—Pasa —dejé que Lucy entrara primero a mi apartamento.
—Gracias.
—¿Quieres algo caliente para beber? —asintió. La ayudé a quitarse la chaqueta.
—Voy yo, no te preocupes.
—Lucy, déjame consentirte —sonrió.
—Está bien. Un chocolate caliente —reí. Era muy golosa.
—Mmm... no se si tengo.
—Sí tienes —arqueé una ceja—. En el segundo estante del armario —me acerqué hasta la alacena y abrí.
—¿Cómo lo sabes?
—Recuerdo que lo compré la última vez que estuve aquí y tú no lo sueles preparar.
—Vaya... —hace mucho desde la última vez que estuvo aquí. Cogí el chocolate y la leche. Empecé a leer las instrucciones. Sentí su cercanía sobre mi hombro.
—¿Necesitas ayuda? —preguntó con su dulce vocecita.
—No, tranquila, yo puedo —no quiero parecer idiota. Natsu, no quemes el chocolate. Preparé la bebida caliente siguiendo cada uno de los pasos. Al final salió bien. Lo metí en la taza favorita de Lucy que tenía aquí. Me quedé viendo la taza unos momentos. En todo este tiempo ninguno había hecho ademán de recoger las cosas del otro, lo que me hacía pensar que ella estaba igual que yo. No quería dejarme ir, ni yo a ella. Era egoísta, lo sé, pero no podía hacerme a la idea de pasar mi vida sin Lucy. Debía luchar por ella. Giré para entregarle la taza a Lucy, pero no estaba a mi lado. La busqué y estaba mirando una foto. Sabía perfectamente que foto—. Lucy.
—Somos nosotros de niños.
—Sí, mi madre me la dio —me acerqué a ella. Era la foto en la que éramos pequeños y besaba su frente.
—Eras muy mono de pequeño.
—Y tú eras preciosa —le entregué la taza de chocolate caliente—. Corrección, sigues siendo preciosa.
—Sigues siendo un adulador —sopló un poco antes de beber de su taza. Me quedé viendo embobado sus labios. Agité mi cabeza. Habíamos venido hasta aquí sin prácticamente decir nada. Ella no había dicho que la llevara a su casa, ni yo tampoco quería dejarla, me puse a conducir de vuelta y vine hasta aquí.
—Las malas costumbres no cambian —sonrió y se relamió los labios para quitarse los restos de chocolate. Otra vez me quedé como idiota mirándola.
—¿No bebes chocolate? —negué y llevé mi mano hasta la comisura de sus labios, limpiándole un pequeño rastro de chocolate. Acaricié su mejilla e inconscientemente me acerqué a ella— Al final no hemos bailado —fruncí el ceño ante su repentino cambio de tema. Me aparté de ella un poco.
—No, no hemos bailado. ¿Quieres bailar?
—Mmm... no —desvió su mirada hacia un lado. Me fijé en lo que miraba— ¿Me cantarías algo?
—¿Quieres que te cante?
—Sí —contestó segura. Sonreí.
—Está bien, lo que desee la Princesita —sonrió y se acomodó en el sofá, subiendo sus piernas y con la taza de chocolate entre las manos. Cogí la guitarra y me senté a su lado— ¿Quieres que cante algo en especial?
—Lo que tú quieras —contestó bebiendo otro sorbo de chocolate sin dejar de mirarme sobre la taza. Se me hacía raro que estuviera aquí. Había deseado esto tantas veces, que tenerla aquí, mirándome solo como ella hacía, me hinchaba de felicidad. La necesitaba tanto, mi pequeña... No podía dejar de mirarla.
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¡HURACÁN LUCY!
RomanceQuien le diría al joven Natsu Dragneel, que su tranquila vida de mujeriego iba a dar un giro de 360º. ¿Y por qué razón? Ella. Según él, una pija malcriada de lengua viperina y mirada venenosa. Había llegado el ¡Huracán Lucy! Fecha de inicio: 08/01/2...