CAPÍTULO 54 ¡NUNCA, ES MUCHÍSIMO TIEMPO!

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—La gente nos mira —dijo la Princesita. Estábamos de camino a mi casa.

—Normal, vas mojada casi por completo y yo de piernas y brazos —cuando caí sobre ella no me mojé entero.

—¿Tu teléfono está bien? —preguntó.

—Sí, por suerte no se ha mojado —contesté.

—¿Por qué no llamamos un taxi? —preguntó.

—¿Crees que nos dejaran subir a un taxi así? —pregunté.

—No... ¡achís!

—Vas a resfriarte —afirmé.

—¿Falta mucho? —preguntó.

—No, giramos esa esquina y llegaremos —le indiqué. Entramos al edificio de mi apartamento. El guarda de seguridad nos miró raro. Lógico. Entramos al ascensor y marqué mi piso.

—Qué casualidad, planta siete —dijo. Sí, yo también vivía en la planta siete de mi edificio.

—Sí —dije— también es un piso por planta.

—El siete nos rodea —dijo divertida. La miré confundido— Mi casa planta siente, la tuya planta siete y trabajamos en la planta siete. 777 —dijo y rio. Reí con ella. Las puertas se abrieron y abrí mi apartamento, escuchaba ruido en la cocina. Ah, mi nana debe haber venido.

—¡Mocoso, ¿ya has llegado?! —escuché la voz de mi nana. La Princesita me miró con el ceño fruncido.

—Es mi nana —dije. Sonrió. Avanzamos por el pasillo hasta llegar al interior del apartamento. Mi nana estaba de espaldas a nosotros estaba en la cocina haciendo algo de comida.

—Hola Nana —dije. La vi coger una olla vacía.

—Mocoso —giró a verme. Sus ojos se abrieron de la impresión— ¡Princesita! —gritó.

—¡Poly! —dijo la Princesita. La miré confundido. Mi nana Poly corrió hacía ella.

—¡Oh Dios mío! ¡Cuánto has crecido! —dijo Poly, dándole un abrazo. La Princesita le correspondió. ¿desde cuándo Poly abraza a la gente? Por lo general no le gusta la gente.

—Tú estás igual —dijo la Princesita.

—Un momento ¿Te acuerdas de ella y no de mí? —pregunté.

—Oh, ¿te acuerdas de mí? —le preguntó cogiéndola de las mejillas. La Princesita asintió.

—Eres Porlyusica, me enseñaste a hacer tortitas de pequeña y te llamo Poly porque de pequeña me costaba decir tu nombre —dijo la Princesita.

—Oh mi niña, sí que te acuerdas de mí —dijo Poly, y la volvió a abrazar. A Poly se le saltaron las lágrimas—. No sabes la alegría que me das, cuándo Grandeeney me dijo que estabas de vuelta y dijo que no te acordabas de nadie me dio mucha pena.

—¿Cómo iba a olvidar a mi primera nana? —dijo la Princesita.

—¿Tu primera nana? —pregunté atónito.

—Sí, mocoso, yo os cuidaba a los dos, bueno a todos —dijo Poly. La Princesita sonrió. Luego Poly nos miró a ambos— ¿Qué os ha pasado?

—Nos hemos caído a un estanque —dije.

—¿Salvando a los patitos? —preguntó Poly. La miramos confundidos— De pequeños caísteis a uno por salvar a un patito —dijo, nos sonrió. La miré con el ceño fruncido— ¿Qué pasa?

—Tú nunca sonríes —dije. La Princesita me dio un codazo, al ver la cara que puso Poly.

—¡Niño, yo sonrío cuando me da la gana! —me riñó Poly— ¡Iros a cambiar que vais a coger una pulmonía luego volved y os daré de comer! —dijo enfadada.

¡HURACÁN LUCY!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora