CAPÍTULO 63 ¡VETE A LA MIERDA!

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Bajamos abajo y las risas no tardaron en llegar, empezaron a meterse con nosotros. El tema del chupetón salió más pronto que tarde, todos rieron, pero la Princesita les dio un buen corte. Tenía metralla para todos. Así que nos reímos a gusto de nuestros amigos. Al final nos contó un poco lo que había pasado con esos dos imbéciles. La habían acorralado en el jardín mientras venía hacía la cafetería, por suerte Yukino y Lector venían por la zona donde los encontramos y pudieron pararles. Lector fue el primero que se lanzó a por ellos, ahí fue cuando Yukino llamó a Sting y fue corriendo, por eso salió así de la cafetería. Todo había sido plan de Lisanna, eso estaba claro, esos dos fueron los mismos que la primera vez. Entre risas y anécdotas de infancia se hizo tarde, al final dejamos todos y cuando digo todos es todos, la casa de la Princesita, ella debía descansar y mañana había clase.

Los siguientes días fueron tranquilos, por parte de la Princesita no hubo movimientos, quizás había dejado el tema de Lisanna aparcado, también estábamos todos liados con exámenes y trabajos. Los días fueron pasando, alguna que otra tarde fui a la empresa. Con la Princesita no había vuelto a tener contacto, es decir, a solas. Como he dicho estábamos liados con los exámenes y en la empresa ella estaba encerrada a cal y canto para terminar el dichoso vestido de la colección. Faltaba poco para la fiesta en que se enseñaría el vestido y pronto serían las fiestas de navidad.

Estaba terminando mi último examen, al igual que el resto. Solo nos quedaba el dichoso trabajo de economía en grupo, habíamos ido haciendo cosas, pero hoy habíamos quedado para acabarlo definitivamente. Solté el bolígrafo justo cuando el profesor dio el tiempo por finalizado. Estaba contento, me había ido bastante bien, estudiar con mis amigos había resultado divertido. Salimos del aula, nos tocaba almorzar.

—Voy a la taquilla —dijo la Princesita.

—Te acompaño —dijo Levy. La Princesita rodó los ojos. No la habíamos dejado ni a sol ni sombra desde que pasó lo que pasó, nos habíamos organizado para acompañarla en los momentos críticos.

—Solo os falta ponerme un collar de rastreo —dijo la Princesita.

—No des ideas Coneja —dijo Gajeel.

—Puedo ir sola, está todo muy tranquilo últimamente —dijo la Princesita.

—Prefiero no arriesgarme —dijo Levy. La Princesita resopló.

—No soy una niña pequeña —dijo inflando los mofletes. Sonreí. Sí, sí lo era. Erza y Jellal se unieron a nosotros—. Erza diles que me dejen ya tranquila que no me va a pasar nada —dijo. Acusica. Erza era la que más libertad le daba, por eso iba a ella.

—Joder, ni a cagar la dejáis ir tranquila —dijo Erza. Todos reímos—. Anda tira, que yo me encargo de estos —dijo. La Princesita nos sacó la lengua a todos, sabía que no nos íbamos a enfrentar a Erza. La vimos correr hacia la dirección de las taquillas.

—Como le pase algo caerá sobre tu conciencia —dijo Levy. Erza rodó los ojos.

—Tenéis que dejarla respirar, la vais a agobiar —dijo Erza.

—Solo nos preocupamos por ella —dijo Juvia.

—Lo entiendo, pero tenéis que entenderla a ella también. Ella quiere olvidarlo y siendo como sois no hacéis más que recordarle lo que pasó —dijo Erza.

—¿Eso te ha dicho? —preguntó Gray. Erza y la Princesita se habían hecho muy amigas.

—Sí, sois muy pesados —dijo Erza mirándonos a todos acusatoriamente.

—En defensa de mi cliente, diré que tiene razón. Lucy os lo agradece, pero estáis muy pesados —dijo Jellal.

—¿Tu cliente? —pregunté.

¡HURACÁN LUCY!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora