo y una lágrima cayó por sus mejillas.

—Estoy actuando como ellos, ¿cierto? Como mis padres—

—Si, pero tú eres mejor que ellos, Draco. Eres más fuerte y valiente de lo que crees. Yo más que nadie lo he visto— lo miré —Desde pequeños siempre admiré muchas cosas de ti. Tu inteligencia, tu fortaleza, tu forma de ser, recuerdo que mis padres te adoraban—

—¿Ya no?—

—No. No desde que rompiste la urna de mi abuela— dije y ambos reímos.

—¡No me lo recuerdes! Fue horrible. Me moría de vergüenza y no fui a tu casa como por un año—

—Lo sé. Creía que te habías enojado conmigo hasta que me regalaste aquel joyero, ¿recuerdas?—

—Cierto. Era tan ingenuo que pensaba que si te regalaba un joyero te olvidarías de que rompí a tu abuela— reímos.

—Aún tengo el joyero—

—¿De verdad?—

—Si— asentí.

Nuevamente nos quedamos en silencio. Esta vez no era tan incómodo como antes. Draco volvió a romper el silencio.

—¿Atenea? ¿Lo nuestro fue real?—

—Claro que lo fue. Fue lo más real que viví en esos momentos. ¿Pero sabes qué fue lo mejor de todo?—

—¿Que?—

—Que ambos nos encontramos en el momento perfecto. Comenzamos a salir tan repentinamente que nadie creía que era real. Todos creían que era una broma, hasta que les demostramos lo contrario.—

—Es cierto... Ambos crecimos juntos también. Recibimos un golpe de madurez, pero al menos estábamos juntos. Tú me ayudaste a superar tantas cosas. Tal vez por eso me cuesta tanto dejarte ir—

—Tal vez—

—Pero... Aún somos amigos, ¿no?— preguntó sin mirarme.

—Nunca dejamos de serlo. Yo te prometí que siempre iba a estar ahí para ti, y que siempre iba a protegerte, y yo nunca rompo mis promesas—

Esta vez Draco me miró y sonrió; sin embargo, su sonrisa se borró.

—Hay algo que debo decirte—

—¿Qué?—

—¿Recuerdas cuando me pediste que te ayudara con Theodore porque él te gustaba, y en lugar de ayudarte a ti, ayudé a Hannah?— preguntó y asentí —Fue porque... Porque Theodore sentía cosas por ti desde ese entonces, pero yo también lo hacía, y no podía permitir eso—

—Lo sé— dije riendo.

—¿De verdad?—

—Si—

—Lo siento—

—Draco, fue hace mucho tiempo. Creíamos que jugar verdad o reto era lo máximo, y que encerrarte en el closet con alguien automáticamente significaba que se amaban— dije riendo.

—Tengo otra cosa que confesarte—

—Dime—

—Cuando empezamos a salir... Yo seguía viéndome con otras chicas. Hasta que te vi con Fred y sentí tantos celos que ya no quería estar con nadie más. Pero fue hasta que saliste con Pucey que me di cuenta de que no quería estar con nadie más que no fueras tú, y que te quería solo para mi—

—También lo sé—

—¿Te lo dijo Theodore?—

—Si, pero lo sospeché todo el tiempo. Tú nunca estudias, y siempre que no te veía me decías que estabas estudiando—

—Perdóname. Fui una mierda—

—Draco, yo también lo fui. Yo también lo fui muchas veces. Pero eso ya es pasado. Vivimos lo que tuvimos que vivir, aprendimos lo que tuvimos que aprender, y ahora estamos aquí. Cada quien siguiendo su camino tratando de dar lo mejor de nosotros mismos—

—¿Sabes? Theodore es muy afortunado—

—Me alegra que lo sepas, Malfoy— dijo Theodore desde las escaleras. Volteé rápidamente y lo miré parado, con las manos en sus bolsillos, mirándonos a ambos. —¿Entonces... estamos haciendo un pícnic nocturno?— dijo molesto.

—Solo estábamos platicando, Nott... No tienes por qué desconfiar de ella— dijo Draco.

—No, es que no desconfío de ella, Malfoy. Desconfío de ti—

—Theodore, no hay nada de qué preocuparte. Estábamos hablando de cosas que necesitábamos hablar desde hace tiempo, no tienes por qué ponerte así— me acerqué a él.

Theodore me miró y luego miró a Draco de arriba a abajo.

—Lo siento— se disculpó Theodore mirándome a los ojos.

—Tengo que hablar contigo también— dije.

—¿De qué?—

Fue ahí cuando tuve una de las mejores ideas que pude haber tenido.
Aproveché que estaban ambos para contarles acerca de lo que estaba pasando. Les conté acerca de mi sueño, y de nuestras conclusiones con Laurie.
Al final, Draco se comprometió a investigar a Sascha, y Theodore a Atticus. Ahora habíamos creado un "equipo" en el que todos trabajábamos juntos por un bien común: Deshacernos de Atticus.

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