—¡¿Cómo qué sabe todo?! —pregunté incrédulo y un poco temeroso. Erza me mataría si se enterase de algo así.
—¿Miedo? —preguntó un poco divertida. La miré.
—No lo entiendo. Si lo sabe ¿por qué...? —sonrió y en ese instante los alumnos empezaron a salir de las aulas.
—Vamos a casa, no quiero hablar aquí —dijo. Asentí.
—¿Dónde estabais? —preguntó Levy. Ella y Gajeel traían nuestras cosas.
—Perdón, no me encontraba bien —contestó Lucy.
—Sí, no tienes buena cara —dijo Levy.
—¿Estás bien? —preguntó Gray acercándose a ella.
—Sí, tranquilos. Solo es cansancio —contestó. La creyeron, estos últimos días habíamos trabajado mucho en la empresa, la colección de primavera estaba a la vuelta de la esquina e íbamos a tope.
—La voy a llevar a casa a que descansé —dije y también quería saber ¿Cómo es que Erza sabe todo y disfruto de mi vida tal cual es? A estas alturas debería estar bajo tierra.
—Bien, cualquier cosa nos avisas ¿Vale? —dijo Levy. Lucy asintió. Tomé nuestras cosas.
—Cuídate —dijo Juvia.
—Sí, gracias —dijo Lucy.
Nos despedimos de ellos y nos fuimos hacia el aparcamiento. Abrí mi coche para que entrara. Nos dirigimos a su casa. No dijimos nada. Al llegar giré a mirarla. Pues no mentía, estaba cansada. Se había quedado dormida.
—Princesita... —acaricié su mejilla. Abrió sus ojos.
—Lo siento, me he quedado dormida.
—No lo sientas, estás cansada. Es normal. ¿Vamos? —asintió.
Subimos hasta su apartamento, aunque casi lo podría llamar mío también. Había muchas cosas mías por aquí ya. Me gustaba más estar en su apartamento que en el mío, tenía algo que me hacía sentir muy bien. Mi apartamento era más deprimente. Yo no tenía muy buen gusto para la decoración, era muy básico. Dejamos nuestras cosas en el armario de la entrada y nos fuimos directos al sofá, yo también estaba cansado y por suerte hoy no debíamos ir a la empresa. Alcé sus piernas para que las pusiera sobre mi regazo. Ella se acomodó, me gustaba tenerla así, podía acariciarla y no se quejaba. Le gustaban mis masajes. Esperaba que ella empezara a contarme y como si me hubiera leído la mente empezó a hacerlo.
—Hace poco más de una semana Erza me pilló llorando.
—Luce...
—Tranquilo, estoy mejor de verdad. Me pilló de bajón y más un comentario dañino que escuché de Lisanna hablando con sus amigas, me hizo llorar como una tonta.
—¿Qué dijo?
—No importa los detalles, comentaba como te llevó a la cama. A mí cama —apreté un poco la mano sobre su pierna. Odiaba a Lisanna con todas las letras—. Tranquilo, no te enfades.
—Lo siento —dije y acaricié la zona que había apretado.
—Pues eso, me pilló llorando y no sé, exploté y acabé contándole todo.
—¿Por qué no me lo dijiste?
—No quería preocuparte —resoplé—. Lo sé, quieres saberlo todo de mí, pero de verdad no sabía si decirte o no. Actuaríais diferente delante de los demás y no quería que todo el mundo se enterase. Erza en parte entiende lo que te pasó, dice que ella también cuando se emborracha no sabe lo que hace.
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¡HURACÁN LUCY!
Roman d'amourQuien le diría al joven Natsu Dragneel, que su tranquila vida de mujeriego iba a dar un giro de 360º. ¿Y por qué razón? Ella. Según él, una pija malcriada de lengua viperina y mirada venenosa. Había llegado el ¡Huracán Lucy! Fecha de inicio: 08/01/2...