La luz de la mañana entraba por la ventana de mi habitación. Mi Luce dormía plácidamente sobre mi pecho. Tal como le había prometido tuvimos una noche movidita. Recién acababa de abrir mis ojos. Me sentía en la gloria estando así con ella, me podría acostumbrar a esto fácilmente, despertar cada mañana a su lado. Acaricié su brazo suavemente, me topé con su pulsera, sí, ni me acordaba de ella, ya me había acostumbrado a que siempre la llevara. Dudé por un momento si mirar debajo o no, decidí no hacerlo. Era su decisión enseñarme lo que fuera que había debajo la pulsera. Aunque la curiosidad me mataba. Una idea terrible pasó por mi mente, ¿es posible que ella intentara suicidarse? No, no, me dijo que no era nada malo. Natsu, idiota, no pienses estupideces de buena mañana.
Hoy era domingo, y por lo tanto tenía que llevar a la Princesita a una cita. Ya había decidido que hacer, espero que le guste el plan ya que estas cosas no se me dan bien. Con cuidado me levanté para no despertarla. Me puse el pantalón de mi pijama y salí de la habitación, iba a prepararle el desayuno. Crucé los dedos para que me saliera bien. Preparé café, algo fácil de hacer, zumo, algunas tostadas y fruta, estaba absorto cortando la fruta cuando noté unas manos que me rodearon.
—Buenos días, Feo Dragón —me dio un beso en mi espalda. Sonreí. Dejé el cuchillo y me giré para verla.
—Buenos días Princesita —besé sus labios. Sonrió— ¿Has podido dormir?
—Mmm... algo sí —se ruborizó un poco—, has cumplido bien tus palabras —sonreí.
—Estabas advertida —rio y asintió—. Ven, siéntate, he preparado el desayuno.
—Que considerado —dijo. Le retiré el taburete para que se sentara. Se quejó un poquito al sentarse. Reí.
—¿Todo bien? —pregunté. Sabía bien que hoy estaría un poco resentida, fuimos un poquito salvajes anoche.
—Perfectamente —contestó. Volví a reír—. Idiota —le serví el desayuno y tomó su taza de café, mientras lo bebía me miraba por encima de la taza, entrecerrando sus ojos.
—¿Qué? ¿Tienes alguna queja? —pregunté mientras comía mi desayuno. Negó lentamente con la cabeza. Sonreí. Me llevé una tostada con mermelada a mi boca. Me miraba atentamente, relamí mis labios por la mermelada que había quedado en ellos. Ella se mordió el labio y se removió en su silla. Me encanta saber que le pongo tanto— ¿No comes?
—Sí, si claro —contestó. Reí para mí mismo, estaba ruborizada, pequeña pervertida a saber que estará pensando. Es insaciable, corrijo, somos insaciables. Mordió una tostada con mermelada he hizo lo mismo, relamió sus labios. Me había quedado embobado mirando su lengua, esa lengua que había recorrido mi cuerpo y mi amiguito varias veces ayer noche. Dios ya notaba el bulto en mi pantalón de nuevo— ¿No comes?
—Sí, si claro —contesté. Rio por lo bajo. Entre miraditas y provocaciones terminamos de desayunar. Bien, iba a arrancarle esa sudadera que llevaba— ¿Quieres comer más? —pregunté. Negó con la cabeza— Bien —rodeé la isla de la cocina y giré su taburete para que quedara frente a mí. Abrí sus piernas para meterme entre ellas—. Dios, Nena, no llevas nada —sonrió traviesamente. Volvió a morderse el labio y la besé. Metí mi lengua en su boca, gimió por la brusquedad. Pasé mi mano por su culo y la acerqué más a mí para que notara mi excitación.
—Natsu, que despierto estás —dijo sonriendo.
—No me digas —besé su cuello, subí mis manos por debajo la sudadera, acariciando su cuerpo—. Esto me molesta —le quité la sudadera, me ayudó en la tarea subiendo sus brazos, quedó desnuda para mí. La miré lascivamente—. Eres un pecado exquisito —me relamí los labios.
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¡HURACÁN LUCY!
RomanceQuien le diría al joven Natsu Dragneel, que su tranquila vida de mujeriego iba a dar un giro de 360º. ¿Y por qué razón? Ella. Según él, una pija malcriada de lengua viperina y mirada venenosa. Había llegado el ¡Huracán Lucy! Fecha de inicio: 08/01/2...