CAPÍTULO 32 ¡MUJER PELIGROSA!

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Me dediqué una hora más a los diseños que me habían asignado. Hasta que estuve un poco cansado de dibujar. Recogí las cosas y me fui a buscar a mi madre, por consiguiente, a la Princesita. Me despedí de todos incluida la histérica de Acuario y me dirigí al área de confección.

—Hola mamá ¿Qué tal? —saludé a mi madre cuando llegué a su área estaba entre telas y una modelo subida a un pequeño taburete. La Princesita también estaba. Entre ella y mi madre iban colocando pedazos de tela sujetados con agujas sobre la modelo.

—Hola Princesita —saludé. Me miró y entrecerró un poco los ojos.

—Hola Natsu —dijo. La miré confundido. No me dice mi apelativo. Sonrió, pero no le devolví la sonrisa. No sé por qué, pero me molesta que no me llame por ese apelativo.

—¿Y a mí no me saludas guapo? —dijo la modelo dedicándome una sonrisa coqueta. La miré de arriba abajo, no estaba nada mal la muchacha— me llamo Hisui.

—Encantado Hisui —dije dedicándole una de mis sonrisas. Sonrió como todas las chicas cuando les sonrío. Dragneel, no te lo tengas tan creído. La Princesita, rodó los ojos y siguió poniendo pedazos de tela sobre Hisui.

—¿Trabajas aquí? —preguntó Hisui.

—Es mi hijo —dijo mi madre.

—Oh, tiene un hijo muy guapo Sra. Grandeeney —dijo Hisui.

—Lo sé, lo sé, salió muy guapo —dijo mi madre soltando una risita. Hisui rio con ella.

—Y dime Natsu, ¿a qué te dedicas? —me preguntó Hisui.

—Voy a la universidad —contesté.

—¿Aun estas en la universidad? Pensé que ya trabajabas, aquí —dijo Hisui.

—Y también lo hace —dijo mi madre.

—Vaya que chico más completito, guapo, universitario y con trabajo, solo te falta la moto —dijo Hisui soltando una risita.

—También la tiene —dijo mi madre riendo.

—¡Qué bien! me podrías dar una vuelta con ella al salir de aquí —dijo Hisui— Ay, cuidado, me has pinchado.

—Lo siento, no dejas de moverte —dijo la Princesita y siguió con lo suyo. ¿Me lo ha parecido a mí o lo ha hecho aposta?

—¿Qué dices, Natsu? —Hisui volvió a dirigir su atención a mí.

—Lo siento querida, pero eso no va a poder ser —dijo mi madre un poco seria.

—¿Y eso? —preguntó Hisui.

—No deja subir a ninguna chica —dijo mi madre.

—Oh, no me digas que esperas que solo suba una chica especial —dijo Hisui. Miré a la Princesita, seguía enfocada en su tarea.

—Sí, solo dejo que suba una chica especial —dije sin dejar de mirar a la Princesita. Abrió mucho los ojos.

—¡Ay!, me has vuelto a pinchar —se quejó Hisui.

—Lo, lo siento —dijo nerviosa la Princesita. No se dignó a mirarme.

—¡Ten cuidado! —le chilló Hisui. ¿Por qué le chilla así? ¿Es tonta o qué?

—He dicho que lo siento —dijo la Princesita.

—Disculpen —dijo una chica.

—¿Sí? —dijo mi madre.

—La Sra. Layla quiere que la Srta. Lucy vaya al depósito —dijo la chica.

—Bien, voy enseguida —dijo la Princesita. La chica se fue por donde vino.

¡HURACÁN LUCY!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora