CAPÍTULO 174 ¡SIEMPRE JUNTOS!

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Todos nos encontrábamos reunidos en casa de los Heartfilia. Habíamos recorrido la ciudad una y otra vez, pero ni rastro de Lucy, Lisanna o Loke. Estaba en tensión, preocupado y sabía que mi pequeña lo estaba pasando mal. Esos dos malditos se habían unido para hacerle algo y yo estaba aquí sin poder hacer nada. Nadie imaginó que algo así iba a pasar, hasta habían bajado la guardia con Lucy, habían dejado de vigilarla en cuanto Lisanna quedó encerrada. Grave error. Hasta Tauro se sentía mal al respecto, él seguía con la policía buscándola en las calles. Eso debería seguir haciendo yo. Me levanté.

—Hijo...

—No puedo estar más aquí. Necesito saber que está bien.

—Natsu, descansa un poco, llevas horas conduciendo —dijo Sting. Él también había salido a buscarla, verlo con ese semblante tan serio, era raro, por lo general siempre sonreía y estaba con las bromas. Incluso en el hospital no estuvo tan serio, pero esta vez era diferente. Se notaba la preocupación de todos.

—No preocupes a tu madre —me susurró Yukino. Miré a mi madre que miraba a Layla, ambas estaban cogidas de la mano—. Es tarde, y si algo te pasa será peor —sabía que tenía razón, pero no podía más. Sting se levantó de repente, sin decir nada se dirigió a la cocina. Miré a Yukino y fui con ella. Mis amigos también nos siguieron.

La puerta que conectaba al jardín y la cocina estaba abierta, por lo que intuíamos que Sting había salido. Salimos y lo vimos medio agachado con las manos apoyadas en sus rodillas. Yukino se acercó a él.

—Sting...

—Ella está sufriendo... —Sting temblaba, me hizo temblar a mí por la forma en que lo dijo— Lo estoy sintiendo Yukino, mi hermanita está sufriendo.

—Sting —Yukino lo abrazó. Apreté mis puños de pura impotencia. Notaba como mis uñas se clavaban en mis manos.

—Juro que de esta le pongo un gps a Lucy... —susurró Levy. Gps... yo también. Si tan solo tuviera algún indicio de dónde la tienen. Si tan solo... Un recuerdo vino a mi mente.

'—Dame tu móvil.

—¿Qué? ¿Para qué quieres mi móvil?

—Si quieres que no sea tu lapa pegada a tu precioso culo, que no me importaría, dame tu móvil.

—No sé para qué fin, pero ten —dijo extendiéndome el aparato. Tecleé en él y sincronicé con el buscar amigos de su iPhone con el mío— ¿Qué haces? —preguntó curiosa.

—Te añado a mi red de amigos para buscarte, con esto siempre sabré dónde estás y tú dónde yo estoy, claro siempre y cuando estén conectados a la red ¿Te parece bien?'

—¡Claro, ¿cómo no había pensado en eso?! —grité. Saqué mi móvil.

—¿Qué? —Gray vino hasta mí.

—Puedo encontrarla —me miraron incrédulos. Abrí la aplicación y recé porque su teléfono siguiera conectado a la red. Esperé a que cargara la posición de Lucy—. Venga —maldita aplicación que tardaba demasiado. Abrí más los ojos— ¡AHÍ ESTÁ! —el pequeño punto de Lucy apareció. Sabíamos la posición. Miré a Gray, él también miraba mi teléfono. Alzó su mirada a mí.

—Vamos a por ella.

{...}

Gray condujo cerca de una hora en la dirección que nos indicaba el teléfono. No esperamos a nadie, salimos corriendo y Juvia fue la única que alcanzó a meterse con nosotros en el coche. Por el camino fue ella la que avisó a los demás en qué dirección tenía que ir la policía. Llegamos a una zona alejada, en medio del bosque. Nos bajamos del coche, el punto indicaba que Lucy estaba ahí, pero no había nadie. Miramos alrededor con nuestras linternas del teléfono, aún era de noche.

¡HURACÁN LUCY!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora