CAPÍTULO 131 ¡PAPÁ, ESO ES PRIVADO!

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—¿Dónde estás?

—Me he escondido, me da miedo Erza.

—Me has abandonado Lucy.

—No, no, esto es un sálvese quien pueda.

—Pues eso, me has abandonado a mi suerte —oí su risa desde el otro lado del teléfono.

—¡DRAGNEEL!

—¡Mierda!

—¡Suerte, cariño! Escóndete bien —me cortó la llamada.

—Bruja... —espeté por lo bajo. Empecé a correr para huir de Erza. Llevábamos casi todo el día esquivándola. No queríamos enfrentarnos a ella. Los chicos nos habían dicho que estaba muy mosqueada y más con el periodo. Según Levy, le había bajado la noche anterior y estaba malhumorada, más de lo normal. Y mi querida novia, se había escondido muy bien. La muy bruja, me había abandonado frente al peligro. Cuando la encuentre rendiré cuentas. ¡¿Pero dónde podría esconderme yo de las garras del demonio rojo?!

Perdí a Erza de vista, y me escondí en el único sitio que se me ocurría. La azotea. Erza no solía ir por ahí.

—Que fastidio, encima no he podido comprar almuerzo —me quejé en voz alta entrando a la azotea— ¡Que alguien me dé comida! —alcé la voz. Algo me golpeó el hombro. Miré al suelo. Fruncí el ceño. ¿Un bollo? Estos son los que come Lucy. Miré alrededor, pero no vi a nadie— ¡Vaya, ahora se me conceden los deseos! ¡A ver, a ver, ¿qué más podría desear?! ¡Ah, ya sé! ¡Una sexy morena de ojos verdes! —ahogué una risita— ¡Auch! —alguien, más bien, ella, me había lanzado una piedrita en la cabeza. Alcé mi cabeza para buscarla— Sé que estás aquí. Sal ya, pequeña bruja.

—¡No quiero! ¡Espera por tu sexy morena de ojos verdes! —reí, se había puesto celosa.

—¿Qué pasa? ¿Estás celosa? No deberías espiarme, eso es de cotillas.

—¡Ah! ¡Tendrás morro!

—¿Dónde estás?

—Escondida. No quiero que me encuentren.

—¿Ni yo?

—Tú menos, y más sabiendo que las prefieres morenas y con ojos verdes.

—Anda..., no seas tonta. Era una broma.

—Muy bromista estás tú últimamente. ¡Y no te rías!

—Lo siento, no puedo evitarlo —me había vuelto a reír. Su actitud celosa me hacía gracia. Era adorable—. Va, sal. Llevo un par de horas sin verte. Tengo ganas de ver esos hermosos ojos.

—Ah, claro. Ahora son hermosos. Pues lo siento, no son verdes. No los puedes ver —hice una mueca, pero me hacía una idea de dónde estaba. Con sigilo subí por un lateral de la pared que tenía unas escaleras ancladas. Sonreí al verla. No se había dado cuenta de que la había encontrado. Estaba de espaldas a mí y miraba por el borde de una pared un poco subida. Se incorporó un poco más, creo que me buscaba— ¿Te has ido?

—No —la toqué por la cintura.

—¡Ah! —se sobresaltó. Me reí— Tonto, me has asustado —hizo un puchero.

—Tonta tú, por sentir celos.

—Yo no estoy celosa —miró hacia un lado.

—No, claro que no —dije irónico. Se mordió el labio inferior. La atraje hacia mí por la cintura. Tenía su cara girada. Besé su cuello—. Va, dame un beso.

—No.

—Por favor... —volví a besar su cuello. Suspiró.

—N-no —se había puesto nerviosa. Eso le gustaba demasiado.

¡HURACÁN LUCY!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora