CAPÍTULO 117 ¡QUE NO GRITES!

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Me desperté por el sonido del despertador, abrí los ojos y lo paré. Seguía en la cama, en algún momento me quedé dormido, lloré, por ella, por mi Luce, por lo idiota que había sido con ella, por la frustración de haber creído en las palabras de esa loca de nuevo. Jamás me perdonaría si mi historia de amor con Lucy acabara así, por la loca esa. No, no quería pensar así. No iba a acabar. Ella no me había dicho que iba a terminar conmigo, solo necesita tiempo para pensar. Para tranquilizarse, esto no es el fin.

Me levanté y entré al baño. Me miré en el espejo. Estaba horrible. No había vuelto a llorar así desde que mi hermano Zeref nos abandonó. Lo mejor sería darme una buena ducha. Dejé que el agua caliente recorriera mi cuerpo, quitándome toda la tensión que tenía. Esto era tan diferente sin ella. Cada mañana nos arreglábamos juntos, a veces nos duchábamos a la vez, otras nos observábamos de reojo mientras nos preparábamos. Me hacía tanta falta y solo ha sido una noche sin ella. ¿Cómo soportaré todo hasta que ella vuelva? Sacudí mi cabeza. Debía soportarlo, por ella, tenía que hacer lo posible para conseguir su perdón rápidamente.

Salí de la ducha un poco mejor, más determinado. Bajé a la cocina y me preparé un poco de desayuno, no tenía hambre, pero debía tener energía para soportar este día. Sabía que vendrían desplantes por su parte, y necesitaría fuerzas para soportarlo. No besarla, no abrazarla, se sentiría horrible.

Me encaminé al parking subterráneo del edificio, estaba mi coche aparcado, el de ella y mi moto. Sí, era evidente que vivía aquí. Decidí coger la moto. Llegué mucho más animado a la universidad, soltar estrés en la moto me gustaba. Me daba libertad, pero mi ánimo se vino abajo al ver a mis amigos esperando. Lo extraño es que estaban todos menos Lucy. Supuse que estaría con Gray o Juvia, que se quedaría con alguno de los dos. No sabía cómo enfrentarme a ellos. Estuve parado junto a mi moto varios minutos, sabía que se habían percatado de mi presencia porque mi moto la reconocían y Gajeel giró su cabeza levemente en cuanto pisé el aparcamiento. Alguien puso su mano sobre mi hombro.

—¿Miedo Dragneel?

—Sting... —él no debía saber nada de lo que había pasado ¿o sí?

—Mi hermanita me ha contado la escenita que le montaste —ugh, sí, lo sabía. Negó haciendo un ruido con la boca—. Mala decisión amigo, habéis despertado a la bestia y eso va a ser muy divertido de ver —lo miré confundido. ¿No estaba enfadado? Había desconfiado de su hermana.

—¿No estás enfadado?

—¿Yo? —preguntó sorprendido— ¿Por qué debería? Vuestros problemas de pareja no me conciernen, la confianza es algo que se tiene que ganar. No digo que no me moleste el hecho de que mi hermanita esté angustiada por lo que ha pasado, pero también entiendo tu parte. Ella no es una chica fácil, y sus acciones pueden dar lugar a no confiar en ella. Yo mismo dudo de ella a veces, pero bueno, es como es y no la puedo cambiar, es parte de mi familia y la quiero tal cual es. Aunque me exaspere —sonrió—. Siempre puedo darle una bofetada para que espabile —rio por su gracia.

—Le tocas un pelo y Yukino se quedará sin prometido —rio más. Lo miré mal.

—Tranquilo, ya veo que no estas para bromas. Ánimo Dragneel, tienes mi apoyo —dijo palmeándome el hombro. Lo miré confundido— ¿No vas a intentar reconquistarla o algo así?

—Sí, algo así —volví mi vista a mis amigos que ahora miraban en mi dirección, menos Levy. Ella sería el hueso duro de roer.

—Ellos no te dejaran de lado. No es su estilo —dijo Sting. De pronto hubo un poco de revuelo, varias chicas se acercaron a la limusina que llegaba. Sting rio—. Lo va a hacer a lo grande. Pequeña bruja —lo miré. Me hizo un gesto con la cabeza para que mirara en la dirección. De la limusina salió alguien que me sonaba.

¡HURACÁN LUCY!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora