Capitulo 47

1K 97 10
                                    

Cuando el cielo empezó a oscurecer, me fui a mi habitación a hacer tarea mientras esperaba a Theodore para que saliera de su entrenamiento. Escribí en mi cuaderno tan minuciosamente como de costumbre por largos minutos hasta llegar a una hora. Terminé la tarea y Theodore aún no regresaba.

Comencé a hacer garabatos y luego dibujos en mi cuaderno. Sin darme cuenta ya habían pasado dos horas más. Dejé mi cuaderno a un lado y me dirigí a la pequeña mesa a lado de la ventana. Sobre la mesa había una charola de plata en donde poníamos la comida que nos robábamos de las cenas y la cocina por si teníamos hambre en la noche, era algo que hacíamos desde el inicio del año para no tener que toparnos con Atticus o Sascha en los pasillos. Tomé una fruta de ahí y la comí. Luego me dirigí a la estantería y agarré un libro. Comencé a leerlo y al llegar al capítulo 3 me desesperé.

Llevaba horas en la habitación buscando actividades que hacer mientras esperaba a Theodore y él no regresaba. No era posible que siguiera entrenando pues ya solo la luz de la luna alumbraba el confuso cielo oscuro.
Al inicio, me molesté, pues él fue el que sugirió hacer algo juntos en la tarde; sin embargo, después me preocupé.

¿Qué tal si Sascha o Atticus tenían algo que ver?

Me puse rápidamente los zapatos, y justo cuando iba hacia la puerta, alguien la golpeó desesperadamente.

—¡Atenea!— se escuchó una voz femenina al otro lado de la puerta.

Corrí a abrir la puerta y vi a una muy preocupada Elisavet.

—Atenea, es Theodore—

—¿Qué tiene?— pregunté asustada.

En ese momento llegó Hérmes corriendo aunque con una expresión muy extraña.

—Atenea, Theodore acaba de caer al lago y se golpeó la cabeza terriblemente. Va a morir— dijo Hérmes.

Elisavet lo miró con horror y confusión. No tuve tiempo de quedarme, en cuanto me dijeron que Theodore estaba mal fui corriendo hacia el último lugar que escuché: el lago.

—¡Atenea! ¡Espera!— gritó Elisavet corriendo detrás de mi junto con Hérmes. Escuché que ambos peleaban por algo pero no presté atención.

Llegué a las escaleras para bajar al lago y sin miedo alguno de lo que me pudiera suceder comencé a bajarlas lo más rápido posible, hasta que al llegar al lago, justo en el muelle me encontré a un Theodore tan sano como siempre.
Lo miré desconcertada pero en cuanto vi que no era una obra de mi imaginación, corrí hacia él y lo abracé, cosa que le tomó por sorpresa. Comenzaron a salir lágrimas de mis ojos por el gran susto que me había llevado.

Detrás de mi llegaron Elisavet y Hérmes corriendo.

—Maldición. Atenea, corres demasiado rápido— dijo Elisavet cansada, tratando de tranquilizar su respiración recargándose sobre sus rodillas.

—Espera, ¿por qué....?— preguntó Theodore desconcertado porque estaba llorando en sus brazos, hasta que entendió —¿Qué le dijeron?—

—Escucha, yo iba a decirle que te caíste de tu escoba en el entrenamiento, pero este hocicón dijo que te golpeaste la cabeza y que ibas a morir— dijo Elisavet refiriéndose a Hérmes.

—Bueno, tu plan no iba a servir aún así, porque entonces estaríamos en el campo de quidditch y no aquí... Además, así llegó más rápido— se defendió Hérmes.

—¡Es la segunda vez! Van a matarme de un susto— les dije separándome de Theodore y limpiándome las lágrimas. Ellos comenzaron a reír.

—Vas a agradecernos— dijo Hérmes.

FIX MEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora