CAPÍTULO 123 ¡NADIE SE METE CON LOS HEARTFILIA EUCLIFFE!

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No la alcancé y ya bajaba las escaleras, nos topamos con los demás. Los saludamos y bajamos a la cocina. Nada más entrar la madre de Lucy la arrolló. En la cocina también estaban Sting y Jude.

—¡Lucy, cariño! ¡¿Estás bien?! —Layla estaba preocupada, la abrazó y beso en la mejilla— Mi niña, ¿por qué no llamasteis anoche? Hubiéramos venido enseguida.

—Ya mamá, estoy bien. No ha sido nada —contestó Lucy.

—¡¿Cómo qué nada?! ¡Un loco ha entrado y casi te ahoga! —Layla alzó la voz. Jude fue hasta ella y le puso la mano sobre su hombro.

—Tranquila, querida. Es mejor no alterar más a la pequeña —dijo Jude con una sonrisa. Ahora entendía un poco mejor a Lucy, ver a su padre calmado en una situación así, entendía como Lucy podía tratar tranquilamente las situaciones sin alterarse. Layla se echó a un lado y Jude abrazó a Lucy—. Lo importante es que estás bien. Me alegro —dijo. Le dio un beso en la cabeza y le sonrió.

—Jude, querido, esto no puede quedar así. Debemos denunciar a quién haya sido —dijo Layla.

—La policía no sabe quién es —dijo Jude.

—Pero está la sospecha —dijo Layla. Todos nos sentamos alrededor de la mesa para desayunar. Layla miró a Lucy—. Te dije que si tenías problemas en la universidad con quien fuese nos lo dijeras. Pensé que lo que nos contantes eran tonterías, pero esto es grave señorita —Layla ahora estaba molesta.

—Mamá, creo que no ha sido para tanto. Según la policía solo querían darme un susto y es lo que creo, porque ese sujeto no me tuvo todo el rato bajo el agua, a cada rato me sacaba —dijo Lucy. La ira volvió a mí. Malditos desgraciados.

—¿Y si llegas a estar sola en casa qué? Podrías haber muerto —dijo Layla. Todos pusimos semblante serio. Era cierto.

—Gracias a Dios no estaba sola. Sting y los demás estaban aquí —dijo Jude.

—¡Vas a tener seguridad jovencita! —dijo Layla.

—¿Qué? ¡No! —refutó Lucy— No ha sido para tanto, ha sido una absurda riña entre compañeros de clase.

—¿Absurda? —dijo Layla incrédula— Mira querida, si unos compañeros llegan a esos extremos para darte un escarmiento, no es algo absurdo. Vas a tener seguridad y no se hable más.

—¡No! —Lucy no daba su brazo a torcer. Layla estaba enfadada, muy enfadada por lo que se veía.

—¡Lucy! —gritó su madre— ¡No seas cría! ¡Vas a tener seguridad!

—¡Pero yo no quiero! —gritó Lucy— ¡No quiero que nadie vigile mi vida! ¡Es mía, yo decido con quién comparto mis cosas! —Layla pegó un golpe en la mesa. Todos nos sobresaltamos. Se puso en pie.

—¡No pienso permitir que algo malo te pase! ¡No pienso perderte! ¡Ya casi te pierdo una vez y fue horrible! Yo... Yo no podría soportarlo —sollozó Layla—. Lo siento... —se marchó de la cocina, dejando el ambiente tenso. Nadie decía nada. Ni el señor Jude, era raro, se supone que siendo el padre tendría que intervenir ¿no?

—Lucy... —susurró Sting. La miré, estaba llorando. Mi pequeña...

—Iré a hablar con mamá —se levantó y salió de la cocina tras Layla.

—Papá, ¿no deberías haber dicho algo? —le reclamó Sting.

—¿Y meterme en su discusión? Hijo, hace tiempo aprendí que cuando ellas discuten no hay que meterse. Hablaré con ellas más tarde, primero que se arreglen entre ellas —contestó.

¡HURACÁN LUCY!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora