CAPÍTULO 38 ¡BIENVENIDO A TU MESA DE TRABAJO!

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Llegamos a la empresa en un cómodo silencio. Muy silencioso, giré a mirarla cuando aparqué en mi sitio asignado. Sonreí al verla, se había quedado dormida. Debe estar cansada, según han comentado esta noche ha dormido mal ¿y aún tiene fuerzas para venir a trabajar?

—Eh, Princesita, hemos llegado —dije dulcemente acariciándole la mejilla. ¿Qué te pasa Dragneel? ¿Tú hablándole dulcemente a una chica?

—Mmm... ¿Hemos llegado? —dijo con voz somnolienta.

—Sí —contesté— ¿Quieres que te lleve a casa? Te ves cansada —le propuse. Negó con la cabeza.

—Estoy bien, vamos —salimos del coche y nos metimos en el ascensor. Pulse el piso correspondiente.

—Miedo me da subir ahí.

—No te preocupes, tengo un plan trazado —la miré confundido.

—¿Qué mentira les vas a soltar? 

—Ninguna. Tú solo confirma si te preguntan —¿No va a mentir? — ¿Listo? —preguntó cuando el ascensor llegó a su destino. Asentí.

Se abrieron las puertas del ascensor y nuestras madres estaban dando vueltas por el vestíbulo con cara de preocupación.

—¡¿Dónde estabais?! —dijeron las dos al unísono. Vale su cara de preocupación ha pasado a una de enojo.

—¡Nos teníais preocupadas! —dijo mi madre.

—¡¿Por qué narices no habéis contestado al teléfono?! —dijo Layla. Miré a la Princesita, estaba con cara impasible.

—¡Hablad! —dijeron las dos a la vez.

—¡¿Ha pasado algo?! —dijo mi madre. Las miré con el ceño fruncido.

—¡Oh, Dios! ¡Ha pasado algo! ¡¿Qué ha pasado?! —preguntó Layla. Las dos nos miraban con cara de frustración y preocupación.

—Si nos dejáis hablar, hablaremos —dijo la Princesita.

—¡Habla! —dijo Layla.

—Estamos bien. No ha pasado nada, solo nos hemos retrasado un poco —dijo la Princesita.

—¡Casi dos horas no es poco! —dijo Layla. ¿Tanto había pasado? Pues el tiempo me ha pasado volando.

—Una amiga estaba mal y estábamos preocupados por ella —dijo. Vale, eso no es mentira, pero tampoco hemos estado tanto con Erza.

—¡¿Y por qué no habéis contestado al teléfono?! —preguntó mi madre.

—Estábamos ocupados —contestó la Princesita. No entiendo como eso nos va a ayudar.

—¡¿Ocupados?! ¡¿Los dos?! —preguntó mi madre. Los dos asentimos.

—¡¿Y qué era eso tan importante que no podíais contestar al teléfono?! —preguntó Layla. Ven como eso no nos iba a ayudar.

—Estábamos comiendo —contestó la Princesita. Vale, eso tampoco era mentira, pero tampoco es que ayude mucho. La cara de enojo de nuestras madres pasó a sorpresa.

—¿De verdad? —preguntó Layla, su tono había cambiado. La Princesita asintió.

—¿Los dos juntos? —preguntó mi madre, su tono también había cambiado. Asentí. Se miraron mutuamente y sonrieron. ¿Qué ha pasado aquí?

—Pues haberlo dicho, estábamos preocupadas —dijo mi madre con una sonrisa.

—¿Tenias hambre cielo? —le preguntó Layla a la Princesita.

¡HURACÁN LUCY!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora