Abrí mis ojos de golpe y me senté agitado sobre la cama, miré a mi lado y suspiré aliviado. Por un momento creí que todo había sido un sueño, pero no. Todo había sido real, ella estaba de vuelta conmigo. Me tumbé de nuevo y la rodeé con mi brazo, besé su cuello. Esto lo añoraba mucho, estar así con ella, viéndola dormir. La acerqué más a mí, estrechándola más con mi brazo. No se quejó. Así que ejercí un poco más de fuerza sobre su abdomen.
—Nat... —se quejó, me apartó el brazo y salió disparada de la cama hacia el baño. Me quedé sentado en la cama confundido. Al escuchar la primera arcada me levanté corriendo, la puerta estaba semiabierta y entré. Lo que me imaginaba, estaba vomitando. Me puse a su lado y le sujeté el pelo, acaricié su espalda con la palma de mi mano para que se fuera sintiendo mejor.
—¿Mejor? —pregunté cuando dejó de vomitar. Asintió tirando de la cadena.
—Lo siento, esto es asqueroso de ver —dijo. Negué con la cabeza.
—Tranquila, lo importante es que tú estés bien. ¿Qué ha sido esta vez la pizza o el alcohol?
—Creo que una combinación de ambas —dijo refrescándose la cara y lavándose los dientes. Había vuelto a abusar de la comida, comió mucha pizza y ella que no está acostumbrada a beber, bebió demasiado.
—Puedo preguntarte algo —asintió—. No quiero que te enfades —frunció el ceño.
—Di —escupió la pasta de dientes.
—¿Estás forzándote a comer? —esperaba su reacción. Se me quedó mirando sorprendida por la pregunta.
—¿Por qué crees eso?
—Últimamente estás comiendo mucho y es raro. Normalmente comes poco y ahora abusas un poquito al punto de vomitar.
—Pues no lo hago con esa intención —ahora me sorprendí yo—. Tengo hambre. Eso es bueno, creo.
—Sí, es bueno, pero abusar de la misma no es bueno.
—Quizás un poquito, pero en el momento que como me quedo bien con todo lo consumido. Supongo que no me hace el efecto de empacho al momento.
—Ni idea, pero intentemos que no vomites de nuevo ¿sí? —me miró. Sonrió y asintió. La miré de arriba abajo— Creo que incluso has engorado un poco.
—¿De verdad? —se miró su cuerpo, llevaba puesta una de mis camisetas a modo de pijama. Sacó una báscula de debajo del lavabo. Eso también era nuevo. Se subió a la báscula— Pues sí, he engordado un poco —torcí el gesto al ver el número de su peso, significaba que pesaba menos de lo que yo creía. Aunque hubiera engordado, estaba muy delgada. Debía hacerla engordar un poco más.
—¿Tienes hambre? Si tienes hambre saldremos a comprar algunas cosas.
—No, aquí hay comida —contestó. Fruncí el ceño. Ah, claro ha estado aquí los últimos días. Si tan solo se me hubiera ocurrido venir a mi apartamento por cualquier cosa la habría encontrado. Aaagh, que estúpido soy a veces. Salió del baño y fui tras ella. Se sentó en la cama. Suspiró y se echó hacía atrás.
—¿Cansada?
—Mucho —contestó. Sonreí—. Me duele todo —solté una carcajada. Me miró desde su posición— ¿Le divierto Sr. Dragneel?
—Mucho Srta. Heartfilia —frunció el ceño mientras me miraba.
—¿A ti no te duele nada? —preguntó. Me reí más. Negué con la cabeza— Pues creo que debería empezar a hacer ejercicio. Si vamos a seguir con este ritmo, no creo que pueda aguantar muchos asaltos más —volví a reír y me acerqué a ella. Subí sobre su cuerpo.
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¡HURACÁN LUCY!
RomanceQuien le diría al joven Natsu Dragneel, que su tranquila vida de mujeriego iba a dar un giro de 360º. ¿Y por qué razón? Ella. Según él, una pija malcriada de lengua viperina y mirada venenosa. Había llegado el ¡Huracán Lucy! Fecha de inicio: 08/01/2...