¡HURACÁN LUCY!

CAPÍTULO 154 ¡PIKA PI!

Besándola la dirigí hasta la puerta de la habitación. Subí sus manos atadas con las esposas sobre su cabeza, me miró confusa, enganché la cadena en el colgador de ropa que tenía en la puerta. Miró curiosa el enganche y luego a mí.

—No puedes moverte.

—¿Qué vas a hacer?

—Te lo he dicho —me di la vuelta alejándome de ella—. Volverte loca —me acerqué al reproductor de música y le di al play. La habitación rápidamente se inundó de esa música que había elegido para esta sesión de sexo con ella. Muy sensual y excitante. Me acerqué a la cama y cogí la tela que tenía en la cama. Fui hasta ella, era consciente de su mirada lasciva hacia a mí. Los dos estábamos completamente desnudos y mi amiguito estaba ya duro de nuevo. Tragó en seco al recorrerme con la mirada— ¿Nerviosa?

—Expectante diría yo... —sonreí.

—Voy a taparte los ojos, quiero que sientas todo el placer que voy a darte ¿ok?

—Sí... —cubrí sus ojos con la tela formando un lazo tras su cabeza no muy fuerte. Besé sus labios a la vez que acariciaba sus brazos extendidos con mis manos, una caricia lenta y suave. Sin dejar de besarla, llegué hasta sus pechos, masajeándolos delicadamente y toqueteando sus pezones que se ponían duros bajo mis dedos. Soltó un gemido en mi boca. Sonreí y me separé de ella. Se quejó, pero no dije nada. Me acerqué de nuevo a la cama y cogí lo que necesitaba.

—¿Natsu? —susurró mi nombre.

—Tranquila, estoy aquí —acaricié su cuello e inclinó su cabeza en busca de mi mano. Abarqué su mejilla con mi mano, la acaricié, así como sus labios. Me acerqué más—. Es hora de que conozcas a mi ayudante —susurré en sus labios. Encendí el aparatito—. Natsu junior —lo acerqué a sus pezones duros y se estremeció.

—Natsu... —gimió. Recorrí su cuerpo con ese juguetito de color rosa. Avasallé su boca con mi lengua y acerqué a mi ayudante hasta su intimidad, tentándola alrededor, pero sin llegar a penetrarla. Sus gemidos se acallaban en mi boca. Notaba como el aparatito se deslizaba con mucha más facilidad cada vez. Estaba empapada. Llevé la punta hasta su clítoris a la vez que aumentaba la velocidad de la vibración— ¡Natsu! —chilló estirando de las esposas. Echó su cabeza hacia atrás y besé su cuello, bajando hasta sus pechos. Jugaba en su intimidad, trazando pequeños círculos en su clítoris, alejando el aparatito y volviendo— No... ¡Ah! ¡¿Qué me estás haciendo por Dios?! —jadeó alto arqueándose. Alejé de nuevo el aparatito. Esperé que la intensidad de su cuerpo bajara, no quería que aún llegara, quería que aguantara más. No dejé de besarla. Cuando noté que su cuerpo se relajaba de nuevo, volví a pasear el masturbador por su intimidad. No toqué su clítoris, lo tenía muy sensible. Probé de meterlo un poco en su interior— ¡Mmm...! —gimió mordiéndose el labio. Sonreí al ver su expresión de aguante. Lo metí de golpe— ¡Natsu! —chilló.

—Parece que mi ayudante te gusta —hablé cerca de sus labios, besando su comisura.

—Tiene un buen maestro... —dijo con respiración agitada. Sonreí. Moví el aparato en su interior, puse la velocidad máxima— ¡Ah, joder! —gritó arqueándose. Apretaba sus piernas— ¡No puedo más! —gritó. Saqué el aparato abruptamente— ¡Joder! —gritó de nuevo.

—Siente como palpita tu interior. ¿Deseosa por poder correrte?

—¡Joder, sí! —dijo agitada. Sonreí, aunque ella no podía ver mi cara de cabrón.

—Pues aún no puedes... —rio. Eso me extrañó— ¿Qué pasa?

—Debes estar sonriendo como un jodido cabrón y empalmado a más no poder. Duro como una piedra. ¿Qué mi interior palpita? Sí, pero tu polla debe estar bombeando frenética con ganas de sentir mi interior. Falta de atención. Con ganas de que yo también te folle como una perra mala —¡¿Por qué cojones me pone tanto?! La miré se estaba mordiendo el labio inferior. La solté del colgador y la hice arrodillarse. Sin mediar palabra acerqué su cabeza hasta mi polla.