CAPÍTULO 94 ¡VAYA DOS SE HAN JUNTADO!

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Pasamos el resto de la tarde entre bromas y risas, mi hermano, su mujer y los niños habían caído en gracia. Ninguno estaba molesto porque ellos estuvieran aquí, al contrario, se lo pasaban bien con ellos. Entre todos preparamos la cena de nochebuena, ahora entendía porque la Princesita compró comida de demás para este día. Se acercaba la hora de la cena y nos retiramos para arreglarnos un poco, por fin podría tener un rato con mi chica a solas. Nada más entrar en la habitación la Princesita se tiró en la cama, quedando boca arriba.

—No puedo con mi vida —suspiró agotada. Me hizo gracia. Me puse sobre ella sin aplastarla. La miré fijamente a los ojos— ¿Qué?

—Tengo curiosidad por saber algo.

—Dime.

—¿Por qué los niños han venido contigo y mi hermano y su mujer después?

—Porque Mavis y Zeref necesitaban un descanso de los peques, así que quedamos temprano en la mañana, llegaron con el primer avión. Ellos se fueron a relajar a saber dónde y yo me llevé a los peques.

—¿Y por qué habéis llegado después del medio día?

—Dos niños Natsu, estaban agobiados de estar dentro de un avión, los llevé a jugar a un sitio de esos en que hay de todo y un montón de niños. Me hicieron jugar con ellos.

—¿Por eso no contestabas las llamadas? —ella asintió.

—Les dio hambre de tanto jugar y me rogaron por ir a un McDonald's. No les puse muchas pegas porque yo también tenía hambre, así que nos quedamos a comer allí y maldita la hora, porque enseguida se pusieron a jugar en la zona infantil y no había manera de sacarlos. Hasta que me enfadé e hice ver que me iba sin ellos, vinieron corriendo cuando se percataron que me iba de verdad.

—Se te da bien actuar —dije sonriendo.

—Y nada, tocaron coche y se quedaron dormidos y vine hasta aquí de nuevo. ¿Algo más que deseé saber el señor? —negué con la cabeza.

—Deberías habérmelo dicho, así no habrías ido sola, has conducido mucho —dije. La casa del lago estaba a casi dos horas de Magnolia, así que había estado mucho tiempo conduciendo.

—Entonces no habría habido sorpresa —dijo. En eso tiene razón.

—¿Estás muy cansada? —asintió.

—Aún me siento un poco débil después de lo de ayer.

—Te has esforzado mucho por mí. Te lo agradezco. Debo compensarte.

—No tienes que compensarme nada tonto, lo he hecho con mucho gusto. Quería que volvieras a pasar una navidad con tu hermano Zeref. Espero que pronto la podáis volver a pasar todos juntos.

—Y tú formarás parte de ello —dije. Sonrió.

—Si es lo que quieres, ahí estaré —dijo. Sonreí. Ahora mi regalo para ella me parece insignificante... —¿Qué pasa?

—Nada —contesté. Frunció el ceño.

—¿No me lo vas a decir? —preguntó. Esa frase...

—Creo que mi regalo no será suficiente, el tuyo es insuperable —contesté.

—¿Me has comprado algo? —preguntó sorprendida.

—Sí, bueno, lo he encargado para ti.

—¿De verdad? —asentí— Tengo curiosidad por saber lo que es ¿me lo das o tengo que esperar a mañana?

—Mmm... —me quedé pensando por un momento. Su cara me mostraba que tenía mucha curiosidad— Está bien, como yo he recibido mi regalo por adelantado te lo daré.

¡HURACÁN LUCY!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora